¿Cuándo empieza el otoño? La cuenta atrás para el equinoccio de septiembre que despide el verano en el hemisferio norte

Cada año, como si de un ritual celeste se tratara, la Tierra cruza un punto invisible en su órbita y todo cambia. El calor abrasador del verano comienza a desvanecerse, los días se acortan sin pausa y una luz más dorada empieza a teñir paisajes urbanos y rurales por igual. En 2025, ese instante preciso se da el 22 de septiembre a las 20:19 (hora peninsular española). No es una fecha simbólica ni una simple curiosidad astronómica. Es el momento exacto del equinoccio de otoño, cuando la duración del día y la noche se igualan y el hemisferio norte dice adiós, de forma oficial, al verano.

Un equilibrio solar que solo ocurre dos veces al año

El equinoccio es mucho más que un cambio de estación. Es un equilibrio perfecto entre luz y sombra, un fenómeno que ocurre solo dos veces al año y que marca las transiciones más significativas del calendario natural: del invierno a la primavera, y del verano al otoño. Este fenómeno sucede cuando el Sol se alinea con el ecuador terrestre, y su luz incide con la misma intensidad sobre ambos hemisferios. Por un instante, la Tierra parece neutral en su juego de estaciones. Pero es una tregua efímera: a partir de ese momento, la noche comenzará a ganar terreno.

Este equilibrio tan poético tiene un nombre con raíces clásicas: “equinoccio” proviene del latín aequinoctium, que significa “noche igual”. Durante ese día, las horas de luz y de oscuridad son prácticamente idénticas, pero no por mucho tiempo.

Tras el equinoccio, el Sol saldrá cada día un poco más tarde y se pondrá antes. Se pierden, de media, casi tres minutos de luz solar diarios. Parece poco, pero basta una semana para notar el cambio en la rutina, en el ánimo y en los relojes biológicos.

Aunque solemos asociar el inicio del otoño con cambios atmosféricos —el descenso de temperaturas, las lluvias o las primeras chaquetas—, el calendario no siempre acompaña al clima. En muchos puntos de España, por ejemplo, septiembre puede ser tan cálido como julio. Lo que determina el comienzo real de la estación no es el termómetro, sino el movimiento de la Tierra. Y este 2025, el calendario astronómico no deja lugar a dudas: el otoño comienza en el preciso momento en que el planeta alcanza ese punto orbital frente al Sol.

Con el equinoccio, comienza una de las estaciones más visuales del año
Con el equinoccio, comienza una de las estaciones más visuales del año. Foto: Istock

¿Por qué no siempre cae el mismo día?

Curiosamente, este instante puede variar entre el 21 y el 23 de septiembre, dependiendo del año. No es un capricho del universo, sino una consecuencia directa de la órbita elíptica de la Tierra, la inclinación de su eje y el ajuste de los años bisiestos. A pesar de su precisión matemática, el equinoccio nunca cae exactamente a la misma hora ni en la misma fecha. Pero sí marca siempre una frontera clara: un antes y un después en la distribución de la luz solar sobre el planeta.

Y como si el calendario natural no fuera suficiente, el otoño viene con otro cambio bajo el brazo: el del reloj. El último domingo de octubre —este año, el día 26— se producirá el tradicional ajuste al horario de invierno. A las 3 de la madrugada, los relojes se retrasarán una hora y volverán a marcar las 2. Una medida que genera debate cada año, pero que se mantiene vigente en la mayor parte de Europa.

Para algunos, es una excusa perfecta para dormir un poco más. Para otros, un trastorno innecesario que altera los ritmos del cuerpo justo cuando ya se adaptaba al nuevo ciclo de luz.

El otoño: entre rutinas, meteoros y lunas llenas

Más allá de los relojes y del clima, el otoño tiene un impacto profundo en nuestro día a día. Cambian las rutinas, se reorganizan las prioridades, y el entorno comienza a enviar señales sutiles: las hojas caen, los días se encogen, y las ciudades se visten de luces más tenues. Pero también hay espacio para lo extraordinario. Esta estación es una de las favoritas para los observadores del cielo. Octubre y noviembre traen consigo lluvias de meteoros como las Dracónidas, las Oriónidas y las Leónidas. Y para quienes buscan belleza en lo cotidiano, las lunas llenas del otoño ofrecen espectáculos visuales que transforman cualquier paisaje en una postal de película.

Mientras tanto, en el hemisferio sur, ocurre todo lo contrario. El mismo equinoccio que aquí marca el comienzo del otoño señala, allá, la llegada de la primavera. Es uno de esos detalles fascinantes que nos recuerdan que el planeta es uno solo, pero su experiencia del tiempo varía según el punto desde el que se mire. La inclinación de la Tierra —unos modestos 23,5 grados— es la responsable de que medio mundo celebre la floración mientras el otro desempolva paraguas y bufandas.

Lo interesante es que, aunque el otoño puede parecer una estación de recogimiento, de finales, de ir apagando poco a poco la energía del verano, en realidad es una época de transición riquísima. En el campo, es tiempo de cosechas y vendimias. En la ciudad, de comienzos académicos, laborales, personales… Es el momento en que se vuelve al ritmo tras el caos del verano. Y en el cielo, todo se reorganiza para preparar el camino hacia el solsticio de invierno.

Con el equinoccio, comienza una de las estaciones más visuales del año
Con el equinoccio, comienza una de las estaciones más visuales del año. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o

Una frontera invisible que aún nos asombra

Detrás de cada equinoccio hay siglos de observación, cálculos precisos y un asombro que no pierde fuerza. Los antiguos ya sabían cuándo ocurrían estos cambios. Civilizaciones como la egipcia, la maya o la griega construyeron templos y calendarios alineados con estos momentos. No lo hacían por capricho: sabían que en estos puntos del año, algo esencial cambiaba.

Hoy, tenemos tecnología para medirlo al segundo, pero la fascinación sigue intacta. Cuando este 22 de septiembre el reloj marque las 20:19, habremos cruzado una vez más esa frontera invisible. No hará falta mirar al cielo para saberlo. Bastará con sentir el aire, observar la luz o notar cómo el cuerpo, de forma casi instintiva, se acomoda a un nuevo ritmo. El otoño está a punto de llegar. Y con él, todo empieza a transformarse.

Cortesía de Muy Interesante



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