Descubre la desconocida historia de Viguera: el pequeño pueblo riojano de menos de 400 habitantes que fue sede de un reino medieval

¿Viguera? ¿Y dónde está Viguera? Otra pregunta difícil, excepto para los riojanos, a cuya comunidad autónoma pertenece. La localidad que nos ocupa se halla al sur de Logroño y, lo que es más significativo históricamente, también al sur de Nájera.

Esto ya debería dar alguna pista a los mejores de la clase: en el siglo XI, el reino de Pamplona (precedente del de Navarra) se extendió hasta esta población y en una época llegó a unir ambos topónimos en su denominación como Reino de Pamplona-Nájera. Es en ese contexto de expansión de los monarcas de Pamplona hacia los territorios riojanos en el que Viguera juega un rol de importancia, pero ¿tanto como para llegar a convertirse en un reino?

En este mapa de La Rioja podemos localizar, al sudoeste de Logroño, esta importante población, que unos años después de la época que nos ocupa, ya en el siglo XI, llegó a ser cosede del Reino de Pamplona- Nájera. Foto: Shutterstock.

Todo un misterio

Por qué Viguera llegó a ser un reino es todavía hoy un misterio, pero sí existe la documentación que lo demuestra. El rey Sancho II Garcés, al subir al trono a la muerte de su padre García Sánchez I en el año 970, concedió a su hermano pequeño, Ramiro Garcés, el mando como rey de esa ciudad, aunque subordinado a él.

Un documento del año 974 lo expresa con claridad: “Regnante […] principe nostro Sancio in Pampilona, et sub illius imperio frater eius Ranimiro in Vekaria et in Leza…” (“Reinando nuestro príncipe Sancho en Pamplona y, bajo su imperio, su hermano Ramiro en Viguera y Leza…”). Y hasta otros cuatro documentos más de los años 972-974 repiten ese tratamiento hacia el personaje.

Aquellos eran años complicados para los monarcas pamploneses y lo debieron ser más para un nuevo rey como Sancho II Garcés, que debía afirmar su poder en tiempos de guerra de frontera en los que las acometidas musulmanas eran constantes. Para mantenerlas a raya, resultaba clave el control de los puntos estratégicos del territorio. Y Viguera era uno de ellos.

José María Tejado, arqueólogo y profesor de Historia Medieval en la Universidad de La Rioja, opina que “a Sancho no le queda más remedio que poner ahí a su hermano para intentar controlar entre ambos esa zona crucial. Es una necesidad. Sin el control de Viguera, el de Nájera, futura sede del reino, sería imposible”.

Esta explicación convive con otras teorías, como la de las rivalidades familiares en el seno de la familia real pamplonesa. El que sería Ramiro Garcés I de Viguera era hijo del monarca con su segunda mujer, Teresa Ramírez. Se ha sugerido que esta pudo presionar para que su vástago fuera el elegido para gobernar y de ahí se acabara llegando a la solución de compromiso de otorgarle este pequeño reino, con vasallaje hacia el del hijo primogénito del rey pamplonés.

Códice Vigiliano
También llamado Códice Albeldense, este manuscrito anónimo concluido en el año 976, escrito en latín e iluminado por el monje y minaturista Vigila, entre otros (de ahí su nombre), incluye miniaturas del rey de Viguera Ramiro Garcés I, su hermano Sancho Garcés II de Pamplona y la mujer de este, Urraca Fernández (sobre estas líneas, en la banda intermedia). Foto: ASC.

La arqueología al rescate

El tiempo tal vez aclarará del todo las circunstancias del nacimiento de este reino. El tiempo y las excavaciones arqueológicas, ya que el Castillo de Viguera es objeto de investigaciones para recuperar las huellas históricas escondidas en un enclave tan particular.

El responsable de las mismas es el citado profesor Tejado, quien subraya las peculiaridades geográficas y orográficas del lugar como el principal factor a tener en cuenta para entender su importancia: “El castillo está en un grandísimo peñasco con caídas verticales de entre 60 y 120 metros, por lo que atacarlo es extremadamente difícil; y debajo hay una clausura natural, un estrechamiento de la vía de comunicación, de forma que el castillo controlaba el paso por ella”.

