Cuando el bienestar se vuelve marketing

En México, se trabajan más horas que en casi cualquier otro país, pero el 62% de los empleados considera que su empresa no se preocupa genuinamente por su bienestar. (OCDE y Deloitte, 2023). ¿Y si el problema no es la falta de iniciativas, sino el exceso de simulación?

Hoy en día, hablar de “experiencia del empleado” parece un requisito de toda estrategia empresarial. Se implementan encuestas, se instalan mesas de ping-pong, se lanzan campañas con slogans bienintencionados y hasta se ofrecen clases de yoga mensuales. Sin embargo, en muchos casos, estas acciones se quedan en la superficie. El bienestar, cuando se convierte en un accesorio decorativo, pierde su valor transformador.

Tratar bien a las personas no es un gesto cosmético. Es un principio cultural. Y eso incomoda, porque implica revisar de forma honesta cómo se toman las decisiones, cómo se ejerce el liderazgo y cómo se responde cuando alguien se equivoca.

Desde nuestra experiencia acompañando organizaciones mexicanas, comparto seis áreas donde suele jugarse —de verdad— la experiencia del empleado.

1. El inicio importa (más de lo que creemos)

El onboarding no es una inducción exprés ni un paquete con una libreta corporativa. Es el primer mensaje real sobre cómo la organización trata a su gente. Acompañar bien los primeros 90 días reduce la rotación hasta en un 50% (Deloitte, 2022). Pero eso requiere intención, no protocolo.

2. Escuchar no es mandar encuestas eternas

Las empresas que escuchan y luego actúan tienen el doble de probabilidades de mejorar su clima organizacional (Edelman Trust, 2023). Pero muchas hacen encuestas… y las guardan. Escuchar sin actuar genera más cinismo que silencio.

3. No todos quieren ser jefes (y está bien)

El desarrollo profesional no es una escalera única. Algunas personas buscan crecer técnicamente, otras reinventarse. Tener conversaciones reales sobre motivaciones y ofrecer caminos diversos evita frustración y retención forzada.

4. Flexibilidad sin coherencia es puro teatro

Premiar al que se queda hasta tarde mientras se presume de “work-life balance” es el tipo de contradicción que erosiona culturas. La flexibilidad no se comunica: se practica o no existe.

5. Reconocer no cuesta (pero vale mucho)

Un “gracias” sincero, dado en el momento justo, tiene más impacto que cualquier incentivo económico. Las culturas que reconocen de manera frecuente tienen 31% menos rotación (HBR, 2023).

6. Los líderes son jardineros culturales

El 70% de la experiencia diaria del empleado está mediada por su jefe directo. Si ese líder no sabe escuchar, dar feedback o reconocer, ningún programa de bienestar será suficiente. La formación en habilidades humanas no es un lujo: es un blindaje cultural.

Percepción de bienestar laboral: México vs. Promedio OCDE

Caso breve:

Una empresa de tecnología en Guadalajara decidió cancelar su programa de “viernes de frutas” y redirigir esa inversión a formar líderes en escucha empática y gestión de conversaciones difíciles. En 6 meses, su encuesta de clima subió 28 puntos. ¿Casualidad? Lo dudo.

La experiencia del empleado no se construye con campañas internas ni con frases motivacionales en las paredes. Se construye en cada decisión, en cada conversación, en cada gesto cotidiano.

*El autor es socio fundador de Human Performance y autor del libro Leadership Analytics: Hacia un liderazgo consciente.

Cortesía de El Economista



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