COP30 en Brasil: ¿tiene sentido hacer una cumbre climática a la que no asistirán Trump, Xi y otros líderes mundiales?

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    • Autor, Justin Rowlatt
    • Título del autor, Editor de Clima de la BBC

Hay una fotografía, tomada hace diez años en París, que hoy parece una reliquia.

En ella, decenas de hombres y mujeres vestidos con trajes oscuros se ponen en fila frente a una enorme pancarta que dice COP21 París.

En el centro, el entonces primer ministro británico David Cameron muestra una amplia sonrisa mientras está parado al lado del futuro rey Carlos III, delante del presidente chino Xi Jinping.

En el extremo derecho se ve al entonces presidente de EE.UU. Barack Obama conversando con alguien que queda fuera del marco de la foto, porque había tantos líderes en fila aquel día que le quedó difícil al fotógrafo incluirlos a todos al mismo tiempo.

Líderes mundiales posan para una foto en grupo durante COP21, la Conferencia sobre el Cambio Climátioc de la ONU

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Qué imagen tan diferente a la fotografía en familia tomada el jueves cuando se juntaron los asistentes a la cumbre de la COP30 en Brasil.

Xi y Modi (de India) no asistieron, al igual que los líderes de unos 160 países más. También muy notable fue la ausencia del presidente de EE.UU. Donald Trump.

De hecho, el gobierno de Trump se había retirado del proceso por completo y dijo que no enviaría representantes de alto nivel este año.

Esto plantea la pregunta: ¿por qué sostener una reunión multinacional de dos semanas cuando muchos de los líderes mundiales no están allí?

Christiana Figueres, exdirectora de la convención sobre el climático de la ONU que auspició la firma del Acuerdo de París, manifestó durante la reunión del año pasado que el proceso de la COP “no cumplía con sus propósitos”.

“La era dorada de la diplomacia multilateral terminó”, coincide Joss Garman, otrora activista del clima que ahora lidera un nuevo centro de análisis llamado Loom.

Líderes mundiales posan para una foto durante la Confererencia de la ONU sobre el Cambio Climático COP30 en Belém, Brasil

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“La política del clima ahora se trata más de quién acapara y controla los beneficios económicos de las industrias de las nuevas energías”, me comenta.

Con las emisiones de dióxido de carbono aumentando aún después de 29 de estas cumbres -cuyo objetivo, después de todo, es disminuirlas- ¿qué diferencia podrán hacer más reuniones de la COP?

Trump y el “engaño” del clima

En su primer día de regreso al poder en enero pasado, Trump aprovechó para retirar a EE.UU. del Acuerdo de París, el tratado de la ONU de 2015 bajo el cual las naciones del mundo acordaron colaborar para tratar de mantener el aumento de las temperaturas globales por debajo de 1,5°C.

“Este ‘cambio climático’ es el mayor engaños jamás perpetrado contra el mundo”, manifestó Trump ante la Asamblea General de la ONU en septiembre. “Si no te alejas de esta estafa verde, tu país va a fracasar”.

El presidente ha revertido las restricciones al petróleo, gas y carbón, aprobado miles de millones de dólares en exenciones fiscales para las compañías de combustibles fósiles, y abriendo terrenos del gobierno federal para la explotación de hidrocarburos.

Además, Trump y su equipo han exhortado a los gobiernos de todo el mundo a que abandonen sus “patéticos” programas de energía renovable y que compren petróleo y gas estadounidenses, en algunos casos bajo el riesgo de ser sometidos a aranceles punitivos si no lo hacen. Japón y Corea del Norte, así como Europa, ya han acordado gastar miles de millones de dólares en hidrocarburos.

El objetivo es claro: Trump afirma que quiere convertir a EE.UU. en “la primera superpotencia energética del mundo”.

Entretanto, se ha encargado de desmantelar la agenda energética de su antecesor Joe Biden.

El príncipe William y el primer ministro de Gran Breatña, Keir Starmer, se dan la mano con el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, durante la COP30

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Los subsidios y exenciones fiscales para la energía eólica y solar han sido drásticamente recortados, los permisos retirados y muchos proyectos cancelados. Los fondos para la investigación también se han reducido.

“La energía eólica en Estados Unidos ha sido subsidiada durante 33 años; ¿no es eso suficiente?”, respondió el secretario de Energía Chris Wright cuando le pedí que explicara la política del gobierno de Trump cuando lo entrevisté en septiembre. “Deberían de ser capaces de funcionar por su propia cuenta después de 25 o 30 años de subsidios”.

John Podesta, alto asesor sobre el clima de Obama y Biden, ve las cosas diferentes. “Estados Unidos está usando una bola de demolición contra la energía limpia”, sostiene.

“Están tratando de devolvernos no al siglo XX, sino al XIX”.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, sostiene una orden ejecutiva que anuncia el retiro de EE.UU. del Acuerdo de París

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El mes pasado, un acuerdo sin precedentes que hubiera reducido las emisiones globales del transporte marítimo se abandonó después de que EE.UU. y Arabia Saudita lograran frenar las conversaciones.

Muchos defensores de las conversaciones de la COP están preocupados. ¿Qué pasará si la posición de EE.UU. lleva a otros países a reducir sus compromisos?

Anna Aberg, investigadora asociada del Centro de Medio Ambiente y Sociedad de Chatham House, dice que la COP está “celebrándose en un contexto político muy difícil” dada la postura de Trump.

“Creo que es más importante que nunca que esta COP envíe algún tipo de señal al mundo de que todavía quedan gobiernos, empresas e instituciones que están tomando acción sobre el cambio climático”.

Demasiado tarde para ganar al tenis de mesa

Trump y Xi no estarán presentes en la cumbre.

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La estrategia de Trump coloca a EE.UU. rumbo a una colisión con China, que también ha estado trabajando durante décadas para dominar las fuentes de energía del mundo, pero a través de tecnologías limpias.

En 2023, las tecnologías limpias impulsaron casi el 40% del crecimiento económico de China, según el sitio especializado en clima Carbon Brief. Tras una leve desaceleración el año pasado, las energías renovables representaron una cuarta parte de todo el nuevo crecimiento y ahora constituyen 10% de toda la economía china.

Y, como en los Estados Unidos de Trump, China está llevando su modelo energético a nivel global.

Filas y filas de paneles solares en la ciudad de Huzhou, provincia de Zhejiang, China

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Esa división ha transformado el debate climático. Ahora es uno que enfrenta a las dos superpotencias del mundo por el control de la industrial más esencial de la Tierra.

Y deja a Reino Unido y Europa -así como a las importantes potencias emergentes como India, Indonesia, Turquía y Brasil- atrapadas en el medio.

Hablando en la conferencia de este año, una fuente gubernamental de un país desarrollado expresó: “De todas las cosas por las que están aterrorizados, la mayor es parecer estar criticando a Trump”.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von del Leyen, advirtió el mes pasado que Europa no debe repetir lo que ella catalogó como los errores del pasado y perder otra industria estratégica frente a China.

Tildó la pérdida de la base de fabricación de placas solares en Europa frente a rivales chinos de “una historia aleccionadora que no debemos olvidar”.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante una rueda de prensa

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La Comisión Europea vaticinó que el mercado de renovables y otras fuentes de energía limpia crecerán de US$694.000 millones a unos US$2,3 billones dentro de una década y quiere que Europa capte por lo menos 15% de este.

Pero esa ambición puede haber llegado demasiado tarde.

“China ya es la superpotencia mundial en tecnologías limpias”, asegura Li Shuo, director del Centro Climático de China del Instituto de Política de Asia. Indica que su dominio en tecnologías como la solar y la eólica, los vehículos eléctricos y las baterías avanzadas es ahora “virtualmente inalcanzable”.

Lo compara a tratar de vencer al equipo nacional de China de tenis de mesa: “Si quisite superar a China, debiste haberte puesto en ello hace 25 años. Si lo quieres hacer ahora, no tienes ninguna esperanza”.

China produce más del 80% de los paneles solares del mundo, una cantidad similar de baterías avanzadas, y más de 60% de las turbinas eólicas, todo a costos fenomenalmente bajos.

La medida reciente de la UE de elevar los aranceles a los vehículos eléctricos chinos refleja la escala del dilema. Si abren el mercado y la industria automotriz colapsará; si lo cierran, sus metas ambientales no se cumplirán.

