Creíamos saber la historia del experimento de la cárcel de Stanford, pero pudo haber sido peor de lo que pensamos, según este libro

¿Qué tan delgada es la línea entre el bien y el mal? ¿Pueden el entorno y el poder corromper a una persona buena? Estas son preguntas que el psicólogo Philip G. Zimbardo quiso responder con un polémico experimento en la Universidad de Stanford que por desgracia terminó muy, muy mal.

El experimento de la cárcel de Stanford es uno de los episodios más controversiales de la psicología, por la rapidez con la que la situación se torció y escaló la violencia. La historia se ha contado en muchas partes y hasta ha sido llevada al cine. Sin embargo, un libro publicado recientemente indica que esta historia de terror pudo haber sido aún peor de lo que creíamos.

El experimento de la cárcel de Stanford

A finales de los años 60, el sistema penitenciario de Estados Unidos sufría una escalada de violencia por parte de los presos que se amotinaban una y otra vez. El peor de todos estos incidentes ocurrió el 9 de septiembre de 1971 en la cárcel de Attica, que dejó un saldo de 43 fallecidos.

Las rebeliones, por supuesto, no fueron gratuitas. De acuerdo con National Geographic, antes de llegar a ese punto, los prisioneros habían soportado durante años vejaciones, humillaciones y torturas por parte del personal penitenciario, quienes a diario abusaban de su poder.

Zimbardo quería comprender por qué los guardias cometieron esas atrocidades. Por ello recreó una prisión en los sótanos de la facultad de psicología de la universidad y pagó a 24 voluntarios, a los cuales dividió en dos grupos: 12 serían los guardias y 12 los prisioneros.

Tan solo un día después de que iniciara el experimento, la situación se salió de control cuando los presos se amotinaron. Protestaban porque los guardias los habían privado del sueño al golpear los barrotes de sus celdas. Para sofocar la revuelta, los guardias rociaron a los reos con extintores y como castigo les negaron la comida y hasta el permiso para ir al baño.

Zimbardo tenía previsto que la simulación durara dos semanas. Sin embargo, tuvo que cancelarse tan solo seis días después, cuando los prisioneros comenzaron a sufrir crisis nerviosas debido a las humillaciones y torturas a las que habían sido sometidos.


Imagen | Standford prisión experiment.

Nueva información muestra una versión mucho más cruda

La conclusión de Zimbardo fue que “la transformación de personas aparentemente normales en guardias crueles y prisioneros pasivos era una prueba de que las situaciones sociales tienen el poder de corromper el comportamiento humano”. A pesar de la tragedia o quizás debido a esta, tanto el experimento como su creador cobraron fama, y sus hallazgos se han aplicado en una gran cantidad de situaciones más allá de las prisiones.

Sin embargo, Thibault Le Texier, historiador de la ciencia, pone en duda la fiabilidad del experimento de la cárcel de Stanford. En su libro Investigando el experimento de la prisión de Stanford: Historia de una mentira, cuya traducción al inglés se publicó recientemente, el autor documenta el desarrollo del estudio a través de fuentes de archivo, transcripciones y entrevistas a los involucrados.

Lo más impactante es que el libro de Le Texier revela que los guardias fueron entrenados por el equipo de investigación para crear un entorno psicológicamente hostil. Esto contradice la versión oficial, que asegura que los guardias no recibieron ninguna formación previa y solo tenían la indicación de asegurar la paz en la prisión usando todos los medios a su alcance.


Stanford Presos

Imagen | Standford prisión experiment.

Investigadores alentaban el comportamiento hostil

Science Alert menciona que, en contraste, los presos no habían recibido preparación. De hecho, la mayoría pensaba solo pasarían el tiempo leyendo o viendo televisión en sus celdas. Es por ello que muchos se sintieron consternados por el comportamiento brutal de los guardias, el cual era alentado por el mismo personal del experimento.

Por supuesto, no todos los guardias querían participar de las humillaciones y se compadecían de los reos. Algunos le daban alimento de forma clandestina, a riesgo de ser “reprendido” y uno hasta renunció. Los presos se dieron cuenta más tarde que no tenían esa posibilidad. Según Le Texier, solo tres prisioneros lograron ser liberados debido a una emergencia médica o psiquiátrica. El autor indica que uno de los presos liberados había fingido sus síntomas.


Reo Standford

Imagen | Stanford prision experiment.

El fin del experimento

Tal como menciona Le Texier, el experimento fue suspendido al sexto día debido a que “los guardias se mostraban cada vez más impotentes ante la resistencia de los prisioneros restantes“. Según la versión oficial, había rumores de una fuga en masa y tanto los guardias como el resto del personal de la prisión habían ejecutado un plan para sofocar la revuelta. No obstante, la visita inesperada de un abogado puso en duda la legalidad de retener a los participantes en contra su voluntad y el experimento finalmente fue cancelado.

Algo que vale la pena mencionar es que el propio Zimbardo afirmó haberse dejado llevar por su papel de “superintenderte” de la prisión. De acuerdo con Le Texier, esto significaría que él mismo alentó el comportamiento hostil de los guardias. Philip G. Zimbardo falleció en octubre del 2024, a los 91 años. A pesar de los constantes señalamientos y críticas, él defendió hasta el final que su estudio fue una aportación muy valiosa a la psicología.

(El estudio) nos dice que la naturaleza humana no está totalmente bajo el control de lo que nos gusta pensar como libre albedrío, sino que la mayoría de nosotros podemos ser seducidos para comportarnos de una manera totalmente atípica con respecto a lo que creemos que somos”, declaró a la BBC en 2018.

Cortesía de Xataka



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