Durante siglos, la narrativa tradicional sobre las incursiones vikingas en Gran Bretaña presentó una historia protagonizada casi en exclusiva por los hombres. Sin embargo, investigaciones recientes han comenzado a revelar el papel activo y polifacético que desempeñaron las mujeres vikingas en los procesos de conquista, asentamiento y aculturación entre los siglos VIII y XI d.C. Las evidencias arqueológicas, así como algunas fuentes escritas, muestran que muchas de ellas fueron migrantes autónomas, líderes de sus comunitarias, viajeras transnacionales y, en algunos casos, incluso portadoras de armas o especialistas rituales. Exploramos la presencia de estas mujeres en Inglaterra, Escocia, Gales y la Isla de Man durante la llamada Era Vikinga.
Las fuentes escritas: una visibilidad limitada, pero reveladora
Las fuentes escritas anglosajonas apenas mencionan a las mujeres vikingas, y cuando lo hacen, lo hacen de manera tangencial. La primera mención explícita de mujeres y niños vikingos en Inglaterra data del año 893, cuando el Chronicon Anglo-Saxonum relata su captura por parte del rey Alfredo durante una incursión. Aunque no se describe a estas mujeres como combatientes, su presencia como parte del grupo migrante que acompañaba a los ejércitos revela su papel dentro del proceso de asentamiento. En los años siguientes, estas mujeres también aparecen como residentes en reinos bajo control vikingo, como East Anglia.
En Escocia y Gales, la escasez de crónicas locales del periodo vikingo ha dificultado la identificación de mujeres en los textos. En la Isla de Man, por su parte, las menciones a mujeres aparecen tardíamente. No obstante, las inscripciones rúnicas ofrecen pistas valiosas, ya que registran nombres femeninos en contextos escandinavos y mixtos. Así, destacan los casos de Þorgerðr, hija de Steinar, en las Hébridas Exteriores, y Gunnhildr, mencionada en Thurso, Escocia.
En la Isla de Man, un 25 % de los nombres registrados en inscripciones rúnicas corresponden a mujeres. Muchas de ellas se describen como madres, esposas o hijas, y una de ellas, Þúríðr, se identifica como talladora de runas.
Además, algunos topónimos ingleses, como Raventhorpe, derivan de nombres femeninos escandinavos, lo que sugiere que algunas mujeres pudieron ser propietarias de tierras e incluso líderes locales. Con todo, la datación de estos nombres es difícil y su procedencia exacta incierto.
Evidencias arqueológicas: la presencia física y cultural
Frente al silencio parcial de las fuentes escritas, la arqueología ofrece pruebas contundentes de la presencia femenina vikinga en Gran Bretaña. Las inhumaciones con ajuares, especialmente aquellas con broches ovales escandinavos, constituyen una señal inequívoca de su presencia en los asentamientos. En Inglaterra, seis enterramientos se han identificado desde el puntode vista osteológico como femeninos, muchos con ajuares ricos de factura típicamente escandinavos. En este sentido, destaca el cementerio de Cumwhitton, en Cumbria, donde una tumba con broches ovales y otros objetos vikingos alberga el cuerpo de una mujer adulta.
En Escocia, el número de enterramientos femeninos identificados es aún mayor. Los ajuares funerarios de mujeres vikingas en Orkney y las Hébridas son particularmente ricos, como el caso de la anciana sepultada en una barca funeraria en Scar (Sanday) o la mujer hallada con un infante en Westness, ambas en Orkney.
La tumba más lujosa hallada en Cnip (Lewis) pertenecía a una mujer de entre 35 y 40 años enterrada con más de cuarenta cuentas de vidrio, broches, cuchillos, agujas y otros objetos. En la Isla de Man, la llamada Dama pagana de Peel fue sepultada con un collar de 73 cuentas, objetos domésticos y, lo más llamativo, un bastón de hierro de un metro de largo. Este bastón podría ser un seiðr-staff, instrumento ritual.

Procedencia y movilidad: migrantes del mundo vikingo
Los análisis isotópicos han permitido conocer el origen de algunos de estos individuos. Frente a la visión tradicional que sostenía una migración directa desde Escandinavia, muchos de estos individuos femeninos pasaron su infancia en otras partes de las Islas Británicas o Irlanda. Posteriormente, se integraron en comunidades vikingas.
Un ejemplo de esto se observa en tres mujeres enterradas en Escocia con elementos culturales que las conectan con las poblaciones escandinavas. Estas mujeres crecieron fuera de Escandinavia: una en el norte de Inglaterra o Escocia, otra posiblemente en Irlanda. Esto confirma la existencia de una red de migración interna en el mundo vikingo insular.
En lo que respecta el caso de Inglaterra, un cuerpo femenino hallado en la fosa común de Repton —asociada al Gran Ejército vikingo que invadió en 865— creció en Europa continental o en la región báltica. Otra, sepultada en Adwick-le-Street (Yorkshire), podría haber crecido en la región de Trondheim (Noruega). Las evidencias prueban que estas mujeres operaron como agentes de contacto cultural. Fueron esposas y madres, pero también transmisoras del idioma, las creencias y las prácticas escandinavas.
Más allá del hogar: ritualistas, inscriptoras y tal vez guerreras
Aunque la mayoría de las mujeres vikingas en Gran Bretaña parecen haber ejercido roles familiares tradicionales, las evidencias permiten vislumbrar otras funciones. La existencia de mujeres sepultadas con ajuares suntuosos o instrumentos rituales sugiere tanto su estatus social como su especialización profesional. Algunas podrían haber sido practicantes de rituales mágicos o religiosas: el bastón de hierro hallado en Peel y la figura femenina de la estela rúnica Kirk Michael VII (Man) evocan a las vǫlur o hechiceras escandinavas.
Por otro lado, aunque no hay pruebas concluyentes de guerreras, algunos entierros con armas acompañadas de broches femeninos podrían apuntar en esa dirección. Un ejemplo lo connstituye el entierro de Heath Wood (Derbyshire), donde una mujer cremada se sepultó con un niño y un conjunto de armas. Sin embargo, los expertos coinciden en que la presencia de guerreras, si existió, fue muy limitada y excepcional. Más probable es que estos objetos tuvieran un valor simbólico, ritual o de prestigio, como han sugerido recientes estudios sobre amuletos escandinavos.

Colonas y agentes de aculturación
Una de las aportaciones más significativas de este estudio es la idea de que muchas mujeres no llegaron después de las conquistas, sino que ya formaban parte de los primeros contingentes migratorios. Por tanto, participaron activamente en el proceso de ocupación. El hecho de que fueran enterradas en los años de las campañas del Gran Ejército vikingo indica que viajaron desde el principio con los ejércitos, y que pudieron desempeñar un papel clave en la integración cultural con las comunidades anglosajonas.
Su presencia habría facilitado el establecimiento de redes familiares, la transmisión del idioma y la reproducción de prácticas culturales en el exilio. En este contexto, las mujeres vikingas actuaron como artífices de la consolidación y adaptación del mundo vikingo fuera de Escandinavia.

Las mujeres, esenciales en la consolidación del poder vikingo
El perfil de las mujeres vikingas que ocuparon Gran Bretaña entre los siglos VIII y XI resulta mucho más complejo y dinámico de lo que la historiografía tradicional ha supuesto. A través del análisis de entierros, inscripciones rúnicas, topónimos y fuentes escritas, queda claro que estas mujeres no solo siguieron a los varones en la guerra o el asentamiento, sino que también viajaron, lideraron, ritualizaron, negociaron y construyeron nuevas identidades culturales en tierras extranjeras.
Algunas se dedicaron principalmente a los cuidados. Otras se destacaron como migrantes autónomas, ritualistas, inscriptoras y —quizá— guerreras. Todas ellas, en mayor o menor medida, participaron de un fenómeno migratorio que redefinió no solo el mapa político de las Islas Británicas, sino también su paisaje cultural. Reconocer su protagonismo nos permite escribir una historia más completa, más humana y más justa del mundo vikingo.
Referencias
- McLeod, Shane. 2025. “Migrants, Conquerors, Settlers: Viking Women in Britain”, en Michèle Hayeur Smith y Alexandra Sanmark (eds.), The Hidden Lives of Viking Women: Archaeological and Historical Perspectives, pp. 43–58. Oxbow Books. DOI: https://doi.org/10.2307/jj.25003737.9.
Cortesía de Muy Interesante
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