La restricción del acceso de los productos chinos a esos mercados ralentizará el proceso de reducción de emisiones, indica Joss Garman, pero arguye que “si ignoramos los interrogantes sobre la seguridad económica, empleos o seguridad nacional, eso puede socavar el apoyo público y político a toda la política climática”.

Ahora, con estos cambios de dirección de las políticas y prioridades globales, Anna Aberg dice esperar que la COP se transforme en un foro anual de “rendición de cuentas” de países y otras organizaciones, algo que cree que sigue siendo un “importante”.

La reunión en Brasil sucede después del reconocimiento del secretario general de la ONU, António Guterres, de que el límite de 1,5°C establecido en París será sobrepasado; esto, ha dicho, representa una “negligencia mortal” por parte de la comunidad mundial.

El año pasado fue el más caliente del que se tiene registro, y 60 destacados científicos del clima indicaron en junio que la Tierra podría sobrepasar los 1,5°C en tan poco como tres años con los actuales niveles de emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, más gente se cuestiona la necesidad de sostener una reunión anual.

“Creo que necesitamos una gran COP cada cinco años. Y entre eso, no estoy seguro para qué sirve la COP”, comenta Michael Liebreich, fundador de la firma de consultoría Bloomberg New Energy Finance y presentador del podcast de energía verde Cleaning Up.

“No podemos esperar que los políticos asuman cada vez más compromisos. Necesitamos tiempo para que las industrias se desarrollen y que sucedan cosas. Necesitamos que la economía real se ponga al día”.

Un gráfico muestra el aumento en las temperaturas el aire desde 1850. Las temperaturas han aumentado particularmente rápido desde la década de 1970. Hay dos líneas de diferentes tonos de rojo, una que muestra los promedios anuales y otra que muestra los promedios de 10 años. En 2024, las temperaturas subieron más de 1,5C sobre los niveles preindustriales de finales de los 1800. El promedio de 10 años de 2015-2024 fue 1,24C sobre la era preindustrial

Piensa que sería mucho más productivo que la discusión suceda en reuniones más pequeñas enfocadas en retirar los obstáculos a las energías limpias.

Pero también cree que algunos problemas, como la implementación, deben ser discutidos en lugares que él cree que son más relevantes -como Wall Street, “donde la gente realmente puede financiar las cosas”- en lugar de al borde de la selva brasileña.

Aún así, habrá negociaciones importantes en la COP de este año. Entre otras cosas, se aspira a logar un acuerdo para un fondo multimillonario para sostener las selvas tropicales como el Amazonas y la cuenca del Congo.

Michael Jacobs, quien asesoró al ex primer ministro británico Gordon Brown en política climática y ahora es profesor en la Universidad de Sheffield, sostiene que un continuo apoyo colectivo del proceso es crucial.

“Es un enorme mensaje político, porque Donald Trump está tratando de socavar el proceso colectivo, pero también es un mensaje a las empresas para que continúen invirtiendo en la descarbonización porque los gobiernos continuarán promulgando políticas climáticas”.

Turbinas eólicas en una central eoloeléctrica en Gales

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El secretario de Energía de Gran Bretaña, Ed Miliband, cree que estas reuniones han supuesto un progreso real al lograr que los países se involucren para enfrentar el cambio climático e implementen políticas que han hecho posible la revolución de las energías renovables.

“Es adusto, es complicado, es angustiante, es cansón”, afirma, “y es absolutamente necesario”.

No obstante, ahora muchos reconocen que hay argumentos sólidos para que estas reuniones internacionales reduzcan su tamaño.

A fin de cuentas, las opciones para muchas naciones que asisten a las cumbres se reducen a alinearse con la revolución de energía limpia liderada por China o redoblar la apuesta por los combustibles fósiles.

Por eso, muchos observadores afirman que el proceso de descarbonización tendrá menos que ver con los compromisos multinacionales de las COP anteriores y mucho más con acuerdos económicos entre países individuales, de cara a la cumbre de este año y a cómo podrían desarrollarse las COP en el futuro.

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Cortesía de BBC Noticias



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