Cuando el propósito te encuentra (y no al revés)

Todos tenemos un propósito profesional, no hay duda. Hay quienes desde siempre lo saben, otros batallan en encontrarlo y algunos creen que lo saben hasta que el propósito (real) los descubre a ellos. ¿Tú ya lo tienes?

Es común que en el mundo laboral escuchemos sobre “descubrir nuestro propósito”, como si fuera un destino al que se llega por lógica y planificación. Pero resulta que este proceso es menos lineal y mucho más humano. A veces, el propósito no se busca, te encuentra cuando la vida te obliga a moverte.

Les platico un caso: Maru estudió contaduría, trabajó en corporativos y despachos, y siguió el camino profesional que parecía “correcto”, o sea, el lineal. Todo cambió con la llegada de su primera hija. Tras su incapacidad, la conciliación se volvió imposible: horarios extendidos, exigencias crecientes, una bebé la necesitaba y la sensación de que, por más que intentara, no alcanzaría a cumplir bien en ningún frente.

Con miedo, habló con su jefe para renunciar. Él la escuchó con empatía y le dijo algo que le resultó muy liberador: “Estás tomando la mejor decisión. Habrá un mejor momento para tu carrera”. Por primera vez, sintió que no estaba fallando, sólo eligiendo distinto.

Tomó un nuevo rumbo y abrió un negocio de comida para llevar. Le iba bien, pero siempre tuvo la sensación de que algo le faltaba. Descubrió que lo que realmente la movía no era cocinar, sino la conexión humana que se genera alrededor de la comida como las expresiones de “qué rico”, la convivencia, el momento compartido. Pero en su negocio no veía precisamente eso, sólo veía gente entrando y saliendo por la puerta. Digamos que su vínculo era más “transaccional” que “relacional”.

Tiempo después conoció –por circunstancias– un producto de cocina que se comercializaba mediante venta directa. Aceptó hacer unas ventas únicamente para ganarse su propio aparato. Nunca se había considerado vendedora; de hecho, la idea no le entusiasmaba. Y, sin embargo, en pocas semanas logró varias ventas. Y después muchas más. Y fue tan exitosa, que en muy poco tiempo le propusieron integrarse como gerente dentro de la compañía liderando quipos de ventas.

Sus aciertos no eran resultado de alguna técnica comercial, ella se lo atribuye a algo más profundo: empatía, escucha y un entendimiento genuino de lo que la gente necesitaba.

Sin buscarlo, había encontrado un camino profesional completamente nuevo.

El talento invisible: las competencias que no sabemos que tenemos

La historia de Maru es un recordatorio poderoso para quienes trabajamos en Capital Humano: muchas competencias no se descubren en un CV, sino en la experiencia.

Para ella, la venta directa reveló habilidades que jamás habría identificado en un entorno tradicional:

  • Escucha activa para entender necesidades reales.
  • Capacidad comercial sin formación previa.
  • Liderazgo movilizador con personas que no dependen jerárquicamente de ella.
  • Comunicación inspiradora, incluso frente a grupos grandes.
  • Resiliencia, porque la venta directa se conquista día a día.

Ninguna de estas competencias figuraba en su título de contadora ni en sus primeros años corporativos. Emergieron cuando cambió el contexto y tuvo que probar algo nuevo.

Para Capital Humano, esto abre una pregunta crucial: ¿Cuántos talentos estamos perdiendo porque las personas nunca han tenido oportunidad de explorar roles distintos a los que “estudiaron”? ¿Encontramos el propósito o el propósito nos encuentra?

En el caso de Maru, el propósito no llegó por claridad intelectual, sino por movimiento. Por necesidad. Por vulnerabilidad. Por probar algo que no estaba en su plan original.

No llegó al mundo de las ventas buscando una vocación. Llegó buscando flexibilidad y equilibrio, y encontró un rol que encendió lo mejor de ella: ayudar a transformar vidas, acompañar procesos y desarrollar a otros.

En Capital Humano insistimos en la importancia del propósito individual, pero pocas veces hablamos de cómo las organizaciones pueden facilitar que ese propósito aparezca: creando espacios de prueba, fomentando movilidad interna, permitiendo transiciones y reconociendo que el talento no siempre se ve en papel.

Finalmente, después de reflexionar sobre esta experiencia de vida, el recordatorio es simple pero profundo: el propósito no siempre se planea, a veces aparece cuando por fin nos damos permiso de probar algo distinto.

Y, por cierto, actualmente Maru es Directora de Desarrollo de Negocio de una empresa mundial de ventas directas, tiene una trayectoria super exitosa con un futuro muy prometedor y se sigue desarrollado en el ámbito de las ventas liderando e inspirando a muchas mujeres que quieren emprender en ese giro… un camino que jamás habría imaginado cuando inició su vida profesional.

¿Y tú ya sabes qué competencias tienes escondidas, esperando a que el contexto adecuado las despierte?

Cortesía de El Economista



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