Mientras sigue el éxito a sala llena de La Sirenita en el teatro Gran Rex, ya se sabe cuál será el musical que subirá a escena en la misma temporada en 2026. Es Charlie y la fábrica de chocolate.
Muchos conocen a Willy Wonka por la película de Tim Burton, protagonizada por Johnny Depp, estrenada hace 20 años, en 2005. Para los que no la vieron o no leyeron el libro de Roald Dahl, el Charlie del título es un niño (Freddie Highmore en el filme) de una familia pobre que consigue uno de los cinco tickets dorados para conocer la fábrica de chocolate más grande del mundo, cuyo dueño es Willy Wonka (Depp).
El musical tuvo su première mundial en 2013 en el West End londinense, y en 2017 en Broadway, en el teatro Lunt-Fontanne.
A partir de la noticia, hablamos con Carlos Rottemberg, uno de los productores de Charlie, y que ya lo fue de Matilda, School of Rock y La Sirenita, que compró los derechos de la obra musical.
-¿Cómo eligieron y por qué “Charlie y la fábrica de chocolate”? ¿Cuál es la razón por la que suelen comprar derechos de musicales que primero fueron películas?
-Primero marquemos que acá somos tres empresas productoras, Mariano Pagani y Magalí Altman (MP Producciones) y Fernando Moya y Pablo Kohlhuber (Ozono Producciones) y nosotros, mi hijo Tomás y yo.
Es verdad que en lo personal Matilda tuvo toda una historia que a lo mejor no sé si la sabés. Nuestra hija se llama Matilda. Esta vez, yo tengo un video del año pasado desde Londres con los chicos gritando, saltando, que los dos querían La Sirenita, pero en este caso es distinto. Nosotros en octubre del 2015 con Karina, mi mujer, viajamos a Londres y nos guardamos para la última noche que fue la del martes 20 de octubre ver Charlie, porque en el 2013 habíamos estado los dos, dos años antes, viendo Matilda y nos interesó el material. Nos interesó el autor (Roald Dahl) y a partir de él nos guardamos la última noche para ver Charlie.

Y lo más pintoresco es que llegamos al teatro, queríamos antes comernos un sándwich y entramos a un boliche que estaba, y la única pareja que estaba en el mostrador comiendo también un sándwich es la de Mariano Pagani y su mujer Mimi. Sin saber, claro, que años después íbamos a estar asociados en hacer musicales, e íbamos a tener los derechos de Charlie y la fábrica de chocolate. No sé si uno lo llama casualidad o causalidad, pero lo concreto es que los cuatro comimos el sanguchito antes de comenzar la función de Charlie. Después, cada uno fue a sus butacas y no nos volvimos a ver.
Otra connotación familiar era que estábamos con el problema del tratamiento de fertilidad y caminando para Picadilly Circus llamamos al médico. Quedamos con el médico que volvíamos al día siguiente y que encarábamos el próximo tratamiento. Y efectivamente, ése fue el 7.º tratamiento donde queda embarazada de Nicolás, que nació en julio del 2016. Por lo tanto, siempre nos quedó que la última obra que vimos antes del embarazo fue Charlie y la fábrica de chocolate.
Vos podrás decir ¿qué tendrá que ver? Pero bueno, todo esto de los musicales para nosotros está fuera de nuestra empresa habitual de 50 años de teatro, y tiene que ver con una premisa que tenemos autoimpuesta y es que solo vamos a hacer los musicales que llevaríamos a ver a nuestros hijos, y que todos tengan un nivel de calidad. Bueno hasta ahora yo siento que lo venimos teniendo.

-Cuando se adquieren los derechos, ¿qué quiere decir? ¿Que se adquiere el libro y se adquiere la música?
-No es una réplica. Una de las consignas es poder adaptarnos a la idiosincrasia argentina. Tal vez lo que a veces no podemos lograr es el tema de la duración, porque este tipo de obras son largas. No fue el caso de La Sirenita, que Disney aceptó la versión que ellos mismos propusieron, acotada. Pero teniendo libertad el equipo creativo de Argentina para convertirlo en un producto nacional sobre un material que tiene mucha historia.
-Cuando elegís una obra, ¿ya pensás, tenés una idea de quiénes pueden encarnar los papeles protagónicos?

