Cuando la caricatura es una declaración de libertad


Hay trazos que no solo dibujan, sino que incomodan, preguntan y denuncian. La caricatura política ha sido, por décadas, una de las formas más incisivas de entender -y confrontar- la realidad. Por eso la FIL Guadalajara recibirá a Cartooning for Peace, una organización que trabaja a nivel mundial para defender el humor gráfico como un lenguaje indispensable para la crítica, el debate y los derechos humanos, convirtiendo el arte de los dibujos en un manifiesto global por la libertad de expresión. Su presencia en la feria señala un momento clave para celebrar el poder del dibujo como conciencia pública, en tiempos en que la libertad de prensa enfrenta nuevas presiones y los caricaturistas son objeto de censura, amenazas o persecuciones. Así, la caricatura política vuelve a demostrar su fuerza como termómetro social.

Su presencia no será menor. Llegan como eje del Festival Internacional de Caricatura y Cómic, una de las columnas culturales más vibrantes de la FIL, donde artistas de todo el mundo convierten el papel en una trinchera creativa contra la censura, la injusticia y la intolerancia.

Fundada sobre la convicción de que una caricatura puede sacudir conciencias, Cartooning for Peace aterriza en Guadalajara en un contexto en el que se reafirma la importancia del humor como acto de resistencia. El contingente que reúne la organización en la FIL parece sacado de una constelación internacional de humoristas gráficos. A la cabeza estará Patrick Lamassoure (Kak), uno de los caricaturistas más reconocidos de Francia y presidente de la organización, acompañado por una lista que atraviesa continentes: Adene (Francia), Boligán (México), Bonil (Ecuador), CamdelaFu (Venezuela), Darío (México), Nani (España-Colombia), Solís (México), entre muchos otros.

Todos ellos participarán del 5 al 6 de diciembre en mesas de diálogo, debates y encuentros donde la caricatura dejará de ser un mero dibujo para convertirse en instrumento político. Las conversaciones abordarán temas como censura, humor en clave femenina, libertad de expresión y los puentes entre libros, cómics y editoriales. En entrevista exclusiva con EL INFORMADOR, Patrick Lamassoure (Kak), caricaturista inquieto y presidente de Cartooning for Peace, conversó sobre este oficio fascinante del dibujo como crítica, pero también como risa ante los tiempos oscuros, los nuevos retos a los que los dibujantes se enfrentan hoy, y la caricatura como un instrumento indispensable para entendernos, reírnos, mirarnos y leernos como sociedades.

-¿Cómo decides cuándo una situación merece ser tratada con humor y cuándo requiere indignación directa?

-No hay una respuesta única. Depende de cada situación. A veces el dibujante opta por el humor y ese contraste puede sacudir, sobre todo cuando se trata de hechos trágicos. La elección pasa por muchos factores, empezando por el tiempo. Si algo ocurrió esa misma mañana y aún estás en shock, es imposible ir hacia el humor. Lo viví cuando asesinaron a los dibujantes y periodistas de Charlie Hebdo: tres horas después no tenía cabeza para hacer un chiste. También es cuestión de emoción personal y de simple decencia humana. Piensas: “Quizá más adelante podré hacer humor sobre esto, pero hoy estamos de luto; es demasiado pronto”.

En esos casos optas por una caricatura más ilustrativa, para acompañar a las víctimas y sus familias. Si aun así recurres al humor, nunca será sobre quienes sufrieron, sino -a veces con un tono más oscuro- sobre los responsables. Es una forma de expresar una emoción sombría, una especie de “caricatura de venganza” que señala a quienes hicieron posible la tragedia. Con el tiempo, quizá días o semanas después, puedes volver al humor sobre la situación, nunca sobre las víctimas. El humor ayuda a tomar distancia, a enfrentar el miedo. Por eso sigue siendo una herramienta eficaz contra él.

– Patrick, en un panorama mediático cada vez más restringido, las caricaturas siguen siendo uno de los pocos espacios de libertad. ¿Por qué siguen siendo tan relevantes y qué las mantiene vigentes cuando otros formatos críticos se han debilitado?

