Pixar tiene todos los años, a esta altura del calendario, una película que suele sorprendernos. Cerca del feriado del 20 de junio, mirando para atrás y después de la pandemia se han estrenado Intensa mente 2 (2024), Elementos (2023) y Lightyear (2022), y este año nos trae Elio, la historia de un niño con ascendencia latina que ha quedado huérfano, al cuidado de su tía Olga, y que sueña con ser abducido por extraterrestres.
La compañía Pixar tiene como director creativo a Pete Docter, que dirigió Monsters, Inc., Up, Intensa mente y Soul, y con las tres últimas ganó el Oscar a la mejor película de animación. El es el que diagrama y repiensa las películas en su etapa de formación y antes de que estén terminadas.
Y por lo que Madeline Sharafian le respondió en la entrevista exclusiva a Clarín, estuvo muy activo con Elio, desde que su director original, Adrián Molina, dejó el proyecto para abocarse a la secuela de Coco, que había codirigido.
A continuación, nuestra entrevista con Madeline, que hasta se sinceró y dijo que se sintió identificada más que con Elio Solís, el protagonista, con su tía Olga, la que debió hacerse cargo del niño ante el fallecimiento de sus padres.
-¿Te resultó difícil aceptar dirigir un proyecto que no creaste vos?
-Fue muy difícil. Creo que la única razón por la que sentí que podía hacerlo fue gracias a Adrián Molina (de ascendencia mexicana, como Elio), el director original. Trabajamos juntos en Coco, y seguí Elio desde sus primeras proyecciones. Conozco bien a los personajes, ya había opinado sobre algunas ideas de la historia. Pero que Adrián me pidiera que tomara el proyecto significó mucho para mí. Lo respeto muchísimo. Saber que él confiaba en que teníamos una sensibilidad similar me ayudó mucho a sentirme lista para asumirlo.

-¿Cuánto de la película ya estaba terminada o filmada?
-Tenés razón… Fue así. La idea central de la película vino de Adrián Molina. La forma en que trabajamos en Pixar es que el director plantea una especie de “¿Y si…?” como punto de partida. En su caso: “¿Y si el chico más raro de la Tierra es abducido por extraterrestres y lo confunden con el líder del planeta?”. Y cuando Domee (Shi, realizadora de Red y la codirectora de Elio) y yo nos sumamos, lo que agregamos fue: “¿Y si él quiere ser abducido más que nada en el mundo?”.
Cuando llegamos, los personajes ya estaban definidos, la idea seguía siendo la misma, y por supuesto, el mundo hermoso del Communiverse ya estaba construido. Recuerdo haber sido llevada en un recorrido por él, como le pasa a Elio en la película, y quedé abrumada por lo enorme y detallado que era. Me preguntaba: “Dios mío, ¿cómo vamos a mostrar todo el esfuerzo y belleza de este set gigante?”. Así que fue muy emocionante. Teníamos muchísimo frente a nosotros cuando empezamos.
-Gran parte de la película ocurre en el espacio exterior. Eso les permitió crear un universo completamente nuevo. ¿Cómo lo hicieron?
-Fue un desafío enorme. La ciencia ficción es un género muy querido y ya se ha hecho muchísimo. Así que teníamos que seguir lo que pedían la narrativa y el personaje. Como esta historia es un deseo cumplido para Elio, sabíamos que el Communiverse tenía que ser hermoso. Hablábamos de él como si brillara en el cielo, como una joya, o una bola de espejos. Un lugar deslumbrante del que Elio no quisiera irse.

Eso ya lo diferencia de muchas películas sci-fi (ciencia ficción) donde el espacio o los alienígenas se muestran como algo amenazante o aterrador. Le pusimos colores brillantes, formas redondeadas, y aunque tiene tecnología avanzada, queríamos que se sintiera suave, flexible, no metálica ni dura como se ve muchas veces. Incluso Pixar ya hizo dos películas de ciencia ficción, así que también queríamos diferenciarnos de ésas.
-¿Vos querías hacer una película de ciencia ficción?
-Sí. Eso fue parte de lo que me hizo inclinarme por este proyecto. Cuando supe que iba a hacerlo, empecé a volver a ver muchos clásicos. Elio siempre estuvo inspirado en E.T., pero también me metí con Encuentros cercanos del tercer tipo, y algunas de mis películas de ciencia ficción favoritas, que son más del lado del terror, como El enigma de otro mundo, de John Carpenter, o Alien. Lo emocionante fue que tuvimos la oportunidad de ajustar algunos elementos visuales. Uno de ellos fue cambiar el aspecto de imagen a pantalla ancha.
-¿Eso lo filmaron desde el principio, en widescreen?
-Fue parte de la decisión de meternos de lleno en la estética sci-fi. De jugar con el género. La idea fue propuesta por nuestros directores de fotografía, Derek Williams y Jordan Remple. Vinieron con la propuesta de: “Si vamos a rehacer algunas partes, ¿por qué no probar con este gran cambio?”. Y valió totalmente la pena.
Cambiar el aspecto a mitad de producción fue un poco… difícil, pero sentimos que sumaba muchísimo. Le daba gravedad cinematográfica a las tomas amplias del espacio, y también apoyaba el tema de la soledad. Elio se veía mucho más pequeño y solo en esas escenas, y eso funcionó en muchos niveles.

-Ya que hablás de la soledad: la película tiene un mensaje muy fuerte sobre eso, tanto para Olga como para Elio. ¿Eso fue intencional desde el principio? ¿Cómo lo trabajaron?
-Sí. En Pixar nos gusta saber a dónde vamos temáticamente. Sabíamos que esta historia giraba en torno a un niño que se sentía solo, y que teníamos que llevarlo desde una escena en el primer acto donde se alegra por ser abducido, hasta una elección completamente distinta al final de la película. Ese cambio en el personaje era muy grande.
Para meternos de lleno en el sentimiento de soledad y cómo superarlo, hablamos con muchos expertos: psicólogos infantiles y otros que Pete Docter nos recomendó (como lo hicieron para Intensa mente 2, donde exploraron la ansiedad). Queríamos preguntarles: todos sabemos lo que es sentirse solo, pero ¿cómo se sale de eso? Y mientras aprendíamos, anotábamos cosas para nuestras propias vidas… porque muchos de nosotros también nos sentimos solos.
Después de la pandemia y con el mundo cambiando, fue difícil. Así que nos aseguramos de que Elio diera pasos concretos en el medio de la historia, que lo prepararan para tomar una decisión diferente al final.
Quién es la directora de “Elio”
Madeline tiene 32 años y ha sido candidata al Oscar, con su corto Burrow (Madriguera), en 2021 que, producido por Pixar, dura 6 minutos. Se centra en un conejo que intenta cavar una madriguera y aprende que no hay vergüenza en pedir ayuda.

-¿Te identificaste con algún personaje en especial?
-Sí, con Olga. Ella enfrenta una situación nueva para la que no se siente preparada, y es una perfeccionista. Está acostumbrada a ser muy buena en lo que hace. Es una mayor de la Fuerza Aérea, y todo eso me resonaba mucho al asumir el rol de directora. Cometí muchos errores. Estaba aprendiendo habilidades nuevas que no sabía que iba a necesitar, y me identifiqué con esa sensación de… no estar haciendo el mejor trabajo como madre, como le pasa a Olga al principio de la película.
Pero después verla cambiar y darse cuenta de que sí conoce a su sobrino, que lo conoce mucho más de lo que pensaba, y que está más preparada de lo que creía… También me pasó eso a mí.

-Y me pregunto cómo fue trabajar con Zoe Saldaña, reciente ganadora del Oscar. ¿Qué le aportó al personaje, aún antes de participar en el doblaje de Olga?
-Sí, tuvimos mucha suerte de trabajar con ella. Hizo muchos roles militares en el pasado, y Olga tenía que caminar esa línea entre la vulnerabilidad y la sensibilidad cuando habla con Elio o discuten, pero también tenía que poder imponer presencia, como cuando Elio la observa trabajando, o en el tercer acto, cuando entra en acción. Fue genial que ella pudiera manejar esa variedad en sus líneas y expresiones. Tuvimos mucha suerte de tenerla.
-Y el hecho de que ustedes sean dos directoras mujeres, ¿creés que aporta algo distinto a la película?
-Creo que lo que más ayudó fue que Domee y yo somos amigas fuera del trabajo. Nos conocemos hace más de diez años, y hacer una película con otra persona es muy difícil. Pero teníamos una comunicación muy fluida. También compartimos gustos, especialmente en el humor. Así que hacernos reír entre nosotras fue clave para encontrar los chistes que funcionan en la película. Creo que esa amistad se nota en el filme.
También disfrutamos mucho trabajar con animadoras en las escenas de Olga, y espero que esos momentos se noten como especialmente bien logrados.
-¿De qué manera puntual los ayudaron Pete Docter y Andrew Stanton?
-Me siento muy afortunada. Me recuerda lo increíble que es Pixar. Está lleno de sabiduría, de películas con las que crecí. Hay dos momentos claves que puedo contar: Pete Docter cree mucho en la narrativa visual. Teníamos la escena final casi lista, funcionaba más o menos, pero tenía mucho diálogo y no sentíamos la emoción. Él nos sugirió arriesgarnos, quitar todo el diálogo y dejar solo la música, para ver si se entendía lo que pasaba.
-Y no se entendía. Tuvimos que cambiar cosas. Rehicimos por completo el final y lo dejamos así: sin diálogo, solo música. Fue increíble. Le estamos muy agradecidas.
Andrew Stanton nos ayudó mucho con el comienzo de la película. Él siempre pregunta: “¿Por qué me importa este personaje? Hacé que me importe”. El prólogo fue la última parte en terminarse. Tuvimos un día de locos en el que le mostramos tres aperturas distintas que habíamos probado. Él nos ayudó a decidir cuál hacía que uno se conectara más con Elio. Fue el desempate perfecto.
Y encima empezó a sugerir pequeños cambios: “¿Y si sostiene estos muñecos? Eso lo elevaría mucho más”. Y dijimos: “¡Tiene razón!”. Es increíble trabajar con gigantes de la narrativa como ellos. Y saber que, cuando tenemos problemas, no estamos solas para resolverlos.
Cortesía de Clarín
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