-Nuevamente el elenco va a ir saliendo por requerimiento de los papeles, pero fundamentalmente por casting. Nos gusta lo del casting. Nosotros con La Sirenita incluso dijimos que íbamos a hacer audiciones para Ariel. Muchos no nos creyeron y terminaron sorprendidos porque se hizo lo que se dijo, y eso también tiene que ver con la propuesta.
Cuando decimos que la temporada dura de tal fecha a tal otra, aunque hagamos un récord histórico de espectadores, cumplimos lo que prometimos. Lo del precio de la entrada, no cambiamos el precio. El año pasado dijimos “va a haber entrada de tal precio” y lo garantizamos hasta el último día, incluyendo las vacaciones de invierno. Y así va a ser hasta el 3 de agosto.
-¿El equipo creativo y las cabezas de equipo van a ser las mismas?
-Sí. Sin este grupo de gente talentosa -también desde el marketing- en esos rubros, en los equipos creativos, de dirección, dirección de actores, que es idéntico con el que venimos trabajando en Matilda, School of Rock y La Sirenita, y ahora que se convierte esto en la 4.ª propuesta, en el mismo Gran Rex, en las mismas fechas junio y julio con temporada limitada a este periodo de tiempo.
-¿De qué inversión global estamos hablando?
-Cuando hablamos de inversión, estos musicales requieren una cantidad de gente enorme. Después del éxito de Matilda, que fue superior al de School of Rock, que sabíamos que iba a ser más limitado en ese sentido, lo que está pasando acá con La Sirenita sorprende a todos, incluido a la gente de Disney, porque estamos hablando del récord histórico en dos meses de una obra teatral. No es una réplica de un programa de televisión. A nosotros mismos, agradablemente, nos sorprende lo que está pasando. Sí, la inversión es enorme. Si el público responde como está respondiendo, vamos para adelante, porque en definitiva estamos reinvirtiendo, como hice en lo personal durante 50 años con el teatro habitual mío, reinvirtiendo lo que lo que el público te va dando para que siga girando la rueda.
Y sobre todo porque sigue apareciendo talento para hacer este este género que hace 30 años era casi impensado. Y eso está bárbaro, porque la única manera de seguir teniendo creativos y artistas del género es buscando más propuestas para hacer. Si no, se corta la rueda.
-¿Cómo fue la experiencia de la función distendida de “La Sirenita”?
Video
La función distendida de La Sirenita
-Fue una de las cosas más emocionantes que recuerdo en mis 50 años de trabajo en el teatro. Emocionante. Hay que vivirlo, hay que vivirlo. De hecho, nos quedamos todos atados, sin poder salir de aquí, de la sala. Y a mí me gusta decir que esto también tiene que ver con la responsabilidad del teatro. Tanto hablar de números y tanto hablar de los récords, y cuando pasan estas cosas te sentís maravillado. Justamente el viernes 18 viene un grupo de chicos del Hospital Garrahan a ver la función como invitados, algunos en sillas de ruedas y algunos con oxígeno. No sabés cómo espero la función del 18, porque siento que el teatro también hace bien cuando pasan esas cosas.
-¿En qué consistió la inclusión?
-Era conmovedor. Los chicos con autismo, o los chicos sordos cómo respondían en el saludo final levantando las manos, porque no aplauden justamente por su condición. Había un QR que te contaba el programa en audio, el braille, la traducción… A los chicos no videntes antes de la función los llevamos para que toquen el vestuario, y se les explicó cómo era el vestuario, y después en el audio que está en el QR en el programa les están contando cómo está vestido cada personaje.
Cortesía de Clarín
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