Cuáles son los peligros y las oportunidades de la gira de Trump por Asia y su encuentro con el presidente de China, Xi Jinping

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    • Autor, Corresponsales
    • Título del autor, BBC News

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está ya en Asia para una semana intensa de diplomacia, que incluye una esperadísima reunión con su homólogo chino, Xi Jinping.

El comercio será el tema principal de la agenda, un área donde las tensiones entre las dos mayores economías del mundo han vuelto a intensificarse.

Trump aterrizó el domingo en la capital de Malasia, Kuala Lumpur, coincidiendo con el inicio de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés).

Posteriormente visitará Japón y, finalmente, Corea del Sur, donde, según la Casa Blanca, se reunirá con Xi.

¿Cuáles son los triunfos que Trump y otros líderes esperan obtener? ¿Y cuáles los obstáculos a vencer?

Nuestros corresponsales explican lo que se avecina esta semana.

Vista de un barco cargado de contenedores cerca de un puerto de EE.UU.

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Para Trump, China es la clave

Por Anthony Zurcher, corresponsal para América del Norte

Firmar nuevos acuerdos comerciales que brinden oportunidades a las empresas estadounidenses y, al mismo tiempo, mantengan el flujo de ingresos arancelarios hacia el Tesoro de EE.UU. será sin duda un tema central del viaje de Trump a Asia.

Si bien existen múltiples actores en la competencia comercial global, la clave del éxito o el fracaso de Trump es China.

La reunión programada con el líder chino, Xi Jinping, en el marco de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) —la primera desde 2019— podría marcar el rumbo de las relaciones entre EE.UU. y China durante el resto de su segundo mandato.

Como ha reconocido el presidente estadounidense, los aranceles draconianos a las importaciones chinas son insostenibles. Y, aunque no lo ha dicho explícitamente, una escalada de la guerra económica con el mayor socio comercial de EE.UU. tendría consecuencias devastadoras para ambos países y para el resto del mundo.

Las fuertes caídas de los principales índices bursátiles estadounidenses cada vez que China y EE.UU. parecen estar en un punto muerto subrayan esta realidad.

Cuando regrese a EE.UU. la próxima semana, Trump seguramente se alegrará si logra cerrar un acuerdo con Corea del Sur y asegurar nuevas inversiones japonesas en la industria manufacturera estadounidense.

Pero su prioridad sin duda será convencer a Xi de que reanude las compras de exportaciones agrícolas estadounidenses, flexibilice las recientes restricciones al acceso extranjero a las tierras raras chinas, otorgue a las empresas estadounidenses un mayor acceso al mercado chino y evite una guerra comercial a gran escala.

Para Trump eso es todo.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, a la derecha, estrecha la mano de su par chino, Xi Jinping, a la izquierda, durante una cena en Mar-a-Lago en abril de 2017.

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La estrategia a largo plazo de Xi

Por Laura Bicker, corresponsal en China

Cuando el líder chino, Xi Jinping, se reúna con Trump el 30 de octubre en Corea del Sur, querrá llegar con aura de negociador duro.

Por eso ha estado aprovechando el férreo control de China sobre las tierras raras, minerales sin los cuales no se pueden fabricar semiconductores, sistemas de armas, automóviles o incluso teléfonos inteligentes.

Es una debilidad de EE.UU., y China la está explotando, al igual que está perjudicando a los agricultores estadounidenses, parte de la base electoral de Trump, al no comprarles soya.

Xi también ha aprendido lecciones de Trump 1.0 y, esta vez, al parecer, está dispuesto a aceptar el sufrimiento de los aranceles.

Para empezar, EE.UU., que en su día absorbía una quinta parte de las exportaciones chinas, ya no es un mercado tan crucial.

Ejemplos de minerales raros.

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Aun así, Xi debe encontrar un equilibrio entre la batalla económica con EE.UU. y su lucha con los desafíos internos.

Washington, por su parte, conoce los problemas domésticos de Xi: el alto desempleo juvenil, la crisis inmobiliaria, la creciente deuda de los gobiernos locales y una población reacia a gastar.

