Del mundo del trabajo a la (in)seguridad en México, ¿cómo llegamos?

Como no hay plazo que no se cumpla ni fecha que nunca llegue, la revisión o renegociación del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ya se asoma en el horizonte. No obstante la fecha programada por las partes para tal evento es seis años después de su entrada en vigor, es decir julio 2026, la realidad es que hace semanas los países iniciaron consultas

Del lado que nos ocupa, durante 9 y 10 de diciembre se celebrará la Tercera Reunión del Consejo Laboral en Ottawa, Canadá. Si bien esta reunión sigue el programa bianual de reuniones acordadas de esta instancia –la primera se celebró en 2021 y la segunda en 2023–, la reunión de diciembre podrá ser un parteaguas dada la cercanía con aquel proceso mayor.

¿Cómo llega el mundo del trabajo mexicano a estas instancias? La respuesta puede ser corta: Llega mal y de malas.

El informe último de la Junta Independiente de Expertos Laborales sobre México (IMLEB, por sus siglas en inglés, oct. 2025) fue contundente sobre lo que ocurre en materia laboral en México. En breve:

  • El T-MEC ha fracasado en su objetivo de reducir la brecha salarial entre México y EU y de frenar la pérdida de empleos en ese país;
  • México no está cumpliendo sus obligaciones laborales bajo el Tratado;
  • persisten amenazas y despidos contra empleados que ejercen su derecho a la libre asociación;
  • hay una ausencia de sanciones efectivas ante las violaciones laborales;
  • lo previo, más recortes presupuestales y la presencia de sindicatos de protección obstaculizan la implementación de las reformas laborales.

El punto por subrayar es que la visión de IMLEB es la visión prevaleciente en Estados Unidos. Luego es la visión con la que México está y estará sumido en el banquillo de los acusados en las semanas y meses por venir. ¿Existen evidencias y tendencias con las que México pueda contrarrestar estas interpretaciones? La respuesta es negativa de principio a fin. Dos eventos del presente nacional ilustran bien la gama de limitaciones, desviaciones y acechanzas que asolan el mundo del trabajo. Me refiero a los casos de Monte de Piedad y al paro de transportistas.

Monte de Piedad. Protagoniza una huelga que se acerca a dos meses de duración. Es una huelga por violaciones reiteradas a su contrato colectivo, condiciones de trabajo que no mejoran y un incremento salarial debido que no tiene cuándo concretarse.

Pero es una huelga, en particular, por la falta de voluntad de la parte gerencial-patronal para reconocer que el sindicato es un actor e interlocutor válido al que, por tanto, debe respetar en la relación de trabajo. Es una falla elemental en el entendimiento de que negociar no es acerca de cómo eliminar al otro –entendimiento de suyo tan extendido en el talante nacional–. Sino una labor consustancial del mundo del trabajo en donde se ponen a prueba la cultura cívica y política de las partes para encontrar el espacio de intersección donde se respetan y tienen acogida los derechos e intereses legítimos de cada quien.

Monte de Piedad es también un fracaso de las instituciones del trabajo encargadas de vigilar la observancia de la ley pues la prolongación de la huelga refleja bien el enfado y distancia con que ahora se conducen.

Paro de transportistas. No es tema que ocupe a este especialista la filiación política o no filiación de los transportistas que iniciaron esta semana bloqueando las carreteras del país. Mi ocupación es notar lo dramático de su demanda básica: Seguridad.

Mi preocupación es que estamos hablando de más de un millón de trabajadores del volante (incluyendo obreros de mantenimiento) que son quienes mueven gran parte de los bienes y servicios que mantienen de pie México. Más aún, ellos son responsables de que más de la mitad de las exportaciones e importaciones del país con Estados Unidos rueden por las carretas y lleguen a sus destinos finales.

Más de un millón que deben de lidiar cotidianamente con la inseguridad del crimen que se ha apoderado de la vida nacional y que , contra todo lo dicho y hecho, está desintegrando poco a poco, pero cada vez más, la vida productiva y social toda de México y los mexicanos. Es un drama que no parece oírse suficientemente desde dentro del país por quienes tienen como función primera velar por la paz y la seguridad. En contraste, está pasando a oírse y exigirse crecientemente desde fuera.

Autoridades de la Europa Unida ahora enfatizan su preocupación por la inseguridad y el crimen organizado en México, y notan que abordar el tema será en adelante elemento crucial de la relación bilateral. Lo mismo se cocina desde las otras partes de Norteamérica.

El hecho es que el mundo del trabajo de México llega a este momento crítico de evaluaciones y discusiones T-MEC en condiciones de debilidad, incertidumbres e inseguridad. Lo extraordinario podrá ser ahora que, en adición a prepararnos para tener y aplicar un Mecanismo Laboral más extendido, tengamos que prepararnos para aceptar y aplicar un Mecanismo de Seguridad Trasnacional.

Será tiempo de recordar que el tema laboral tuvo que ser presionado desde fuera para que las autoridades mexicanas reaccionarán y empezaran a poner la atención que siempre negaron. ¿Será entonces que el tema del crimen e inseguridad deba también presionarse desde fuera para que aquí dentro se actúe y sacuda lo necesario?

Cortesía de El Economista



Dejanos un comentario: