Desconcierto entre los arqueólogos: descubren una urna etrusca de 2.300 años con el rostro de Medusa. Al abrirla encontraron un ajuar funerario intacto sin restos humanos

Durante una rutinaria intervención de restauración en el Ipogeo dei Volumni, una tumba monumental de la antigua necrópolis etrusca del Palazzone, en la ciudad italiana de Perugia, un hallazgo desconcertante ha salido a la luz. Lo que parecía una urna funeraria más entre las cientos que conforman este complejo subterráneo reveló una sorpresa tan inesperada como reveladora: el rostro de Medusa tallado en piedra y un contenido que desafía las convenciones funerarias conocidas.

La pieza, una urna de travertino decorada con motivos florales, discos rituales y una impactante imagen de la mítica Gorgona, ha sido calificada como uno de los descubrimientos más intrigantes de los últimos años en Italia. Pero lo más sorprendente no es su ornamentación —propia de los entierros de élite—, sino lo que guarda en su interior: no cenizas ni huesos, sino un pequeño ajuar funerario compuesto por tres vasijas de terracota. Ningún resto humano. Ninguna urna común.

Una tumba etrusca y una historia por descifrar

El Hipogeo de los Volumnios (Ipogeo dei Volumni) forma parte de una red de unas 200 tumbas que datan del periodo helenístico (siglos III al I a.C.), excavadas en la roca bajo lo que hoy es la ciudad de Perugia. El hipogeo en cuestión pertenecía a la familia Acsi, una gens etrusca de la que se sabe poco, pero que ocupó un lugar prominente en la sociedad local. Fue allí donde se encontró la urna dedicada a un tal Arnθ, según se ha identificado por una inscripción en lengua etrusca.

Desde principios del siglo XX, muchas de estas urnas han estado expuestas en el vestíbulo del sitio arqueológico. Sin embargo, el reciente trabajo de restauración permitió revisar una por una, abriendo algunas de las que nunca habían sido exploradas a fondo. En ese proceso se descubrió que la urna atribuida a Arnθ no contenía los restos esperados, sino un ajuar funerario intacto: un vaso y dos jarritas, de terracota sin decorar, cuidadosamente dispuestas en el interior.

En lugar de restos humanos, la urna albergaba tres vasijas de terracota perfectamente conservadas, dispuestas con evidente intención ritual
En lugar de restos humanos, la urna albergaba tres vasijas de terracota perfectamente conservadas, dispuestas con evidente intención ritual. Foto: Ipogeo dei Volumni e Necropoli del Palazzone

Este tipo de hallazgo no solo es excepcional por su conservación, sino por lo que sugiere: podría tratarse de un cenotafio, una tumba simbólica colocada allí como homenaje, sin que el cuerpo del difunto estuviera presente.

El enigma de Medusa: protectora de los muertos

Más allá del vacío físico de la urna, lo que realmente ha captado la atención de los expertos es la talla de la cabeza de Medusa en su cara frontal. No se trata de una decoración común en las urnas etruscas, aunque hay precedentes de figuras mitológicas usadas con intención apotropaica —es decir, para alejar el mal—. Pero la elección de Medusa, la Gorgona cuya mirada petrificaba, parece responder a algo más profundo.

En el contexto funerario etrusco, Medusa no era simplemente un elemento decorativo. Su figura cumplía una función ritual de protección, como guardiana simbólica del tránsito al más allá. En este caso, su talla en altorrelieve, enmarcada por un cuadrado con caracteres etruscos cursivos, refuerza la idea de que la urna tenía una función más ceremonial que práctica.

Además, los discos rituales o paterae tallados alrededor del relieve, típicos de las tumbas más ricas, sugieren una fuerte carga simbólica. Todo apunta a una intención de sellar algo sagrado, un contenedor no de restos humanos, sino de significados invisibles, probablemente reservados a los iniciados en las costumbres funerarias de la época.

Un hallazgo que reescribe costumbres funerarias

Aunque ya se han encontrado otros casos de urnas vacías en contextos etruscos, lo excepcional de esta es el conjunto de factores: ornamentación de élite, ausencia de restos humanos, presencia de un ajuar intacto y la imagen protectora de Medusa. A esto se suma el hecho de que en la tumba también se halló una placa de plomo en la que se mencionan tanto a Arnθ como a un posible Larθi Caprti, otro miembro de la familia. Pero ninguno de sus restos parece haber sido depositado en la urna.

Todo ello refuerza la teoría del cenotafio, aunque también abre la puerta a otras interpretaciones más complejas: ¿podría tratarse de un caso de ofrenda funeraria posterior, colocada por los descubridores del siglo XIX cuando se abrió la tumba por primera vez? ¿O estamos ante un rito intencionado en el que el ajuar funerario era suficiente para representar al difunto?

En cualquier caso, el hallazgo obliga a replantear ciertas ideas sobre las prácticas funerarias etruscas. La existencia de tumbas simbólicas podría haber sido más común de lo que pensábamos, especialmente en contextos donde el cuerpo no podía ser recuperado —por muerte en batalla, por ejemplo— o en aquellos en los que el componente espiritual del rito prevalecía sobre la corporeidad.

La urna etrusca recién hallada destaca por su elaborado relieve de Medusa y las inscripciones en escritura etrusca que la rodean
La urna etrusca recién hallada destaca por su elaborado relieve de Medusa y las inscripciones en escritura etrusca que la rodean. Foto: Ipogeo dei Volumni e Necropoli del Palazzone

Un nuevo capítulo en la historia etrusca

El hallazgo fue anunciado públicamente por la página institucional del Ipogeo dei Volumni e Necropoli del Palazzone, en un comunicado que detalla los trabajos de conservación llevados a cabo “detrás del telón” durante su cierre temporal al público. Allí se describe con entusiasmo el hallazgo como “una sorpresa donada por el tiempo”, que permite rescatar historias y detalles perdidos desde hace siglos.

Actualmente, tanto la urna como sus contenidos han sido trasladados al Antiquarium del sitio arqueológico para su análisis. Expertos en conservación y arqueometría están llevando a cabo estudios de residuos orgánicos en las vasijas, con el objetivo de determinar si llegaron a contener cenizas, líquidos rituales o algún otro tipo de ofrenda.

Una vez completados los análisis, el conjunto será trasladado al Museo Arqueológico Nacional de Umbría, donde será expuesto al público. Será entonces cuando esta urna, que durante siglos permaneció en silencio, pueda volver a contar su historia. Una historia sin huesos, pero con símbolos. Sin palabras, pero con mensajes inscritos en piedra.

Mientras tanto, el rostro de Medusa sigue allí, petrificado en la piedra y en el tiempo, como testigo de una civilización que aún guarda secretos bajo la superficie.

Cortesía de Muy Interesante



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