El coreógrafo Carlos Trunsky repuso ahora, por unas pocas funciones, su obra Alicia al socavón, estrenada en marzo de este año y en la que una vez más revela el dominio finísimo que tiene de su arte, su hermosa imaginación y su libertad para crear.
Como cada vez que presentamos a este artista hay que recordar que montó coreografías, siempre muy personales, para el Ballet del Colón y el Ballet del San Martín; también para iniciativas independientes y para óperas, como la que concibió en la reciente y muy exitosa Orfeo en los infiernos de Jacques Offenbach en el Teatro Colón, con la puesta en escena de Pablo Maritano.
El asunto de Alicia al socavón es por demás singular y estuvo pensado a partir de dos líneas disímiles que Trunsky fue uniendo a lo largo del montaje: por un lado la inquietud sobre la presunta inclinación pedófila de Lewis Carroll, autor de la celebérrima Alicia en el país de las maravillas. Por otro lado, el dominio apabullante que hoy tienen las pantallas digitales sobre nuestras vidas.
La primera línea nace a partir de un sueño de la bailarina María Kuhmichel; en este sueño jugaba con su compañero Emanuel Ludueña, también bailarín, como una Alicia en el mundo de sus relatos. Propuso entonces a Trunsky crear, con la máxima libertad, una obra que incluyera al personaje de Alicia.
La segunda línea surge cuando el coreógrafo lee, en la misma época, un ensayo de Agustín Valle, Jamás tan cerca, que habla del uso de las pantallas digitales y de las que todos somos víctimas.
Estas dos líneas, a primera vista tan alejadas entre sí, se unieron finalmente en la idea de una Alicia desconcertada, manejada, oprimida por seres masculinos que representan a personajes de la novela de Carroll y, aunque no literalmente, al propio Carroll.
Hay, desde luego, mucha danza en esta pieza y también música, de Pablo Bursztyn, canciones y textos originalmente escritos por Trunsky y luego pulidos con la colaboración de la poeta Mariel Monente, y un vestuario bello y perfecto de Jorge López.
Para una propuesta indudablemente intrincada como esta, construida en una clave metafórica y no en una narración lineal, hacían falta intérpretes sobresalientes como lo son, efectivamente, María Kuhmichel, Emanuel Ludueña y el actor Gastón Santos.
Lewis Carroll y su amor por las niñas
Vayamos por un momento a Lewis Carroll, autor de las dos novelas ultra famosas que tienen como protagonista a Alicia. Una fuente importante para elaborar Alicia al socavón fue el extraordinario volumen de Alejandro Stilman, publicado en 1989, que reúne toda la producción de Carroll además de muchas de sus cartas y dibujos, un prólogo de Jorge Luis Borges y un retrato del autor británico hecho por Hermenegildo Sábat,
Charles L. Dodgson, este era el verdadero nombre de Lewis Carroll, escribió cuatro libros de ficción y también fue un afamado matemático además de diácono de la Iglesia anglicana, gran fotógrafo e inventor de cosas tan excéntricas como unas botas para protegerse de la lluvia horizontal y barómetros para manejar el tiempo. Además creó muchos juegos, entre ellos una versión temprana del Scrabble.
Toda su vida transcurrió en la ciudad de Oxford donde ejerció como profesor de matemáticas. Nunca se casó y tampoco tuvo hijos pero sí numerosas pequeñas amigas a las que escribió innumerables cartas, cartas tan imaginativas y encantadoras como sus propios libros de ficción. No eran sus únicas destinatarias; a lo largo de su vida Carroll escribió 98.721 cartas cuyo registro consta en un dispositivo también inventado por él.
Ciertamente tomó muchas fotos de las niñas y estas imágenes en varios casos son muy perturbadoras, vistas desde una perspectiva contemporánea; y sin duda despertaron, largos años después de su muerte, la pregunta de si no habría sido por parte de Carroll una inclinación perversa.
La Alicia y el Carroll de Carlos Trunsky
Dice Trunsky: Alicia al socavón comenzó con el libro de Alejandro Stilman sobre el mundo de Carroll, ese ser seductor, dominante, y que usaba su atractivo para cautivar. En sus cartas, sobre todo, utiliza la imaginación para fascinar pero en algún momento introduce una cizaña.
Por ejemplo, “has dejado de ser niña y has perdido todo interés para mí” (escrito cuando la destinataria ya es una joven mujer). O “Te regalo un cuchillo pero no para tí sino para tu hermano, para que se corte los dedos”. Cosas muy crueles. El juego del laberinto de las palabras y de la imaginación eran para mí una trampa”.
La pregunta un poco obligada es si Alicia al socavón implica una condena a Carroll. Responde: “Bajo ningún punto de vista; lo que hago es destacar el uso de artilugios para seducir y quizás para otros intereses. Hay intereses que te atrapan, y aquí encontré la relación con los celulares, que terminan siendo una condena para quienes los usan permanentemente”.
Agrega: “No podemos afirmar que Carroll fuera un pedófilo pero tampoco podríamos afirmar lo contrario; en realidad, creo que hay muchos datos, muchos indicios que confirman lo primero; hay morbo en esas fotos y en esos dibujos y un intento de seducción permanente”.
Finalmente: “Carroll es aquí apenas una excusa: se trata en realidad, de observarnos a nosotros mismos. Casi desde el principio yo pensé en una Alicia actual, que seguramente estaría conectada a su celular”.
INFO: Ultimas dos funciones: miércoles 27 de noviembre y miércoles 4 de diciembre a las 21.30 en el Teatro El Grito, Costa Rica 5459.
Cortesía de Clarín
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