El atentado con un camión cargado de explosivos contra la Base Aérea Marco Fidel Suárez, que dejó seis civiles muertos, más de 70 heridos y cuantiosas pérdidas materiales, reabrió un debate que la ciudad ha postergado por décadas: ¿debe la instalación militar seguir en pleno corazón urbano de Cali o trasladarse a otra zona del Valle?
Tres días después del ataque, el temor persiste entre los habitantes de barrios vecinos y conductores que han optado por evitar la zona. El recuerdo del segundo camión bomba, que no alcanzó a estallar, aumentó las alarmas sobre los riesgos de mantener una base militar en medio de sectores residenciales y comerciales.
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El diario El País de Cali hizo una recolección de opiniones a favor y en contra de trasladar la Base Aérea en un debate que lleva años dándose en la capital del Valle del Cauca.
El analista y exconcejal Fabio Cardozo calificó el ataque como un crimen de lesa humanidad, subrayando que los explosivos no impactaron directamente a la Base, sino a transeúntes y comerciantes cercanos. Para él, el hecho demuestra la vulnerabilidad de la población civil.
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Cardozo ha defendido la idea de trasladar la Base y convertir el terreno en un gran parque metropolitano para el oriente de Cali, conservando únicamente la Escuela de Aviación. Según afirma, la presencia militar ha frenado el desarrollo urbanístico de la zona, donde las construcciones no pueden superar los tres pisos.
En la misma línea, Miguel Yusty, asesor de seguridad de la Gobernación, advirtió que de haberse detonado el segundo vehículo cargado con explosivos, Cali habría vivido una tragedia comparable con la explosión del 7 de agosto de 1956.
Para Yusty, trasladar la Base no solo es una necesidad de seguridad, sino también de planificación:“Cali ha aplazado decisiones claves en su desarrollo. La Base genera riesgos por las operaciones aéreas y limita la modernización de la ciudad”, señaló, recordando accidentes previos como el ocurrido en octubre de 2023, cuando una avioneta de entrenamiento cayó en un barrio vecino.
Desde el sector académico, la arquitecta Laura Lerma, presidenta de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, insistió en que la Base fue construida en 1933, cuando Cali era mucho más pequeña. Hoy, barrios como La Base y Villa Colombia colindan directamente con hangares y pistas.
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Lerma considera que la restricción urbanística que impone la Base ha frenado el crecimiento vertical de la ciudad: “Las ciudades deben crecer en altura en sus centros. En Cali, varios proyectos se han visto limitados por el cono de proximidad de la Base”.
El arquitecto Benjamín Barney plantea que los aviones y helicópteros de combate podrían operar desde el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, como ocurre en otras ciudades, y que el lote actual se convierta en un parque metropolitano.
Mover la Base hacia Jamundí parece cada vez menos viable debido a la expansión urbana en esa zona. La alternativa más mencionada es el corredor hacia Palmira, aunque implicaría altos costos.
Por su parte, la Fuerza Aérea ha defendido históricamente la permanencia en Cali, argumentando que su ubicación es estratégica para responder rápidamente en el Pacífico y el suroccidente. También advierten que un eventual traslado no eliminaría las amenazas terroristas, sino que solo las desplazaría.
Aunque el alcalde Alejandro Eder incluyó la discusión en su campaña, la Secretaría de Planeación se abstuvo de pronunciarse tras el atentado, remitiendo la vocería al mandatario local.
Cortesía de El Colombiano
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