
Septiembre y su regreso a clases no suele ser un mes de inflaciones bajas, pero las marcas que dejaron los precios en la primera quincena de este mes sí deberían hacer reflexionar al Banco de México.
Una subsecretaría de política monetaria si hubiera recibido en su escritorio el reporte del jefe de tomar en cuenta el dato negativo del comportamiento del Indicador Global de la Actividad Económica de julio de -1.2% anual.
Seguro que si fuera una oficina subordinada esa nota llevaría un subrayado en amarillo con el dato negativo de contracción de la actividad industrial, de -2.8%, y con la instrucción subrayada en rojo de disminuir la tasa de interés en por lo menos un cuarto de punto más.
Pero como quien decide el destino del costo del dinero es el autónomo Banco de México, que como mandato casi único tiene cuidar el control de la inflación, pocas dudas deberían tener de que quizá en esta decisión lo mejor sería hacer una pausa en la baja de la tasa de referencia.
Si la comunicación fuera su fuerte la Junta de Gobierno del Banco de México podría despachar la previsible baja esperada para hoy en la tasa interbancaria de la mano de un mensaje de mayor prudencia y atención a las causas que hoy muestran que las presiones inflacionarias están muy lejos de haber sido derrotadas.
Pero si el argumento de esa mayoría que actúa en línea con lo que dicta la política fiscal es argumentar que la inflación general sigue dentro del rango tolerado de 3+/- 1 punto porcentual, seguirán sin hablarle a los mercados y rozarían los conocidos terrenos de los otros datos.
La inflación subyacente, esa que no se mueve tan abruptamente por la baja del precio de la papa y el aguacate o el incremento del precio del pollo, tuvo un incremento durante la primera quincena de este mes de 0.22% y se ubicó en 4.26% en su medición anual, son dos quincenas con aumentos en un índice fuera de rango.
La inflación en servicios ya da un respiro, que sí deja ver algo de la desaceleración económica, pero dentro de la inflación central los precios de las mercancías muestran su nivel más alto desde el 2022.
Hay una debilidad económica evidente, hay una obsesión presidencial no solo por evitar un dato negativo sino por tratar de influir en que la expansión del Producto Interno Bruto marque al menos un punto porcentual este año, pero esa no es competencia del Banco de México.
Hoy, con la tasa de interés interbancaria de referencia del Banxico en 7.75%, los márgenes para calcular la velocidad de baja se han reducido. No significa que ese nivel sea el ideal, implica cuidar la gradualidad de la reducción del costo del dinero.
Ese margen amplio que tuvo la Junta de Gobierno de Banxico para reducir aceleradamente la tasa de interés de forma relativamente inocua en los mercados está llegando a su fin.
Conforme se estrecha el diferencial con la tasa de Estados Unidos, en la medida que la tasa actual ya se perciba dentro de un rango de neutralidad y ante la falta de habilidad comunicativa del Banxico, deben ser más cuidadosos con sus decisiones.
Cortesía de El Economista
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