
Hace unos días, el buen Chavo Solerssi me escribió para invitarme a desayunar a un lugar que a él se le hizo fantástico. Me habló de sazones únicos y de una comida auténtica.
Y pues para ello estoy, y quedamos de vernos a desayunar al día siguiente. A él lo había llevado una sobrina sueca que está teniendo en Guadalajara un semestre de intercambio.
Llegamos a este restaurante sencillo y sin pretensiones. Antes, ahí era solamente una casa de una cooperativa oaxaqueña para promover el arte y la cultura de ese Estado.
Con la pandemia, y para subsistir, empezaron a vender tamales y chocolate; así, con la demanda de la clientela, ampliaron su menú a lo que ahora es uno en forma.
Llegamos puntuales a las 9:00 a. m. y nos dispusimos, con toda la actitud, a ordenar. No sin antes dar el primer sorbo a un café de olla con todo su sabor.
Iniciamos con una tlayuda mixta ($149). En esta tortilla grande (unos 45 cm de diámetro), muy delgada, que dejan dorar al comal, le ponen su buen asiento y una buena embarrada de frijol negro y quesillo deshilachado por toda su superficie, unos pedacitos de tomate y, de proteína, cecina de res (que es un corte muy delgado y suave, muy utilizado en esa región; no la que comúnmente conocemos acá, que es un pedazo de carne de res casi transparente y muy dorado) y carne adobada, que es de cerdo. Unas rebanadas de aguacate y col. La doblan por la mitad y la cortan en dos, como si fuera una quesadilla muy grande. Deliciosa y con una manifestación de sabor inigualable. Texturas, sabores, contrastes muy presentes.
Tienen también de pollo, de quesillo, o bien de sólo verdura.
Seguimos con unas enfrijoladas ($109). Son tres dobladas, muy bien bañadas por un frijol negro que rebajan con caldo de pollo y que, en licuadora, ligan para tener este frijol aguado y muy uniforme a manera de salsa. De excelso sabor. En su interior, sólo quesillo: suave y de sabor delicado. Coronan con una lluvia de queso fresco desmoronado y láminas de aguacate en cada enfrijolada. Ya nada más queda ponerle de su salsita de chile de árbol, de picor alto, y disfrutar. Buenazas.
Para cerrar, no podía dejar pasar probar unos buenos chilaquiles con mole negro ($119) y chapulines ($35), una verdadera fiesta para el paladar. Con tortillas hechas a mano, un poco más gruesas que lo normal, doradas como totopos y muy bien impregnadas de este maravilloso mole negro, que es suave, pero picante, bajo, pero un poco dulce y también salado. Que, en combinación con el quesillo que ponen encima y esos chapulines que le dan ese saborcito como a soya y limón, hacen que este platillo sea muy redondo y magnífico. Se acompañan con frijol refrito (este es peruano, no negro). Sin duda, mi favorito de la mañana.
Tienen también pozole, memelitas, tamales, molletes, caldo mixteco, moles de diferente color y muchos platillos típicos de Oaxaca. Sin duda, un lugar para volver y probar otras delicias. ¡Larga vida, Alma Mixteca!
¡Sé feliz!
Evaluación
Comida 5
Lugar 4
Servicio 4.5
Alma Mixteca
Domicilio: Calle Gabriel Ramos Millán 39, Ladrón de Guevara, Americana, Guadalajara, Jal.
Horario: Martes a domingo de 9:00 am a 5:30 pm.
IG: @almamixteca.
Teléfono: 3321522777.
CT
Cortesía de El Informador
Dejanos un comentario: