Cuando nos adornábamos con conchas: un equipo de investigación analiza un raro grupo de ‘joyas’ marinas de más de 20.000 años de la Cueva de Ardales

¿Cuándo empezamos los homínidos a utilizar ornamentos corporales? ¿Cuáles fueron los primeros objetos a los que recurrimos para hacerlo? Un conjunto de pequeñas conchas marinas halladas en las profundidades de la Cueva de Ardales nos ofrece una inmersión privilegiadaa en la vida simbólica de los grupos humanos del Gravetiense, hace entre 26 000 y 32 000 años. A pesar de que el uso de moluscos marinos como ornamento personal ha sido documentado en otras regiones del mundo, su presencia en contextos paleolíticos del interior de la península ibérica es muy escasa. Por ello, el hallazgo de las piezas en este yacimiento prehistórico en el interior montañoso de Málaga representa un hito en el estudio del simbolismo y la movilidad de las sociedades peninsulares del Paleolítico superior.

Un hallazgo excepcional en un lugar inesperado

El conjunto de 13 conchas analizado se recuperó en las excavaciones llevadas a cabo entre 2011 y 2018 por un equipo interdisciplinar hispano-alemán bajo el patrocinio de la Junta de Andalucía. Las piezas provienen de la zona 5 de la cueva, en concreot, de la capa 2. Este nivel se ha datado por radiocarbono entre 26.000 y 32.000 años antes del presente, lo que confirma su cronología gravetiense.

Lo que hace a este hallazgo particularmente singular es su localización a más de 50 kilómetros de la costa mediterránea actual, y a unos 60–65 km en época gravetiense. Esta distancia sugiere una conexión significativa entre las poblaciones costeras y las del interior, y refuerza, por tanto, la hipótesis de una movilidad compleja entre distintos entornos ecológicos.

Antalis vulgaris. Fuente: Hans Hillewaert/Wikimedia

Especies marinas y dulceacuícolas transformadas en adorno

De los más de 2000 restos de moluscos recuperados en niveles gravetienses, solo trece conchas se identificaron como elementos que pudieron usarse como adornos personales. Pertenecen a cuatro especies distintas: los escafópodos Antalis sp., los gasterópodos marinos Thylaeodus semisurrectus y Trivia sp., y el gasterópodo de agua dulce Theodoxus fluviatilis.

Muchas de estas conchas presentan bien una forma tubular natural, bien una superficie perforada artificialmente, lo que posibilita su uso como colgantes o cuentas de collar. Dos de ellas presentan perforaciones claras realizadas por percusión, una de ellas por el interior de la concha. Para ello, se usó, con probabilidad, un instrumento lítico afilado. Otras, como los escafópodos, tienen perforaciones naturales en ambos extremos y pudieron usarse directamente para enhebrarlas con algún tipo de filamento.

Este tipo de transformación de elementos naturales en objetos simbólicos sugiere una intención estética o comunicativa. En especial, la elección de especies marinas sin valor alimenticio indica una búsqueda deliberada de objetos visualmente atractivos.

Cueva de Ardales
Entrada de la Cueva de Ardales. Fuente: JamesNarmer/Wikimedia

Tecnología prehistórica y análisis moderno

Los investigadores aplicaron un amplio espectro de técnicas analíticas para estudiar las conchas. Se recurrió a la microscopía electrónica de barrido, la difracción de rayos X, la espectrometría Raman y el análisis de fluorescencia de rayos X, entre otras. Estas herramientas permitieron identificar tanto los materiales como las posibles huellas de modificación humana.

Aunque, en algunos ejemplaresm se detectaron coloraciones rojizas, el análisis espectroscópico reveló que no existen restos de pigmentos artificiales como hematites. Esto apunta a una coloración postdeposicional de origen natural, asociada a los sedimentos carbonatados de la cueva.

Además, se realizó una simulación informática de los caminos más probables entre la cueva y la costa, teniendo en cuenta la paleogeografía del área. Los resultados sugieren que, en época gravetiense, el trayecto entre la cueva y la línea de costa habría requerido unas 10 horas de caminata. Los investigadores proponen que se ussaron rutas naturales como el puerto de Málaga.

Hombre prehistórico con collares de conchas
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Una rareza dentro del panorama ibérico

En el conjunto del Mediterráneo ibérico, solo se han documentado unas 180 conchas ornamentales en contextos gravetienses, en su mayoría procedentes de yacimientos costeros como Cueva de Nerja o Bajondillo. En comparación, los hallazgos de Ardales representan una excepción notable por su ubicación interior. El conjunto de Ardales se suma así a sitios como Vale Boi, en el Algarve portugués, o Lagar Velho, con contextos similares en datación y uso de moluscos perforados como adorno.

Simbolismo y redes de movilidad en el Paleolítico

El uso de conchas marinas como adorno en contextos del Paleolítico superior se ha interpretado como una ejemplo de expresión simbólica, identidad grupal y cohesión social. La presencia de estos objetos en una cueva del interior implica que los grupos humanos que la habitaron no solo tenían acceso a los recursos marinos, sino que también atribuían a ciertos elementos un valor cultural que justificaba su búsqueda, transporte y transformación. La elección de determinadas especies, así como la perforación del material mediante técnicas específicas, denotan un conocimiento técnico y un gusto y estético desarrollado.

Recreación ficticia de conchas marinas
Recreación fantasiosa de conchas. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Un ejemplo de “joyería” natural prehistórica

La investigación desarrollada en la Cueva de Ardales revela que, hace más de 20.000 años, los seres humanos ya practicaban formas de ornamentación personal mediante el uso de conchas marinas, incluso en entornos alejados del mar. Este estudio no solo enriquece nuestro conocimiento sobre la movilidad y el simbolismo de las comunidades gravetienses, sino que también subraya la importancia de las conexiones entre el litoral y el interior en la configuración cultural del Paleolítico superior.

Referencias

  • Cantillo-Duarte, J. J., et al. “Molluscs as personal adornment in a Gravettian context from Cueva de Ardales (Málaga, Spain).” Environmental Archaeology 30.3 (2025): 245-266.DOI: https://doi.org/10.1080/14614103.2023.2218126

Cortesía de Muy Interesante



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