Descubre el mundo a través de “Malva”


Desde su casa en Tijuana, Michelle Rangel escribe con la convicción de que las emociones más profundas pueden caber en los gestos más simples. Una ventana abierta, una colección de crayones, una huelga silenciosa. Aunque nació en Colchester, Inglaterra, se define a sí misma como muy mexicana. “Yo soy mexicana, me encanta México, yo crecí, viví aquí y aquí planeo quedarme”, afirma en entrevista con EL INFORMADOR. Su primera novela, “La chica que coleccionaba crayones”, es una exploración íntima del amor adolescente, escrita con la sensibilidad de quien encuentra en los libros una casa y en las palabras, una forma de pertenecer.

FERIA DE SAN FRANCISCO

La historia parte del deseo simple de escribir algo que a ella misma le gustaría leer. “Este libro nace de este deseo mío, de yo querer escribir una historia de amor, de romance. Es de mis géneros favoritos de leer”, explica. En ese impulso por capturar las emociones juveniles, Rangel no sólo creó a “Malva”, su protagonista, sino que le dio una voz que terminó hablándole de vuelta. “Yo fui dándole forma, dándole carácter, personalidad, pensamientos y todo, pero creo que en algún momento ella fue quien me estaba hablando a mí… ella tomó riendas de la historia, lo cual fue algo muy emocionante”.

“Malva” colecciona exactamente 535 crayones. ¿Un número con carga simbólica? No necesariamente. “Es nada más para denotar esta adoración que tiene ‘Malva’ por los crayones y su colección”. Pero detrás de esa obsesión cromática se teje una búsqueda por preservar el color en medio de las fracturas cotidianas, como el divorcio de los padres, una experiencia que la propia autora atravesó. “Yo viví esto en mi vida personal. Claro, iban tomando su propia forma dentro del personaje de ‘Malva’, no todo es igual a mí, pero sí quería que los lectores o las lectoras pudieran leer esto y si estaban atravesando por esto mismo, pudieran entenderse un poco”.

En “La chica que coleccionaba crayones”, esa ruptura se manifiesta en una protesta silenciosa, una huelga emocional que no se anuncia con palabras, sino con gestos. Para Rangel, la literatura no sólo es una forma de narrar, sino también de sanar. “Tuvo un poco de catarsis en mi vida, poder despejarme y deshacerme de estos pensamientos y cosas… creo que es una lectura que a mí me hubiera gustado leer en su momento cuando yo atravesaba por eso”.

La historia de amor entre “Malva” y “Ónice” se construye a través de un símbolo representado por ventanas. El intercambio de miradas, palabras y silencios a través del cristal se convierte en una metáfora de lo íntimo. “‘Ónice’ empieza teniendo siempre sus cortinas cerradas, sus ventanas cerradas… quería que se entendiera visualmente, pero también simbólicamente esto de las ventanas y las cortinas y cómo puedes tú entender a alguien si dejas abrirte”, detalla la autora.

Aunque su historia personal inició en Inglaterra, Rangel aclara que no hay un conflicto cultural en su identidad o su narrativa. El único guiño a su lugar de nacimiento es la inclusión de la peculiar tradición del “queso rodante” -originaria del Reino Unido- en la novela. El resto es un retrato profundamente local, con resonancias emocionales que no necesitan fronteras.

Su formación en Comunicación, su afición por los video-poemas en TikTok y su amor por la lectura convergen en esta obra breve pero significativa.

“Fue totalmente un reto, más porque se trata de mi primera novela, jamás había escrito algo tan largo. Yo ya quería avanzar y quería lo siguiente. Mi libro creo que es corto en lo que cabe y creo que avanza rápido”, explica, reconociendo que ese ritmo puede conectar bien con las nuevas generaciones y sus hábitos de atención más fugaces.

El proceso creativo fue, en sus palabras, “lento pero muy placentero”. La perfección se volvió obstáculo hasta que logró soltar la necesidad de control absoluto. “Escribía y luego lo borraba y luego lo volvía a escribir y no me gustaba… una vez que dije, ‘okay, voy a escribir todo y al final voy a corregir’… pude avanzar más”. Las conversaciones con otras personas, las frases robadas al azar durante pláticas cotidianas, las notas escritas de prisa en su celular alimentaron su narrativa.

Michelle ha comenzado a escuchar reacciones de sus lectores más cercanos, y aunque sabe que las opiniones vienen de su círculo íntimo, valora profundamente las sorpresas que su final ha provocado. “El final puede ser un poco sorprendente, he escuchado muchas cosas sobre ese final. Personas que dicen: ‘No me lo esperaba’, o que me preguntan, ‘¿Por qué hiciste eso?’”.

La posibilidad de llevar su novela a TikTok, donde ha tenido éxito con sus video-poemas, no le había cruzado por la mente, pero ahora la contempla con entusiasmo. “No había pensado en eso, pero es una muy buena idea… creo que me gustaría explorar cómo traducir un formato tan largo o estas palabras a TikTok”. La idea de entrelazar sus mundos -el literario y el digital- es un campo fértil que aún está por descubrir.

Sobre el temor que muchos adolescentes sienten al comenzar un proyecto creativo, Rangel enfatizó que el miedo no debe frenar la acción. “Creo que la vida es muy corta, muy inesperada, muy cambiante, muy fugaz como para no intentarlo al menos una vez. Hay muchas personas que no tienen talento y lo han logrado. Así que, si tú sí tienes talento, imagínate todo lo que puedes hacer”.

Va por la conquista de otros géneros

Michelle ya piensa en el futuro. No sólo planea continuar con historias románticas que revelen la “magia en lo ordinario”, sino que sueña con conquistar otros géneros. La fantasía, por ejemplo, le intriga profundamente. “Es un reto mayor porque la fantasía tiene muchas reglas, pero sí me gustaría alcanzarlo y llegar a él”. Mientras tanto, sigue escribiendo, explorando nuevas voces, trazando nuevos mundos.

Su amor por la literatura nació desde la infancia, cuando, como muchas niñas solitarias, encontró en los libros un refugio. “Yo era una niña un poco solitaria, encontré en los libros como este escape hacia mundos mágicos y mundos mucho más lindos que el mío en ese momento”. Agradece a sus padres, especialmente a su madre, por fomentar ese hábito y permitirle perderse -y encontrarse- entre páginas. “El Principito” fue su primer gran amor literario, seguido de “Las crónicas de Narnia” y los libros de Judy Moody. “Esos tres creo que fueron los primeros que me encantaron”, finaliza.

Sinopsis

No planeaba salir de su cuarto… hasta que el amor llamó a su ventana. “Malva” es la chica solitaria de cabello rosa. “Malva” tiene una colección de quinientos treinta y cinco crayones. “Malva” está en huelga y planea quedarse en su habitación hasta que sus padres anulen los planes de divorcio.

“Ónice” es el chico más popular de la escuela. “Ónice” quiere ser el ganador del Festival del Queso Rodante. “Ónice” es el vecino y amigo de la infancia de “Malva” que, sin proponérselo, se distanció de ella.

Cuando “Ónice” se entera del encierro voluntario de “Malva”, comienza a hablar con ella de ventana a ventana. Ambos piensan que ya no tienen nada en común, hasta que, poco a poco, las largas conversaciones, las confesiones profundas y los aviones de papel se convierten en el inicio de un amor capaz de iluminar sus vidas.

Aunque no puedan salir por completo de la penumbra, dejarán que el otro descubra los colores que llevan en su interior.

CT

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de El Informador



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