Los analistas creen que China podría ofrecer un acuerdo si Trump accede a exportar chips avanzados de inteligencia artificial o a retirar su apoyo militar a Taiwán.

Pero llegar hasta ahí no será fácil.

Una gran diferencia es que, a menudo, parece que Trump está dispuesto a tirar los dados y arriesgarse, mientras que Xi está jugando una partida mucho más larga.

Entonces, la pregunta podría ser: ¿podrá Trump esperar?

Un papel protagónico en la “paz”

Por Jonathan Head, corresponsal en el sudeste asiático

Durante su visita a Malasia, el presidente estadounidense parecía interesado en una sola cosa: protagonizar una ceremonia organizada especialmente para él, en la que Tailandia y Camboya firmaron una especie de acuerdo de paz.

Las diferencias fronterizas entre ambos países siguen sin resolverse, pero, bajo presión para llegar a un acuerdo, han avanzado en un proceso para desmilitarizar la zona limítrofe.

Ninguno de los dos puede permitirse decepcionar al presidente Trump.

En julio, cuando aún se bombardeaban mutuamente, el mandatario estadounidense amenazó con poner fin a las negociaciones arancelarias, lo cual los obligó a un alto el fuego inmediato.

Otros estados miembros de la Asean esperan que la mera presencia de Trump, por breve que sea, normalice las relaciones con EE.UU.

Han tenido un año tumultuoso en el que sus economías, dependientes de las exportaciones, se vieron gravemente afectadas por su guerra arancelaria.

Las exportaciones de la región a EE.UU. se han duplicado desde la última asistencia de Trump a la cumbre de la Asean en 2017.

Una vez que Trump se marche, los demás líderes podrán retomar sus actividades con normalidad: la diplomacia discreta y gradual que impulsa el lento progreso de la integración entre ellos.

También está en la agenda un conflicto que no cuenta con la atención de Trump: la guerra civil en Myanmar, que ha atormentado cada reunión de la Asean desde que estalló tras un brutal golpe de Estado en 2021.

Trump aplaude mientras los líderes de Camboya y Tailandia se dan la mano.

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Por favor, tinta sobre papel

Por Suranjana Tewari, corresponsal de negocios en Asia

Las potencias manufactureras de Asia, que representan gran parte de la producción mundial, buscarán un respiro a los aranceles de Trump.

Algunas han llegado a acuerdos, mientras que otras siguen estancadas en las negociaciones, pero ninguna ha firmado un acuerdo.

Así que un acuerdo firmado con tinta sobre el papel o al menos conversaciones prometedoras será bienvennidos.

Tomemos como ejemplo a China.

La reunión entre Trump y Xi es una señal de avance, pero los dos líderes tienen mucho que resolver, desde los aranceles y los controles a la exportación hasta el origen de todo ello.

La rivalidad entre las dos mayores economías del mundo, que compiten por obtener ventaja en inteligencia artificial y tecnología avanzada, está a flor de piel.

Cualquier alivio en esas tensiones traería alivio a otros países de la región que se han visto atrapados en el medio.

El sudeste asiático puede ser el más afectado: está profundamente arraigado en las cadenas de suministro estadounidenses en el sector de la electrónica, por ejemplo, y aun así depende en gran medida de la demanda china.

Las exportaciones a EE.UU. se han duplicado en la última década, pero aranceles del 10% al 40% afectarán duramente a los fabricantes de Vietnam, Indonesia, Singapur y Tailandia.

También perjudicarán a fabricantes de chips estadounidenses como Micron Technology, que opera plantas en Malasia.

El país exportó semiconductores por valor de alrededor de US$10.000 millones a EE.UU. el año pasado, aproximadamente una quinta parte del total de las importaciones estadounidenses de chips.

Economías ricas como Japón y Corea del Sur se enfrentan a un dilema diferente.

Aunque son aliados cercanos de EE.UU., atraviesan una situación impredecible y querrán consolidar los términos arancelarios y las inversiones.