-Desde sus inicios, la caricatura en Europa sirvió para criticar a los poderosos -al Estado, a la corte, a la Iglesia- y convertirse en la voz de la gente común. Hoy, con líderes que buscan controlar cada vez más los medios, incluso en democracias, y con nuevas herramientas como redes sociales o contenidos generados por IA para difundir mensajes oficiales o falsos, esa función es aún más necesaria.

Por eso hacen falta voces que digan: “Esto no es así”. Y la caricatura tiene una ventaja única: se entiende en segundos, circula con facilidad y es viral. Aunque hoy mucha gente en redes sociales mira más videos que imágenes, las caricaturas siguen teniendo un poder muy fuerte, porque continúan siendo la voz de la gente común contra los poderosos.

-Hoy las caricaturas circulan sobre todo en redes sociales. ¿Cómo ha cambiado esto tu estilo, tu ritmo y tu responsabilidad como caricaturista?

-Es una pregunta clave. Cuando empecé, hace 30 o 35 años, esta cuestión no existía, porque las únicas personas que veían mis caricaturas eran los lectores de la revista para la que trabajaba. Nadie más las veía. Antes de internet, mi única preocupación era: “¿Mis lectores lo entenderán?”. Y, en cuanto a cuán mordaz podía ser, no me preocupaba: eran mis lectores, conocían mi humor. Sabían exactamente qué clase de dibujo iban a encontrar.

Hoy, el problema es que la caricatura la ven mis lectores… pero también, debido a internet, la ven personas para quienes no estaba pensada. Una reacción posible sería intentar hacer un dibujo que no ofenda a nadie en el planeta. Eso no existe. No puedes hacer humor sin ofender al menos a un par de personas, así que olvídalo o deja de dibujar. Lo que hacemos la mayoría es seguir dibujando para nuestros lectores, pero procurando que incluso alguien que no nos conoce entienda la caricatura. Es el mismo dibujo, solo que quizá un poco más claro aquí o allá, para evitar que alguien lo interprete mal. Porque el malentendido puede ser el inicio de un conflicto con alguien con quien no quieres pelear.

-Y como presidente de Cartooning for Peace, ¿cuáles son las principales amenazas que enfrentan los caricaturistas en el mundo?

-Hay diferentes amenazas. La mayor es una en la que casi nadie piensa: la crisis de los medios que nos pagan. Los periódicos están cayendo; compiten con la información gratuita en línea, incluso de medios profesionales que deciden ofrecer contenido gratis. Luego están las noticias falsas, que circulan sin parar. Y, además, una tendencia global: la gente lee menos textos largos y consume más video y audio. Todo eso hace que la prensa escrita tenga dificultades para sobrevivir, y dependemos de ella. Podríamos desaparecer no porque alguien intente censurarnos, sino porque ya no haya dinero para pagarnos.

Luego, está la amenaza “clásica”: personas poderosas que amenazan, hostigan o intentan censurar. Pero depende muchísimo del país. En Francia podemos hacer casi cualquier cosa; en otros países es imposible, como China, Rusia, Corea del Norte o Irán. Y luego están los países intermedios, donde puedes hacer caricaturas, pero debes ser extremadamente cuidadoso. Los caricaturistas allí son expertos en tocar el límite sin cruzarlo, porque si lo cruzan pueden ser arrestados, torturados o sometidos a procesos interminables destinados a silenciarlos. En Cartooning for Peace trabajamos con Reporteros Sin Fronteras, Amnistía Internacional y otras organizaciones para ayudarlos. Y el número de casos aumenta cada año: la persecución contra los caricaturistas está creciendo.

-¿Qué te da esperanza como caricaturista?

-Diría dos cosas. Primero, trabajamos con muchos países y notamos que, cuanto más duro es un gobierno, más fuerte es la necesidad de caricaturas entre los jóvenes. En países en paz, como Francia, los jóvenes ya no sienten la necesidad de “luchar” de la misma manera. En países más oprimidos, las caricaturas siguen siendo herramientas vivas y necesarias. Eso me da esperanza. Segundo: aunque las caricaturas compitan hoy con videos satíricos, memes, deepfakes y otros formatos… algo permanece intacto: la necesidad humana de humor y la necesidad de criticar a los poderosos. Eso es universal; existe desde los orígenes de la sociedad humana.

