De rivales a socios; México y Brasil fortalecen lazos comerciales por Trump

Las dos economías más grandes de América Latina ajustan su brújula comercial. Presionados por la nueva oleada arancelaria impulsada por Donald Trump, México y Brasil urgen reforzar su relación comercial. Aunque suelen verse más como rivales que como socios, ahora la lógica de la competencia cede ante una colaboración estratégica más sólida.

En la región, los números económicos colocan a Brasil y México en el centro. El primero conserva el liderazgo en tamaño de economía, con un PIB que asciende a 2.18 billones de dólares. El segundo lo sigue con 1.85 billones.

Pero en las exportaciones, los papeles se invierten. México encabeza con un valor de 617,100 millones de dólares en 2024, casi el doble que los 337,046 millones registrados por Brasil. Ambos países comparten un rasgo estructural: dominan los sectores automotriz y agroalimentario, aunque desde posiciones que muchas veces chocan en lugar de complementarse.

En la historia de su relación comercial hay negociaciones fallidas y una competencia que frena cualquier integración profunda. Sin embargo, las presiones desde Washington obligan a replantear prioridades. La decisión de Estados Unidos de imponer nuevos aranceles —de 50% a productos brasileños y de 30% a mercancías mexicanas — a partir del 1 de agosto aceleró un reencuentro que durante años se pospuso por falta de voluntad política y por tensiones sectoriales.

La semana pasada, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sostuvo una conversación telefónica con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. La llamada no se limitó a gestos diplomáticos.

Lula propuso abrir negociaciones formales para ampliar los acuerdos de complementación económica firmados en 2002. Desde el gobierno y sector empresarial de Brasil se subraya la necesidad de fortalecer los vínculos bilaterales en un “momento de incertidumbre”.

La conversación abordó sectores que ofrecen potencial estratégico. Se mencionaron la industria farmacéutica, la agroindustria, el etanol, el biodiesel, la aviación, la innovación y la educación técnica. El énfasis fue explorar oportunidades compartidas y responder con mayor coordinación a las presiones externas. El Palácio do Planalto confirmó que Lula planteó la urgencia de reformular los acuerdos vigentes y adaptarlos a la nueva realidad económica.

Con amplias oportunidades

El intercambio bilateral entre México y Brasil aún representa una proporción menor del comercio total de cada país. En 2024, para México, el comercio con Brasil alcanzó apenas el 2.7% del total, una caída frente al 3% registrado en 2023, según datos de Banxico.

Para Brasil, la proporción mostró un ligero ascenso: México representó el 5.2% de su comercio exterior, frente al 4.8% del año anterior, según cifras oficiales de la Secretaría de Comercio Exterior.

La balanza comercial se inclina con fuerza hacia Brasil. México cerró 2024 con un déficit de 6,759 millones de dólares en su intercambio con el país sudamericano. Este desequilibrio no es nuevo. Tampoco sorprende. Brasil exporta más a México de lo que importa, y las condiciones del acuerdo actual no corrigen esa asimetría. La actualización del marco comercial no solo busca aumentar el volumen, sino equilibrar las condiciones.

Desde el lado mexicano, exnegoacidores del T-MEC apuntan que Brasil es un competidor clave para México. No ha habido un acuerdo que beneficie a ambos. Cada intento por avanzar termina detenido por diferencias en el sector agrícola o automotriz. Las visiones divergen, incluso en cómo implementar las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Las medidas sanitarias, fitosanitarias y los estándares técnicos han sido puntos de quiebre.

Selañan que las mesas con Brasil, en particular, acumulan rupturas, pues hay sectores de ambos bandos que prefieren frenar. La relación es compleja. Pero ojalá esta vez se logre cerrar una actualización.

Desde el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el análisis parte de los datos. En los últimos cinco o seis años las importaciones desde Brasil ganaron peso dentro de la estructura comercial mexicana. “Sí hay una importancia estratégica. Continuar con este acuerdo traería beneficios, incluso facilidades arancelarias, si se pacta una reducción de barreras”.

Más allá de las cifras, el presidente Lula desde el año pasado dejó clara su postura. Habló sobre la dependencia histórica de América Latina respecto a Estados Unidos y China. Llamó a generar una mayor hermandad regional.

Debemos discutir qué es bueno para México y qué es bueno para Brasil. Lo que puede aportar cada uno al crecimiento de nuestras economías. Qué puede comprarse y qué puede venderse, con la mayor apertura posible. Así podríamos convertirnos, no en una economía de 4 billones, sino en una de 5 o 6

Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil.

Pasos puntuales

En ese tono, la modernización de los acuerdos no se presenta como un mero ajuste técnico. La narrativa apunta a una reconfiguración regional que permita consolidar una posición latinoamericana más sólida frente a los actores globales.

Una muestra puntual de este nuevo acercamiento se produjo hace unos días. Las autoridades sanitarias de ambos países firmaron un Plan de Trabajo Operativo que permitirá exportar aguacate Hass mexicano a Brasil . La Secretaría de Defensa Agropecuaria del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAPA) publicó el 17 de julio una ordenanza que detalla los requisitos fitosanitarios para las importaciones del fruto desde México.

Senasica, la agencia mexicana responsable, validará los huertos y empacadoras que cumplan con las condiciones. El objetivo es garantizar que el aguacate llegue libre de plagas cuarentenarias, como los barrenadores del hueso. Las empresas autorizadas formarán parte del programa oficial de exportación. El mercado brasileño ofrece acceso a más de 200 millones de consumidores.

México lidera la producción mundial de aguacate con cerca de 3 millones de toneladas anuales. Exporta 46% de esa producción a destinos como Estados Unidos, Canadá, Japón, España, Francia y Emiratos Árabes. Brasil ahora se suma como una ventana de oportunidad.

Las señales diplomáticas no terminan en la llamada presidencial. Como parte del nuevo acercamiento, el gobierno de Brasil confirmó la visita oficial del vicepresidente Geraldo Alckmin a la Ciudad de México para los días 27 y 28 de agosto. Lo acompañarán ministros y una delegación empresarial. El objetivo es doble: explorar oportunidades de negocio y avanzar en la expansión del flujo comercial.

Mientras México y Brasil negocian por separado con Estados Unidos para frenar los aranceles antes del 1 de agosto, entre ellos el diálogo avanza sin pausas. El acercamiento se acelera. La urgencia parece haber desbloqueado lo que por años permaneció congelado.

Los acuerdos actuales se negociaron hace más de 20 años, en un entorno comercial muy distinto. Como lo señaló Ana Paula Repezza, Directora de Negocios de ApexBrasil, “el mundo ha cambiado, las dinámicas globales han cambiado, las economías también. La integración, sin embargo, sigue limitada”.

México y Brasil parecen dispuestos a intentarlo otra vez.

Cortesía de Expansión



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