¿Cómo se excava una tumba en Egipto? Un viaje a las necrópolis del Nilo

Aunque hayan pasado más de dos siglos desde que Jean-François Champollion descifrase la escritura jeroglífica, el interés por la egiptología no ha disminuido ni un ápice. Al contrario. El revuelo mediático que han causado algunos descubrimientos recientes, como el de la tumba de Tutmosis II, demuestran que el antiguo Egipto está más vivo que nunca. Dejando a un lado la fascinación que esta antigua civilización despierta, no hay que olvidar que la excavación de la tumbas en Egipto es un proceso minucioso y multidisciplinario, en el que confluyen una gran diversidad de metodologías científicas y tecnológicas para desentrañar los misterios de una cultura milenaria. ¿Cómo se excava, entonces, una tumba egipcia? A continuación, exploraremos los pasos esenciales que se siguen en las excavaciones arqueológicas de las necrópolis egipcias, desde la planificación inicial hasta la preservación y análisis de los hallazgos.

Planificación y estudio preliminar

Antes de iniciar la excavación, es fundamental realizar un estudio exhaustivo del terreno. Para ello, los arqueólogos utilizan diversas fuentes, como inscripciones antiguas, documentos históricos y mapas geológicos, para determinar la ubicación de los posibles enterramientos. Las fuentes escritas egipcias, como los textos funerarios y los registros administrativos de templos y tumbas previamente exploradas, a menudo ofrecen pistas sobre la localización de nuevas estructuras sepulcrales.

Además, se llevan a cabo prospecciones con tecnologías no invasivas, como el radar de penetración terrestre (GPR) y la fotogrametría aérea, que permiten detectar estructuras sepulcrales sin alterar el sustrato. El uso de drones y sensores remotos ha revolucionado la arqueología, ya que permiten localizar anomalías en el terreno que respondan a la presencia de tumbas ocultas bajo la arena del desierto.

Pirámides egipcias
Pirámides del antiguo Egipto. Fuente: Pixabay

El inicio de la excavación: desenterrando el pasado

Una vez identificado el sitio, se procede a la excavación manual y mecánica. Las capas de tierra se retiran de manera estratigráfica, y cada nivel se documenta con fotografías, dibujos y registros detallados. En esta fase, se utilizan herramientas como pinceles, espátulas y tamices para garantizar que ningún hallazgo, por pequeño que sea, pase desapercibido.

El trabajo en equipo es esencial, ya que cada miembro del equipo arqueológico tiene un rol específico. Excavadores, fotógrafos, geólogos, epigrafistas y restauradores trabajan en conjunto para garantizar que la información se registre de manera adecuada.

Las tumbas egipcias suelen estar selladas, lo que permite que su contenido se conserve en relativo buen estado. Sin embargo, en muchas ocasiones los saqueadores de antigüedades han accedido a ellas en tiempos antiguos o modernos, lo que complica el análisis estratigráfico. En estos casos, los arqueólogos deben reconstruir la secuencia original de los hallazgos a través del minucioso análisis de los restos dispersos.

La documentación arqueológica

La documentación rigurosa de los hallazgos constituye uno de los aspectos más cruciales de la excavación. Cada objeto encontrado se registra con precisión, incluyendo su posición, contexto y relación con otros elementos de la tumba. Se realizan dibujos y escaneos tridimensionales que permiten reconstruir digitalmente la disposición original de la tumba y sus ofrendas funerarias. La digitalización de las tumbas, de hecho ha permitido crear modelos en 3D accesibles para investigadores y el público en general que facilitan la preservación virtual de estos espacios.

El registro de inscripciones jeroglíficas supone otra parte esencial de la documentación. Los epigrafistas transcriben y traducen los textos funerarios, que pueden revelar información sobre el difunto, sus títulos y las creencias sobre la vida después de la muerte. Estos textos, que a menudo incluyen conjuros y fórmulas mágicas, reflejan la cosmovisión del Antiguo Egipto y permiten entender mejor sus prácticas funerarias.

