David González Ladrón de Guevara era inquebrantable


El mundo cultural y musical se viste de luto tras la muerte de David González Ladrón de Guevara, pianista tapatío que a sus 28 años dejó un legado imborrable. Su historia no es solo la de un virtuoso de las teclas, sino también la de un joven que convirtió la discapacidad en impulso creativo y que inspiró a generaciones con su música, su ejemplo de vida y su inquebrantable optimismo.

La Secretaría de Cultura de Jalisco fue una de las primeras instituciones en confirmar la noticia y lo despidió con un mensaje de profundo afecto: “David nos enseñó a vencer las limitaciones que nos impone el destino. Hoy lo recordamos con respeto, cariño y agradecimiento”.

Una infancia marcada por la música

David nació el 15 de diciembre de 1996 en Guadalajara, Jalisco, en el seno de una familia profundamente vinculada con la música. Desde pequeño enfrentó el Síndrome de Miller, una condición genética hereditaria que afecta huesos, músculos y rasgos faciales, y que en su caso significó nacer con cuatro dedos en cada mano y dificultades auditivas.

Lejos de ser un obstáculo, esa circunstancia lo acercó todavía más al piano. A los cuatro años, con la guía de su tía Rocío González Moya, comenzó a dar sus primeros pasos en la interpretación musical. Fue ella quien organizó sus primeras presentaciones, y a los diez años el pequeño ya debutaba en público. La reacción del auditorio confirmó lo que su familia intuía: estaban frente a un talento excepcional.

Su padre, el compositor José Luis González Moya, asumió entonces la formación de David, adaptando partituras y escribiendo arreglos que se ajustaran a sus posibilidades físicas. La música se convirtió en un lenguaje compartido entre padre e hijo, y también en el eje de una historia familiar de acompañamiento y resiliencia.

Formación internacional

Muy pronto, David comenzó a viajar al extranjero. En 2009, con apenas trece años, participó en el International Piano Festival for People with Disabilities en Vancouver, donde obtuvo el Junior Gold Prize. Aquel triunfo le abrió un horizonte internacional: en 2010 realizó una gira por ciudades japonesas como Kumamoto, Kioto, Chiba y Tokio; en 2011 tocó como solista junto a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guadalajara en los Juegos Panamericanos, y en 2013 viajó a Viena, donde volvió a impresionar por su capacidad de adaptación y su virtuosismo.

Sus interpretaciones se caracterizaban por la intensidad emocional y por la forma en que resolvía obras de gran dificultad técnica. Piezas como “Asturias” de Isaac Albéniz o “El vuelo del abejorro” de Rimski-Kórsakov, que exigen precisión y rapidez, se transformaban en retos que él enfrentaba con disciplina. “Uno siempre quiere tocar lo mejor posible”, decía, consciente de las horas de ensayo que había detrás de cada presentación.

Reconocimientos y premios

En 2013 obtuvo un segundo lugar en el Festival Internacional de Piano en Tokio, lo que lo motivó a seguir perfeccionándose.

El momento decisivo de su carrera llegó en 2015, cuando conquistó dos primeros lugares simultáneos en el Festival de Piano de Asia y el Pan Pacífico en Tokio. En una de las categorías interpretó “Red Dragonflies”, un tema japonés, y en otra presentó composiciones de su padre. La ceremonia, solemne y emotiva, culminó con el Himno Nacional Mexicano interpretado en honor a su victoria, un recuerdo que la familia guardó con orgullo.

Sin duda, con su fallecimiento, Jalisco pierde a un artista que supo hacer de la música un espacio de inclusión y esperanza. Pero su huella permanece en cada nota que interpretó, en sus composiciones y en las vidas que inspiró.

David González Ladrón de Guevara será recordado como un pianista virtuoso, un creador de nuevos horizontes y un joven que, a través de la adversidad, demostró que los límites pueden transformarse en alas. Su legado confirma que el arte tiene la fuerza de transformar la vida y que la voluntad, cuando se convierte en música, puede ser verdaderamente inquebrantable.

El concierto que marcó un hito

En 2018, David vivió uno de los momentos más significativos de su trayectoria: el estreno del “Concierto para Piano a 8 Dedos”, obra escrita por su padre y dedicada exclusivamente a él. La pieza fue interpretada en el majestuoso Teatro Degollado junto a la Orquesta Filarmónica de Jalisco.

El concierto simbolizaba la historia de lucha y superación de la familia: comenzaba con un movimiento barroco que evocaba los orígenes, seguía con un andante luminoso en homenaje al camino recorrido y culminaba con un scherzo que transitaba de la tristeza a la alegría. En sus compases se escuchaban citas de Bach y alusiones a la fe en la victoria. Fue, sin duda, un acto de celebración de la música y de la vida.

Conferencista y divulgador

Además de pianista, David fue un entusiasta conferencista. En 2015 participó en una charla TEDx en el Teatro Degollado, donde relató su experiencia y mostró cómo la música podía ser un puente de inclusión. Desde entonces, combinó sus recitales con conferencias-concierto en universidades, empresas, escuelas y centros culturales.

