¿Cómo se dice Trabajo Digno?

“Italia es una República democrática fundada sobre el trabajo”. Así de simple y contundente comienza la Constitución italiana. Reconociendo el rol del trabajo como centro organizador de la vida de una sociedad, como emancipador del ser humano, como creador de ciudadanía. Y estas son ideas cargadas de sentido, convicciones que hemos vivido en carne propia en estas pampas, al recibir inmensos flujos de migrantes trabajadores desde la península quienes dejaron su indeleble huella en la construcción de nuestras sociedades, en nuestras instituciones y en nuestra cultura.

Paradójicamente, no parecen los actuales ser buenos tiempos para la Costituzione più bella del mondo. A la ola neoliberal que arrasa con las condiciones de trabajo a nivel mundial, Italia se suma con una creciente precarización, salarios cada vez más bajos (de los más bajos de Europa), una inseguridad tremenda (“3 x día”, es el duro registro de muertes en el trabajo) y la reconocida superexplotación a los migrantes recientes.

En las últimas décadas gobiernos de distinto signo introdujeron cambios en la legislación laboral italiana, buscando maximizar las ganancias patronales en detrimento de las condiciones de trabajo y de vida de quienes tienen que trabajar para vivir; se buscó “flexibilizar” -un término familiar entre nosotros-, retrocediendo en las condiciones laborales a través de una serie de cambios normativos tendientes a: a) desproteger el trabajo ante despidos ilegítimos; b) disminuir la protección laboral en las pequeñas y medianas empresas; c) habilitar la contratación precaria; d) suprimir la responsabilidad solidaria de los empleadores/contratistas ante accidentes laborales.

Por otra parte, una reciente enmienda normativa del gobierno Meloni restringe el derecho ius sanguinis a la ciudadanía italiana.

Ante esta ofensiva sobre derechos laborales y de ciudadanía, la CGIL -la mayor de las centrales sindicales italianas- lideró una campaña para arrancar al Gobierno un referéndum derogativo de las reformas mencionadas: el resultado fue un apoyo de 5 millones de firmantes (excediendo ampliamente el piso legal de 500.000).

La consigna de la campaña fue la del VOTO por el TRABAJO digno, tutelado, estable y seguro. Y por una CIUDADANÍA plena e inclusiva que no discrimine ni excluya a nadie. Un voto contra el abandono, la precarización y la resignación. Los “ítalo-argentinos” hacemos propia la campaña “por el SÍ”, a las 5 preguntas del referéndum, cuya victoria permitirá la entrada en vigencia automática de las cuestiones siguientes:

– Restituir el derecho a la reincorporación de las víctimas de despidos injustificados.

– Abolir el tope indemnizatorio de seis meses en caso de despido en las pequeñas empresas.

– Reinstalar la obligación empresarial de justificar debidamente la contratación por tiempo determinado.

– Reponer la responsabilidad de la empresa contratista principal en caso de accidentes laborales.

– Reducir de 10 a 5 los años de residencia legal en Italia, requeridos para obtener la ciudadanía, conquista decisiva para cerca de 2.500.000 ciudadanas y ciudadanos de origen extranjero que crecen, habitan, estudian y trabajan en Italia.

Como siempre, la comunidad italiana en nuestro país, la más grande del mundo, estará masivamente involucrada en esta consulta. Los sobres electorales ya están llegando a los hogares italo-argentinos. Estamos ante un gran desafío: no basta con que los votos favorables sean mayoría. Para que el referéndum sea válido, el 50 % + 1 de los italianos con derecho a voto debe votar. Por eso nuestro compromiso con esta campaña.

Como decía el Papa Francisco, “la cultura del descarte nos vuelve insensibles”, y por eso hoy el voto es una forma concreta de rebelarnos frente a esa lógica. Lo dice bien la campaña de la CGIL: “Il voto sarà la nostra rivolta”. Y no solo en Italia. En Argentina también atravesamos un momento crítico, con una derecha que busca arrasar con derechos históricos y dinamitar el pacto democrático.

Por eso, desde este sur del mundo, y en un año de elecciones legislativas decimos también: el voto será nuestra revuelta. Este referéndum no es solo una disputa normativa: es una batalla cultural, ética y política. Es la posibilidad de volver a poner en el centro a las personas, al trabajo, a la solidaridad. De demostrar que otra Italia, otra Argentina —y otro mundo— son posibles.

Y reiteramos: dignidad en Italia se dice SÌ (acento al revés) y en Argentina se dice SÍ. Desde Buenos Aires hasta Roma, desde Córdoba hasta Bologna, levantamos la voz por lo que vale la pena ser defendido. Por eso decimos fuerte y claro: ¡5 veces SÍ! ¡Viva Italia, viva la Argentina!

Cortesía de Página 12



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