Es como la metáfora de la rana hervida. Si al anfibio se lo coloca en una olla de agua hirviendo, salta instantáneamente y se salva, pero si al animalito se lo pone en agua templada a cocinar a fuego lento morirá despacio, sin darse cuenta. Algo de eso muestra el fenómeno Cobra Kai: agonía por entregas, estiramiento insostenible.
En julio se estrenaron los primeros cinco capítulos de la sexta temporada y ahora otros cinco, siempre por Netflix. Habrá que esperar a febrero para el bloque de cinco episodios restantes. Esto se traduce en un agotamiento para el espectador, y en un efecto de dilatación que incomoda hasta al más fanático.
La novedad es el escenario: al fin los ojos ven algo más que patadas de grulla y cuerpos que vuelan violentamente en torneos de artes marciales de los Estados Unidos. Barcelona es la estrella ahora, con su rumba catalana, el zoom en la arquitectura de Gaudí y las callecitas góticas.
Claro que no todo es turismo encubierto por la ciudad Condal: el producto sigue ahondando repetitivamente entre dojos, posturas y formas de ataque y defensa. Un recurso que sólo puede gustar a los amantes del karate y que provoca fatiga en el televidente. Demasiada acción y poco foco en la psiquis de cada uno de esos luchadores.
En este nuevo tramo la cuestión es el viaje grupal de los alumnos de Miyagi- Do al torneo internacional Sekai Taikai disputado en España. Dirigidos por la dupla antes enemiga (Daniel LaRusso en la piel de Ralph Macchio y Johnny Lawrence en la de William Zabka), los chicos deberán enfrentarse a dojos violentos como el del malvado caricaturesco John Kreese (Martin Kove). Alerta de spoiler: también hay uno comandado por el maquiavélico Terry Silver (Thomas Ian Griffith), quien desde las sombras se las ingenia para supurar su veneno.
Tras la pista del muerto
En el comienzo de la sexta temporada ya estaba planteado uno de los ejes del conflicto: un secreto relacionado al fallecido Señor Miyagi (Pat Morita), el noble maestro Daniel.
¿Miyagi tuvo una emoción violenta y asesinó a un rival? ¿Es posible que una pista nos lleve a desenmascarar el alma de ese sensei mítico que aparentaba inmaculado?
En busca de un tal maestro Serrano va Daniel. El hombre que puede ayudar a desenrollar el asunto, pero la dosis de enigma aumenta y la respuesta parece alejarse cada vez más. En ese sentido, la serie parece desaprovechar la posibilidad de explorar más de ese conflicto interno al que se enfrenta el protagonista, la decepción o la contradicción en la que se ve envuelto cuando entiende que tal vez idealizó al viejo maestro.
A diferencia de los cinco capítulos anteriores, la intensidad es mayor, una carta necesaria a esta altura de la historia y sus mil vericuetos. Miguel (Xolo Maridueña), Robby (Tanner Buchanan), Tory (Peyton List), Samantha (Mary Mouser), Chozen Toguchi (Yuji Okumoto) tienen sus momentos de zoom y primer plano, y el guion reparte equilibradamente la atención en todos ellos.
Un romance sorpresivo entre los personajes condimenta esta entrega, también un sueño en el que Miyagi regresa de la muerte y la irrupción de un galancito joven Patrick Luwis (Axel Kovacevic). Otro ingrediente: la incorporación del actor experto en artes marciales Brandon H. Lee (Kwon Jae-Sung). Después de eso, no hay demasiado por lo que emocionarse.
Tampoco se explota la riqueza del personaje de Zabka, siempre atorado como en el cuerpo de un niño, sin saber gestionar emociones, en plena redención e intentando hacerle frente con altura a la vida adulta. Cuando Cobra Kai pone la lupa en este adorable ser colmado de defectos, la comedia gana en credibilidad y empatía. Desafortunadamente, eso no sucede.
Los detractores de este fenómeno deberán tener paciencia porque la cobramanía y ese manotazo a la nostalgia tiene cuerda para rato: se espera aún la fecha de estreno de la nueva película Karate Kid, a cuarenta años de la primera, en la que Ralph Macchio va a coincidir con Jackie Chan.
En estas casi cinco horas de acción la dosis de sangre se eleva y roza la exageración, fundamentalmente en episodio diez, el de mayor adrenalina y crueldad. No adelantaremos por qué ni cómo, pero todos parecen perder la cordura y el fantasma del pasado se volverá el fantasma del futuro.
Habrá que aguardar al menos, tres meses, al próximo estreno de los últimos cinco capítulos, para responder la gran incógnita. Los errores del ayer vuelven multiplicados. Hasta aquí, el final provisorio tiñe todo de tragedia y oscuridad.
Ficha
Calificación: Regular.
Acción/ Comedia dramática Protagonistas: Ralph Macchio, William Zabka Creación: Josh Heald, Jon Huwitz y Hayden Schlossberg Emisión: Cinco nuevos episodios de la sexta temporada (hay diez disponibles, restan los últimos cinco), por Netflix.
Cortesía de Clarín
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