Su mensaje siempre apuntaba a transformar la percepción sobre la discapacidad: “Quitando nuestro enfoque de lo que no podemos hacer y enfocándonos en lo que sí podemos hacer, dejaremos de vivir nuestros miedos y comenzaremos a vivir nuestros sueños”, solía decir.

El “Premio Nobel de la Vida”

El reconocimiento internacional llegó en 2024, cuando la Fundación Cultural y Educativa Chou Ta Kuan, con sede en Taiwán, le otorgó el “Reconocimiento Mundial del Ferviente Amor por las Vidas”, considerado el “Premio Nobel de la Vida”. Fue elegido entre más de cuatro mil candidatos de todo el mundo.

Durante su estancia en Taiwán visitó hospitales, escuelas y universidades, compartió su historia y su música, y fue recibido por el presidente Lai Ching-te. “Lo que simboliza este reconocimiento es que a través de mi vida se inspiren más personas a luchar por vivir y por un futuro mejor”, declaró a esta casa editorial.

Un retrato en el cine

La lucha de vida de David se vio retratada recientemente en el documental “Concierto para otras manos”, de Ernesto González Díaz, que estuvo nominada al Ariel por Mejor Documental, y que también formó parte de la selección del Premio Hecho en Jalisco del Festival Internacional del Cine en Guadalajara. 

En “Concierto para otras manos”, David abrió las puertas de su casa, su intimidad y su mundo; el largometraje explora el poder transformador de la música. Lejos de centrarse en la limitación, el filme muestra cómo la creatividad, la resiliencia y el acompañamiento familiar pueden abrir caminos alternativos de expresión artística, inclusión, talento y superación. A lo largo del documental, el espectador acompaña a David en su camino hacia la música: desde su infancia, cuando experimentaba sonidos con un pequeño teclado, hasta su participación en festivales musicales diseñados para personas con discapacidad.

David era optimista, y veía a la vida desde una mirada luminosa. Cuando se estrenó el documental, compartió su entusiasmo de que su historia inspirara de algún modo u otro a quien la viera. Nunca consideró su discapacidad como una limitante, sino una posibilidad que lo llevó a tocar el piano en escenarios internacionales, además de recibir reconocimientos como el Premio Estatal de la Juventud en el ámbito cultural, y el Premio Nacional de la Juventud en la categoría Discapacidad e Integración. Su historia es una historia de música, la música que tanto quiso y que tanto tocó y compuso, de la música como un territorio donde no existen barreras, ni discriminaciones, sino una esperanza que fue lucero y motor de vida de David, que lo llevó a superar sus miedos, derribar sus propias barreras. 

“Quitando nuestro enfoque de lo que no podemos hacer y enfocándonos en lo que sí podemos hacer, dejaremos de vivir nuestros miedos y comenzaremos a vivir nuestros sueños”, dijo David González Ladrón de Guevara, para esta casa editorial, en julio del 2025.

Más allá del piano

Aunque el piano fue su gran amor, David también exploró la composición en otros géneros. Su intención era siempre transmitir esperanza, sin importar el estilo.

Era un melómano y tenía el corazón lleno de música, de manera que también era compositor: “En mis composiciones busco transmitir esperanza”, declaró para EL INFORMADOR, apenas en julio de este año. Nunca buscó encasillarse en nada: así como componía para el piano, creaba música en inglés, español, pop, country, e incluso música electrónica. 

Fuera del escenario, David disfrutaba del deporte. Jugaba futbol como delantero y seguía de cerca al Barcelona y a las Chivas. Cuando México participaba en los mundiales, su apoyo era incondicional; si el equipo quedaba fuera, se inclinaba por España o Alemania. También dedicaba tiempo al ejercicio y a la lectura. Su libro favorito era “Piense y hágase rico” de Napoleon Hill, del que adoptó la filosofía de convertir cada “no” en un “sí” y no mirar atrás en el camino hacia los objetivos.

Una familia musical

La familia González Moya fue siempre el sostén de David. Su padre, además de componer para él, escribió una ópera y fue finalista en un concurso organizado por la Secretaría de Cultura y la Orquesta Filarmónica de Jalisco. Su madre, Cristina, lo acompañó en viajes y gestiones, y sus dos hermanas también siguieron la senda musical: una en el canto y otra en el violín.

En entrevista con esta casa editorial, José Luis González, su padre, compartió: “Una de las cosas más importantes que he aprendido de David es su voluntad… Como una de sus piezas, que se llama ‘Inquebrantable’. Y es que realmente tiene una voluntad así: inquebrantable. Cuando se propone hacer algo, se empeña hasta lograrlo. Yo también he aprendido a ver el mundo desde otra perspectiva. David nos abrió la puerta al universo de la discapacidad. Y es un universo muy amplio. Cada persona con una discapacidad es distinta. Eso nos ha hecho como familia más tolerantes, más abiertos, más conscientes de que todos somos diferentes. Incluso entre las personas ‘normales’ -entre comillas- hay muchas diferencias, y necesitamos respeto y tolerancia para convivir”.

CT

Cortesía de El Informador



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