Recreación fantasiosa de Tutankamón
Recreación fantasiosa de una estatua de Tutankamón. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El análisis del material hallado

Los objetos extraídos de la tumba se trasladan a los laboratorios para su estudio. Los materiales orgánicos, como los textiles y los restos humanos, requieren condiciones especiales de conservación para evitar su deterioro. Así, se aplican análisis químicos y de ADN para obtener información sobre la dieta, las enfermedades o las relaciones de parentesco de los individuos enterrados. Los estudios de las momias han revelado datos fascinantes sobre la salud y las prácticas médicas del Antiguo Egipto, desde evidencias de intervenciones quirúrgicas hasta la presencia de enfermedades como la tuberculosis o la arteriosclerosis.

Por otro lado, los objetos inorgánicos, como las cerámicas y las estatuillas, se someten a estudios tipológicos para determinar su procedencia y cronología. Las piezas de cerámica permiten fechar la tumba con gran precisión, ya que los estilos decorativos y las técnicas de fabricación cambiaron a lo largo del tiempo. Las joyas y amuletos hallados en las tumbas también aportan información sobre la religiosidad y las creencias del difunto, ya que a menudo incluyen símbolos protectores como el ojo de Horus o el escarabajo sagrado.

Restauración y conservación

Una vez analizados, los hallazgos pueden necesitar ser restaurados. La conservación preventiva es clave para evitar el deterioro de los materiales frágiles. En algunos casos, se aplican técnicas de consolidación con resinas o tratamientos químicos para estabilizar los objetos deteriorados. Los papiros encontrados en las tumbas, por ejemplo, deben ser cuidadosamente humidificados y desenrollados para evitar que se desintegren.

Los sarcófagos y esculturas de piedra también requieren tratamientos específicos para prevenir la erosión y el desgaste por la exposición al aire y la luz. El equilibrio entre la conservación y la exhibición es un desafío constante, ya que algunos objetos pueden ser demasiado frágiles para su exposición al público.

Horus
Estatua de Horus. Fuente: Pixabay

Interpretación y divulgación de los hallazgos

El trabajo de excavación no concluye con la extracción de los objetos. Hay que contextualizar los hallazgos deben ser contextualizados y analizarlos en relación con el conocimiento existente sobre el Antiguo Egipto.

En esta fase, se publican informes académicos, se divulga en medios y se organizan exposiciones en museos para difundir los descubrimientos al público. Gracias a los avances tecnológicos que permiten la recreación virtual de tumbas completas, podemos explorar estos espacios a través de visitas inmersivas que no dañan los espacios.

Además, la digitalización de los datos permite que investigadores de todo el mundo puedan acceder a la información y contribuyan a su interpretación. Los proyectos de egiptología digital han facilitado la comparación de hallazgos entre diferentes sitios arqueológicos, lo que enriquece el conocimiento sobre las prácticas funerarias egipcias.

De la sombra a la luz: generando conocimiento en egiptología

Excavar una tumba en Egipto es un proceso que va más allá de la simple extracción de objetos antiguos. Se trata de un meticuloso trabajo interdisciplinario que combina tecnología, metodología científica y un profundo respeto por la historia.

El legado de la arqueología egipcia no solo reside en los objetos hallados, sino en la información preciosa que nos proporciona sobre una de las civilizaciones más fascinantes de la historia. Gracias al esfuerzo de generaciones de arqueólogos, seguimos ampliando nuestro conocimiento sobre el Egipto faraónico y su extraordinaria cultura funeraria.

Referencias

  • Barba Colmenero, Vicente y Alberto Fernández Ordóñez. 2021. Todo lo que hay que saber de arqueología. Una introducción a la ciencia del pasado. Madrid: Pinolia

Cortesía de Muy Interesante



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