Composición del gasto público tiene la capacidad para impulsar el crecimiento económico: FMI

Los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) reconocieron que existe una amplia gama de determinantes que influyen en la eficiencia y asignación del gasto público. Pero advirtieron que no todas las composiciones fortalecen el crecimiento económico.

En el primer capítulo que liberaron del reporte semestral Fiscal Monitor, resaltaron que puede haber detrás de la asignación de gasto, variables cíclicas como elecciones y crisis; factores estructurales, como la demografía y la ideología política así como variables políticas e institucionales, como la rigidez del gasto y la gestión de la inversión pública.

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En el citado documento refirieron a la evidencia para advertir que las condiciones macroeconómicas y los factores sociodemográficos son los determinantes más sólidos en la eficiencia y la asignación del gasto público.

Pero agregaron que “la calidad institucional, la gobernanza y las instituciones fiscales también desempeñan un papel importante”.

Al interior del capítulo 1, titulado “Gasto inteligente: Cómo dirigir el gasto público de forma inteligente para incentivar a la economía”, destacaron que la fragilidad y los conflictos se asocian también con una menor eficiencia del gasto, como resultado de las debilidades institucionales y los daños a la infraestructura.

En el primer capítulo que liberaron del reporte semestral Fiscal Monitor, resaltaron que “la evidencia sugiere que la calidad institucional y la gobernanza influyen considerablemente en la eficiencia del gasto”.

Pues muestran una mayor eficiencia en el gasto público en inversión, en educación, en investigación y desarrollo. “Esto probablemente se deba a una mayor planificación y transparencia en la supervisión”.

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El documento completo será base de análisis para los 191 miembros del FMI que asistirán a las Reuniones Anuales del FMI y el Banco Mundial, a realizarse la próxima semana, del 14 al 18 de octubre, en las sedes institucionales de ambos organismos, en Washington D.C.

Cortesía de El Economista



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