Vivimos con ansiedad, con malas noticias constantes… necesitamos reír. Necesitamos un descanso. Las caricaturas ofrecen eso: hablar de la actualidad con una sonrisa, aunque sea por un minuto. Eso nunca desaparecerá.

-Vienes a la FIL, uno de los eventos literarios más importantes del mundo hispanohablante. ¿Cómo te sientes al llegar a este espacio?

-Muy emocionado, primero porque sé que el evento es enorme. Y tenemos que agradecer mucho al caricaturista Boligán, quien tuvo la idea de conectarnos con su red, con el Cartoon Club, con la Universidad de Guadalajara y con la Feria. Él abrió la puerta para que Cartooning for Peace pudiera participar aquí. Estoy emocionado por la gran tradición de caricatura política en América Latina, especialmente en México. Siempre he admirado la calidad de los caricaturistas -muchos son extraordinarios-. En Europa a veces ves caricaturas muy simples; en América Latina la escuela es de un nivel altísimo, dibujos bellísimos. Eso significa que sigue viva, tal vez porque la gente aún siente la necesidad de luchar. Y la FIL es uno de los eventos culturales más grandes no solo de América Latina, sino del mundo. Así que sí: es muy emocionante.

Un ejército de lápices

En esta edición, la presencia de Cartooning for Peace coincide con la entrega del Premio La Catrina -el reconocimiento más relevante para la caricatura en México- a la artista colombiana Elena Ospina, miembro activa de la red global de Cartooning for Peace. Su obra, que aborda temas como la igualdad de género, los derechos humanos y la ecología, se ha convertido en un referente para nuevas generaciones de ilustradores comprometidos.

Como parte de su participación en la FIL, Cartooning for Peace y Cartoon Club colaboran en la curaduría de la exposición “Voces ilustradas”, que se inaugura el 5 de diciembre en el Museo JAPI. La muestra reúne 60 obras divididas en dos secciones: la primera está dedicada a Elena Ospina; la segunda, compuesta por 30 caricaturas internacionales seleccionadas por ambas organizaciones, rinde homenaje al valor del oficio y recuerda a las víctimas del atentado contra Charlie Hebdo, ocurrido hace diez años.

Agenda de actividades 

Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta, con la participación de Cartooning for Peace

Viernes 5 de diciembre

Caricatura política contra la censura

  • Horario y sede: 10:00-10:50 horas, en Room 4, Planta Baja, Expo Guadalajara.
  • Participan: Alarcón, Rictus, Nadim, Calderón, Kak.

Humor femenino: una lucha por la libertad y el respeto

  • Horario y sede: 11:00-11:50 horas, en Room 4, Planta Baja, Expo Guadalajara.
  • Participan: Nani, Andrea Arroyo, Elena Ospina, Rayma Suprani, CamdelaFu, Adene.

“Ropa vieja y torta ahogada”: de Cuba a Guadalajara en un solo plato

  • Horario y sede: 12:00-12:50 horas, en Room 4, Planta Baja, Expo Guadalajara.
  • Participan: Qucho, Osvaldo Monos, Daniel Camacho Ángel, Michel Moro, Ángel Boligán.

No estamos todos locos aquí

  • Horario y sede: 13:00-13:50 horas, en Room 4, Planta Baja, Expo Guadalajara.
  • Participan: Tute, Jis, Trino.

Sábado 6 de diciembre

Caricatura editorial y libertad de expresión

  • Horario y sede: 10:00-10:50 horas, en Auditorio Juan Rulfo, Planta Baja, Expo Guadalajara.
  • Participan: Michel Moro, Patricio Ortiz González, Bonil, Feggo.

Conversación con ganadores del Premio La Catrina

  • Horario y sede: 11:00-11:50 horas, en Auditorio Juan Rulfo, Planta Baja, Expo Guadalajara.
  • Participan: Nani, Ángel Boligán, Calderón, Tute, Darío Castillejos.

Libros, caricatura y editoriales

  • Horario y sede: 12:00-12:50 horas, en Auditorio Juan Rulfo, Planta Baja, Expo Guadalajara.
  • Participan: Tute, Nani, Turcios, Víctor Solís, Arturo Kemchs Dávila, CamdelaFu.

CT

Cortesía de El Informador



Dejanos un comentario: