En Science Fest Muy Málga 2024 contamos con la presencia de Juan Luis Arsuaga. A continuación puedes ver la charla íntegra.
Transcripción editada de la charla de Juan Luis Arsuaga
Me encanta estar en la fiesta de Muy Interesante porque me he pasado la vida diciendo que la ciencia no tiene por qué ser aburrida. Pero, ¿qué hay mejor que sea divertida? También se aplica a las personas, es decir, ser interesante.
La ciencia es divertida, por supuesto, pero es algo más: es interesante. Por eso me encanta que esta revista no se llame “Muy Divertido” sino Muy Interesante, que es precisamente lo que la ciencia quiere ser. Después de decir esto, me veo obligado a daros una breve conferencia divertida e interesante. Espero que ambas cosas a la vez, que no sea ni solo divertida ni solo interesante, sino divertida e interesante juntas.
Voy a hablar de algo que no tiene nada que ver con los fósiles, lo que quizás os sorprenda. Pero de eso se trata, porque la ciencia siempre sorprende. La verdadera ciencia sorprende porque no te la esperas. Si te la esperas, no tiene gracia, como todo en la vida.
Os voy a hablar de la trampa del viejo Malthus. ¿Quién es este señor Malthus? Es muy importante en la ciencia y en la historia de las ideas. En la sociología, es considerado el padre de la sociología. Y vamos a ver cómo hemos conseguido salir de esta trampa después de muchos miles y millones de años. Aunque, tal vez, hemos caído en otra trampa peor. Nos hemos librado de la trampa de Malthus, pero tal vez hemos caído en una aún peor.
Vamos a ver qué decía este buen señor. Primero, debemos aclarar que Darwin no fue el descubridor de la teoría de la evolución, como mucha gente piensa. Ya dije que habría sorpresas. Los descubridores de la teoría de la evolución fueron varios antes de Darwin, como Lamarck, un francés.
Lo que sí fue Darwin, o al menos se sentía, era el descubridor del mecanismo que impulsa la evolución, es decir, la selección natural. Ese es el verdadero aporte de Darwin. La selección natural es lo importante, y es ahí donde aparece Malthus.
Darwin recibió una carta desde las Indias Orientales de un naturalista llamado Wallace, en la que describía lo mismo que Darwin había estado elaborando en secreto durante décadas: la teoría de la selección natural. Esta carta precipitó la publicación de su famoso libro, El origen de las especies.
Este motor de la evolución que Darwin descubrió se basaba en la obra de Malthus, quien escribió un ensayo sobre la población. Malthus se oponía a una ley aprobada por el parlamento británico que daba subsidios a las familias pobres. Según él, si se ayudaba a los pobres económicamente, tendrían más hijos y, por tanto, la población aumentaría, lo que consumiría la ayuda. De modo que Malthus creía que ayudar a los pobres no les sacaría de la pobreza.
Esta idea ha estado presente durante mucho tiempo. El principio de Malthus es que cualquier aumento de los recursos, como el alimento, sería compensado por un aumento de la población. Es decir, que cualquier progreso en la producción de alimentos se anula porque la población crece y, al final, se toca a lo mismo por cabeza.
De aquí surge la idea de que los recursos son limitados y que solo unos pocos, los mejor adaptados, pueden sobrevivir. Esta competencia es lo que permitió a Darwin y Wallace explicar la evolución mediante la lucha por los recursos.
En la historia de la humanidad, cada progreso tecnológico ha sido seguido por una explosión demográfica. Esta es la trampa de Malthus: no sirve de nada aumentar la producción, porque siempre acaba habiendo más bocas que alimentar, y la riqueza por persona no aumenta.
Esta trampa duró mucho tiempo. En España, la esperanza de vida en el siglo XX era igual a la del Paleolítico, unos 30 años. La salida de esta trampa vino con la Revolución Industrial, que permitió reducir el número de hijos y aumentar la esperanza de vida.
Conforme la Revolución Industrial se fue extendiendo, la mano de obra pasó a necesitar más cualificación, lo que llevó a las familias y gobiernos a invertir en educación y formación. Esto hizo que aumentaran los ingresos, se redujeran los hijos, y la calidad de vida mejorara.
La buena noticia es que, a nivel mundial, la población está comenzando a reducirse. Esta es la gran noticia para la humanidad: la población mundial se está estabilizando y, en algunos casos, disminuyendo.
Sin embargo, la Revolución Industrial nos ha llevado a otra trampa: el calentamiento global. Ahora tenemos que ver si podemos salir de esta nueva trampa utilizando la ciencia, la investigación y la innovación, igual que lo hicimos antes.
Al final, debemos confiar en que la ciencia y la conciencia nos permitan aspirar a un futuro mejor. Esta utopía de una humanidad en paz y en armonía con el planeta es posible si nos lo proponemos. No hay ninguna razón científica para que no sea así.
Cortesía de Muy Interesante
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