Aljibes en Viguera
Uno de los aljibes excavado en Viguera. Foto: José Ángel Martos.

Ni siquiera hizo falta construir un castillo como lo solemos conocer. La propia naturaleza proporcionaba defensas infranqueables y, por eso, como puede comprobar cualquier visitante, no existen los elementos constructivos típicos que suelen darse en las fortificaciones medievales. Tanto es así que “durante muchos años, el Castillo de Viguera no estuvo localizado correctamente por la falta de referencias evidentes”, comenta Tejado, que con su equipo inició la excavación en el año 2017.

Estos trabajos han llevado a localizar el rastro de la intervención humana y a concluir que hubo presencia en esta cumbre de Viguera ya desde la época romana, en el siglo IV, y que continuó ininterrumpidamente hasta finales del siglo XIV. Los diferentes estratos hallados conducen a pensar que su función fue la de guarnición militar, incluso desde muchos siglos antes de que surgiera el Reino de Viguera, pero no una cualquiera. En particular, el hallazgo de unas teselas de pasta vítrea típicas de la decoración bajoimperial (siglo IV) llama especialmente la atención, ya que indicaría la presencia de un mosaico.

 “Encontrar mosaicos romanos fuera del entorno de villas romanas o ámbitos urbanos no es muy frecuente”, nos aclara el profesor Tejado. “La presencia de uno de ellos nos está hablando de la utilización de esos espacios por personajes de alto rango social, militar en este caso. No es como encontrar una simple tienda de campaña de cuero. Si acaso correspondería al praetorium, el edificio donde residía el oficial al mando de este destacamento romano”.

Un poco de historia

La ocupación de ese alto de Viguera continuaría en época musulmana. Se sabe que la zona estuvo bajo el control de la familia de los Banu Qasi, el nombre islamizado de unos magnates visigodos del Valle del Ebro que, ante el empuje imparable de la conquista musulmana, cambiaron de bando (eran muladíes, cristianos que adoptaron la religión y las costumbres islámicas). Su primer gran líder conocido, el conde Casio (Qasi), consiguió entrevistarse con el califa de Damasco y alcanzó un pacto directo con él según el cual, a cambio de su conversión, su clan mantenía el poder sobre el territorio.

En el siglo IX, los Banu Qasi se encuentran sometidos a fuertes desafíos, tanto por parte de sus aliados islámicos como de los cristianos. En cuanto a los primeros, desde Córdoba los omeyas favorecen a los tuyibíes, un clan rival asentado en Daroca y Calatayud. Los reyes cristianos de Pamplona, por su parte, manifestarán una creciente hostilidad planteando batallas y escaramuzas en diversos frentes. Todo ello llevará al clan de los Qasi a tomar la decisión de fortificar diversas plazas, como Nájera y Viguera.

Busto de Sancho Garcés I de Pamplona
Busto de Sancho Garcés I de Pamplona. Foto: Meluzina/Wikimedia Commons.

Sin embargo, eso no resultará suficiente y en el año 923 Viguera cambia de manos. Muhammad ben Lubb, jefe del clan, había participado en la reconquista de Calahorra a los navarros en 920, éxito que le llevo a emprender una atrevida invasión del reino de Pamplona. Esta aventura se le volvió en contra. Rechazado por los pamploneses, tuvo que refugiarse en Viguera, pero allí capitularía en 923 ante el rey Sancho I Garcés, quien demostró un gran interés por la plaza: “Sabía que mientras no conquistase Viguera, Nájera no podría ser suya para los planes de expansión de su reino pamplonés, ya que son cruciales ambos lugares para el control de esta parte de La Rioja Alta”, explica Tejado.

Viguera ya no se perderá en todo el siglo. Los signos de revitalización del enclave van apareciendo en las excavaciones y aumentan hacia el final de la centuria, cuando se inicia el reinado en esta plaza del mentado Ramiro Garcés, nieto del conquistador Sancho y primer rey de Viguera. Durará once años, de 970 a 981, que debieron resultar muy convulsos, pues se vio envuelto en varios lances bélicos.

El primero fue la batalla de Estercuel, en el año 975, contra el tuyibí Abd al-Rahmán ibn Yahyá. Este derrotó a su ejército y lo persiguió de forma implacable en su huida por la comarca de las Bárdenas, diezmándolo. Ramiro Garcés salvó la vida en esta ocasión. Seis años después, acabaría perdiéndola, según fuentes musulmanas, ante un enemigo todavía más temible, Almanzor, al verse implicado el rey de Viguera en las luchas intestinas por el poder musulmán que enfrentaron al célebre caudillo andalusí con su suegro, el veterano general Gálib.

Almanzor
Retrato figurado del militar y político andalusí al-Mansur (“el Victorioso”), conocido en castellano como Almanzor (hacia 939-1002), pintado por Francisco de Zurbarán en el siglo XVII. Foto: Álbum.

Los navarros y castellanos dieron apoyo a este último en la decisiva batalla de Torrevicente (Soria), que tuvo lugar en julio del año 981 y en la que Almanzor acabó obteniendo una gran victoria. Gálib, ya octogenario, fue encontrado muerto durante la batalla, probablemente por una caída de su caballo. Cuando corrió la voz, tanto sus tropas musulmanas como los aliados cristianos huyeron en desbandada y las huestes de Almanzor se lanzaron a la caza. En esta escapada desesperada es cuando habría encontrado la muerte Ramiro Garcés.

Su sucesor fue Sancho Ramírez, uno de sus dos hijos, quien reinó más de veinte años y, según los últimos hallazgos documentales, pudo incluso ejercer como regente de todo el reino de Pamplona en el año 1000 tras la muerte del titular, García Sánchez II, apodado el Temblón por padecer una enfermedad nerviosa. Sancho Ramírez aparece mencionado en cartas reales junto a su hermano, García Ramírez, que a la postre sería el tercer y último representante de la dinastía. Este vivió hasta 1030. Desde ese año ya no tenemos más rastro de reyes en Viguera. La causa aparente es la falta de descendencia, aunque se desconocen los motivos de fondo.

Buscando respuestas

El profesor Tejado explica que los trabajos arqueológicos llevados a cabo en el castillo y en otros emplazamientos próximos indican que, en el siglo X, se le atribuía gran valor estratégico a Viguera desde el punto de vista militar. “Fue una plaza fuerte importante para el control del territorio; lo demuestra que de las ocho fases de ocupación que hemos detectado, seis sean militares, y en el siglo X hay una revitalización del castillo con numerosas nuevas obras, pero también del paso de Viguera, la vía de comunicación, y de numerosas obras del entorno, como la cercana fortificación de tapial de San Esteban, cuyas dataciones radiocarbónicas son exactamente las mismas que las del alto del Castillo de Viguera”.

Tumba desenterrada en Viguera
Una de las tumbas desenterradas en la fortificación de Viguera. Foto: José Ángel Martos.

El profesor Tejado explica que “controlando pasos obligados, como el de Viguera, era posible ejercer el poder sobre un gran territorio”. Todo ello resultaría un claro indicador de que los dominadores del castillo, y por ende del reino de Viguera, serían lo que los historiadores del período denominan “aristocracia militarizada” y más popularmente se conoce como “señores de la guerra”.

Este tipo de liderazgo “se da especialmente en las zonas de montaña, como era Viguera y como es en la actualidad Afganistán –afirma Tejado–. Con poca gente, sus líderes pueden llegar a controlar mucho territorio. Y doblegar esas jefaturas militares cuesta una gran cantidad de recursos y esfuerzos a las potencias que así lo quieran hacer, como le ha pasado a Estados Unidos”.

La historia de Viguera puede emerger así como la de una cabeza de puente de los reyes de Pamplona, que se erigió cual Afganistán de la época ante la superpotencia califal. El tiempo y la arqueología lo dirán.

Vista general de Viguera
Vista general de Viguera, municipio riojano de la comarca de Camero Nuevo que hoy cuenta con 379 habitantes –censo de 2024– y que, a caballo de los siglos X y XI, fue un reino dependiente de Pamplona. Foto: Álbum.

Cortesía de Muy Interesante



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