
No existe un manual redactado por políticos demócratas que contenga un capítulo sobre las salidas de emergencia para los ciudadanos que quieran escapar de las garras de los dictadores.
Las urnas reactivan ciclos; los dictadores roban el futuro de los países. Los demócratas respetan a los opositores; los dictadores, los reprimen y en ocasiones los asesinan.
Nicolás Maduro es un dictador sin profesión política. Fue el heredero elegido por la bicefalia Chávez/Castro. La biología derrocó a Hugo Chávez, y los primeros pasos de Maduro los hizo acompañado de los brazos de Fidel Castro. El objetivo: estrangular el futuro de los venezolanos.
Ya son dos generaciones viviendo en dictadura, pero casi uno de cada tres venezolanos ha decidido romper con el determinismo implantado por el criminal Nicolás Maduro: han salido del país para vivir en libertad.
Michelle Bachelet, personaje que nadie podría decir que se nutre ideológicamente de la derecha, redactó un informe sobre derechos humanos en Venezuela cuando se desempeñaba como Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Año 2019.
La estrategia de Maduro, apuntaba Bachelet en el informe, “ha desmontado el sistema de control constitucional sobre el poder ejecutivo y ha permitido la reiteración de graves violaciones de derechos humanos”.
Seis años después, la situación en Venezuela ha empeorado. El año pasado Maduro sufrió dos derrotas a manos de la oposición encabezada por María Corina Machado: lo venció en las urnas a través de Edmundo González, luego de que el dictador la inhabilitó en las boletas, y lo derrotó a través de una amplia movilización de venezolanos que obtuvieron el 82.7% de las actas originales de las boletas.
Siete de cada 10 que votaron lo hicieron contra Maduro.
Si América Latina hubiera construido un cerco en contra de Maduro, hoy, el dictador estaría fuera del país, pero varios presidentes, incluyendo a AMLO y ahora a Sheinbaum, le han extendido la mano.
La presidenta mexicana tradujo su apoyo en cinco palabras: libre determinación de los pueblos.
¿Qué determinaron 7 de cada 10 venezolanos que votaron?
Lula y AMLO actuaron como miembros de una pandilla antidemocrática. Ambos se agacharon frente al dictador el día después de las elecciones. “Hay que esperar el resultado final de las actas”, dijo AMLO. Luego, guardó silencio.
Uno de los criminales más sanguinarios de la dictadura de Maduro es Jorge Rodríguez. En la cancillería mexicana le abrieron las puertas.
Se trató de uno de los episodios más ominoso del sexenio de AMLO.
¿Cómo mueren las dictaduras?
Maduro nos lo dirá.
Cortesía de El Economista
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