Los fabricantes de automóviles de ambos países, que consideran a EE.UU. un mercado clave, ya están luchando por sortear el caos.

Un corredor en la Bolsa de Valores de Nueva York el viernes 17 de octubre de 2025.

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La primera prueba de la nueva mandataria de Japón

Por Shaimaa Khalil, corresponsal en Japón

Trump ha descrito a la nueva primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, como una mujer con gran “fuerza y sabiduría”.

Esta semana, su capacidad para forjar una relación estable y de trabajo con él será una primera prueba de su liderazgo y del lugar de Japón en un orden mundial cambiante.

En su primer discurso en el Parlamento, se comprometió a aumentar el presupuesto de defensa de Japón, lo que indica su intención de asumir una mayor responsabilidad en materia de seguridad con Washington.

Trump ya ha hablado de esto anteriormente y se espera que presione a Tokio para que contribuya más al despliegue de tropas estadounidenses.

Japón alberga el mayor número de fuerzas estadounidenses en el extranjero, unos 53.000 efectivos.

Foto de la primera ministra japonesa durante su primer discurso.

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Ambas partes también quieren finalizar un acuerdo arancelario negociado por su predecesor.

Particularmente beneficioso para los gigantes automotrices japoneses (Toyota, Honda y Nissan), el acuerdo reduce los aranceles de importación estadounidenses sobre los autos japoneses del 27,5% al 15%, lo que los hará más competitivos frente a sus rivales chinos.

Al mantener a Ryosei Akazawa como negociador jefe de aranceles, Takaichi apuesta por la continuidad.

A cambio, Japón se ha comprometido a invertir US$550.000 millones en EE.UU. para fortalecer las cadenas de suministro de productos farmacéuticos y semiconductores.

Trump también ha afirmado que Japón aumentará las compras de productos agrícolas estadounidenses, incluido el arroz, una medida bien recibida en Washington, pero inquietante para los agricultores japoneses.

Los vínculos de Takaichi con el difunto ex primer ministro Shinzo Abe, quien mantuvo una estrecha relación con Trump, también podrían jugar a su favor.

Es bien sabido que Abe utilizó rondas de golf en Mar-a-Lago para ganarse la confianza de Trump; es el tipo de diplomacia personal que Takaichi podría intentar emular.

Una televisora surcoreana transmite un discurso de Kim Jong-un

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Los aranceles y la amenaza de Kim Jong-un

Por Jake Kwon, corresponsal en Seúl

Para el presidente de Corea del Sur, Lee Jae Myung, el problema más acuciante son los aranceles de Trump.

Pero la atención a este asunto se vio brevemente mermada por la especulación de que Trump podría visitar la frontera para encontrarse con el líder norcoreano, Kim Jong-un.

En agosto, Lee dedicó la mayor parte de su tiempo en el Despacho Oval a halagar a Trump, calificándolo de “pacificador”.

Trump respondió con entusiasmo a la posibilidad de reunirse con Kim, a quien no ve desde 2019. Kim declaró el mes pasado que aún recuerda a Trump con cariño.

Los analistas creen que Kim espera legitimar su programa de armas nucleares con otra cumbre con el presidente estadounidense.

Sin embargo, no hay indicios de que se esté preparando una reunión.

Un trabajador ensambla un auto Hyundai.

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En cualquier caso, Lee tiene un acuerdo comercial que negociar.

Las conversaciones para reducir los aranceles estadounidenses a las exportaciones surcoreanas del 25% al 15% se han estancado, a pesar de los múltiples viajes de funcionarios de Seúl a Washington.

El punto de fricción es la insistencia de Trump en que Seúl invierta US$350.000 millones por adelantado en EE.UU., aproximadamente una quinta parte de la economía surcoreana.

Seúl teme que una inversión tan enorme podría generar una crisis financiera.

Pero en los últimos días, funcionarios coreanos han expresado su esperanza, hablando de avances tangibles. Y esperan que se firme un acuerdo al final de la cumbre del miércoles entre Trump y Lee.

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Cortesía de BBC Noticias



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