Comida a domicilio: así impactan las comisiones de las apps en tu cuenta

Por el temor a contagiarse de Covid-19, Andrea y su pareja evitaban salir a toda costa en la pandemia, ir al mercado de la esquina era prácticamente impensable. La solución rápida fue ordenar -casi a diario- comida a domicilio a través de aplicaciones como Uber Eats, Didi Food y Rappi, lo cual puso en jaque sus finanzas.  

En promedio, gastaron 9,000 pesos mensuales por cerca de un trimestre, entre el costo de los alimentos, las comisiones que cobran las empresas y la propina del repartidor. Esta suma representaba alrededor de 25% lo que ella ganaba al mes.

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“Por muy barato, eran 400 pesos por pedido de tacos, tortas o nuggets, es decir, comida muy sencilla. Cuando vi el monto dije ¿Qué es esto? Era Didi Food y Uber Eats y sus altas comisiones y pensé: ¡basta!”, recuerda.

Ella reconoce que no sólo fue un tema de compra excesiva, sino también una mala administración de sus finanzas. “Cuando tienes la tarjeta domiciliada pierdes totalmente el control, era un ritmo insostenible”.

Como ella, cada vez más mexicanos piden por delivery, es decir, el servicio de entrega a domicilio. Según un estudio realizado por Censuswide, por encargo de Deliverect, 65% de la población pidió comida a domicilio o para llevar por una delivery app hasta tres veces por semana.

De hecho, México es el segundo país con el sector más grande en América Latina, cuando ingresos se refiere. Estimaciones de Statista refieren que, en 2024, los pedidos de comida preparada a domicilio —ya sea directamente a los restaurantes o a través de plataformas de entrega asociadas— generan ingresos por 2,530 millones de dólares, sólo por debajo de Brasil.

“La entrega de comida se ha convertido en una rutina para millones de personas en todo el mundo. DoorDash confirma que cada vez más personas dependen de la entrega y el takeout para ajustar sus horarios, ahorrar tiempo y disfrutar de comida de calidad en casa”, señala Deliverect, plataforma de gestión de pedidos.

Cuidado con tus finanzas

Pedir comida para disfrutar en casa no debe ser satanizado, sólo se debe tener un mayor control al momento de pedir, porque –como a Andrea- se puede convertir en un gasto complicado de llevar.

La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), señala que el delivery tiene sus ventajas, como el ahorro de tiempo, la posibilidad de comparar precios en un mayor número de tiendas, identificar otras marcas y productos o el acceso a promociones exclusivas en línea.

Sin embargo, recomienda tomar en cuenta los costos de envío que estos gastos pueden incluir, con el objetivo de proteger tu cartera.

¿Cuánto cobran las aplicaciones por servicio?

Las tarifas son variadas, en función de la ubicación, el tipo de restaurante, la hora del servicio, el tamaño del pedido, las promociones y ofertas que tenga la plataforma en el momento de tomar la orden y hasta de las membresías de beneficios que ofrecen.

De acuerdo con un sondeo que realizó este diario con trabajadores de algunas plataformas, las comisiones para el usuario van de 15 a 30% de la facturación que se dé en los alimentos.

Por ejemplo, Mónica pidió sushi para tres personas a través de Didi Food. La cuenta de los alimentos era de 470 pesos. Al momento de pagar, la suma final fue de 610 pesos, es decir, 140 pesos más. Después de investigar, se percató que el dinero adicional era la comisión por servicio y otros gastos, la cual fue equivalente a 30% de su pedido.

Algo muy similar le pasó a Esteban. Un día en la oficina pidió una hamburguesa, la cual en restaurante cuesta 190 pesos. La ordenó por delivery y terminó pagando 260 pesos, con la propina incluida.

No todo es para el trabajador, de hecho, es la menor parte, por eso la importancia de la propina del cliente”, dice Aldo, quien calificó de justo que se les dé seguridad social por su trabajo.

La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) señala que, en muchos casos, los restaurantes tienen que subir sus precios debido a las comisiones que cobran las aplicaciones.

Consejos para ahorrar

Si realizas un pedido de comida a la semana puedes gastar desde 5,564 pesos hasta 11,752 pesos en un año, según una estimación de Kubo Financiero, con base en datos de Finerio.

Para ahorrar, da seis consejos fáciles de poner en práctica:

1. No compres sin un cupón o promoción

Para fidelizar clientes, las plataformas ofrecen cupones de descuento en los primeros pedidos; o bien, busca promociones en las páginas de las apps.

2. Compara precios

Consulta el platillo que deseas pedir en diferentes apps, es probable encontrar precios más baratos en alguna, ya sea porque el costo de envío es menor o porque el de la comida es más bajo.

Busca cocinas locales para comidas cotidianas y aparta los restaurantes más sofisticados para ocasiones especiales.

3. Divide los gastos

Muchas veces ofrecen promociones de 2×1 en aplicaciones como Rappi o Uber Eats. Ponte de acuerdo con los compañeros de la oficina para pedir la comida. Si no hay con quien compartir el gasto, también aprovecha y guarda la porción que sobre para el siguiente día.

4. Paga con una tarjeta de crédito que dé beneficios

Ya que las aplicaciones móviles de entrega de comida te permiten pagar con medios electrónicos, paga con un plástico bancario que te premie por gastar.

5. Establece un presupuesto

Sabemos que, en ocasiones, es inevitable comprar comida preparada, así que, prepárate. De tus ingresos mensuales, realiza una estimación de gastos en alimentación, tanto del gasto en despensa y en restaurantes. Al establecer un límite, podrás evitar gastar de más al pedir comida.

6. Disminuye la frecuencia en pedidos

Si en tu registro de gastos observas que, por ejemplo, pides comida una vez a la semana, trata de disminuir la frecuencia a cada dos semanas. Esto además te permitirá ahorrar en gastos de envío y en propinas.

De preferencia, prepara tus propios alimentos en casa, de acuerdo con distintos especialistas, ahorrarás entre 30% y 50% de tu gasto.

Si tienes algún comentario, puedes escribir a [email protected]

Cortesía de El Economista



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