Curioso caso el de El plan de la mariposa, septeto oriundo de Necochea que, calladitos y sin levantar mucho la voz, colmó de fans el Estadio Diego Armando Maradona de Argentinos Juniors, en pleno barrio de La Paternal, a pasitos de la casa de toda la vida de Norberto “Pappo” Napolitano. Cinco hermanos (que incluyen trillizos) apellidados Andersen, que cubren dos voces, guitarra, teclados y violín, más dos amigos de toda la vida en bajo y batería.
Casi tres lustros de trayectoria, seis discos publicados de manera independiente, un runrún alimentado por el boca a boca analógico y por las redes sociales, y una propuesta transversal dentro de la clase media acomodada que festejó el recital más importante de su trayectoria, que intenta combinar rock noventoso con toques electrónicos, ciertos climas volados, algunos manierismos progresivos y hasta pinceladas de folklore.
Un pastiche híbrido que no siempre tiene buenos resultados desde lo sonoro. Si bien Sebastián es el frontman del grupo, tanto Camila como Valentín (guitarra) tienen sus momentos personales en la dinámica del concierto (Fuego de febrero y Ella es agua, y Tesoro escondido, respectivamente, al promediar el primer cuarto del show, por citar un ejemplo).
Pero esos instantes parecen planificados más por cuestiones aeróbicas que artísticas. Algo similar ocurre con la estructura de las canciones que, tras un violín puesto en algunos casos con fórceps y no con fantasía, muchas veces desembocan hacia el final con solos de guitarra que arrancan inventivos y terminan con un compendio de clichés evitables, o con epílogos de teclado en la peor tradición del rock progresivo.
Túnel de la vida, Incandescente, Un mal delito entre confiar o morir y La vida cura fue la cuatrifecta de temas elegidos para abrir un recital que comenzó pasadas las 21.30, con un telón de rayos y centellas que hacían presumir de una buena dosis de épica rockera bajo la lluvia, pero que se disipó en la nada, y que se extendió por más de dos horas y media, con un sonido que según denuncias en X (ex Twitter) provocó movimientos sísmicos de 3.0 puntos en la zona.
Hacia la mitad, la festejada dupla de El ángel del 152 (donde Sebastián contó la historia de su composición) y ¿Cómo decir que no?, Romance presentó un final en donde un conjunto de gaiteros no sólo marcó el fade out sino que escoltó al Plan a un pequeño escenario situado en el medio del campo, por sobre el mangrullo de sonido. Sebastián mencionó que sus primeros pasos fueron en lugares de ese tamaño en su “Neco” natal, e interpretaron la folklórica Entrañas, Savia (incluida en Danza de Antalgia, su álbum de 2015 y dedicada a la madre de los Andersen, fallecida por aquel entonces) y Llega llega llega, para luego volver al tablado principal, gaitas de por medio, y encarar la parte final, que incluyó un popurrí de canciones enganchadas y un final a toda orquesta con Esquina de la sombra y El riesgo.
“Te digo que este mundo se merece tu paz”. “Será mejor un trago de sol, juntarnos a hablar sin frenos, para arrancar con viento a favor y hacerle el amor a los sueños”. “Te hiciste bueno en aguantar y ahora no sabes cómo es esto de caer, abrazame y abrazalo”.
“Nadie nunca va a vivir mi vida, mucho menos a morir mi muerte. Con el tiempo estaremos juntos celebrando por ir a la fuente. La fuerza de creer que es por ahí…”. “Estamos en la esquina de la sombra, mirando cómo sale el sol afuera. No paramos de empañar esos vidrios. Hagamos algo, que la vida vuela”. Varios botones azarosos de muestra de algunas letras de El Plan de la Mariposa, que parecen más cercanos a un grupo de autoayuda que a una banda de rock & roll. No importa.
El sábado el grupo vivió la que hasta ahora es su jornada más importante a nivel artístico, y da la sensación de que dentro de su nicho no tiene techo. Los muchos fans festejaran, los también muchos detractores se harán notar, y la vida continuará para todos.
Cortesía de Clarín
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