Cuando dos grandes potencias se enfrentan entre sí, ya sea en el presente o en el pasado, la devastación está asegurada. El conflicto entre el Imperio romano y el Imperio parto se caracterizó por una serie de enfrentamientos que reflejaron las ambiciones territoriales y las diferencias tácticas de ambas potencias. Esta rivalidad se desarrolló durante varios siglos y, además de dejar huellas profundas en la historia militar y política de la región, también dejó tras de sí un reguero de encarnizadas batallas.
La formación del poder parto
El Imperio parto o Imperio arsácida se originó en el siglo III a.C. tras la rebelión de Arsaces I contra el dominio seléucida. El colapso del poder seléucida, una de las dinastías sucesoras del imperio de Alejandro Magno, dejó un vacío de poder en Asia Central y Occidental que los partos supieron aprovechar. Arsaces estableció su dominio en la región de Partia (actual Irán), mientras que sus sucesores expandieron el territorio hasta convertirse en una de las principales potencias de la antigüedad.
El poder parto se basó en una monarquía hereditaria que combinaba elementos de centralización con una notable autonomía de las élites locales. Este sistema les permitió gobernar un vasto territorio de gran diversidad que abarcaba desde Mesopotamia hasta Asia Central. Los partos, además, controlaban rutas comerciales cruciales, como la Ruta de la Seda, lo que les permitió concentrar un vasto poder territorial, económico y estratégico en toda la región.
El inicio del conflicto entre romanos y partos
Las tensiones entre Roma y Partia comenzaron en el siglo I a.C., cuando la expansión romana hacia Oriente chocó con los intereses del Imperio parto. Roma había consolidado su poder en Asia Menor tras derrotar al Imperio seléucida y buscaba extender su influencia hacia Mesopotamia y Armenia. Armenia, en particular, era un reino clave por su posición estratégica como estado tapón entre las dos potencias.
La intervención romana en Armenia desencadenó una serie de hostilidades directas. En el año 69 a.C., durante las guerras mitridáticas, Lucio Licinio Lúculo lideró una campaña que lo llevó a enfrentarse indirectamente con los partos. Sin embargo, el conflicto abierto comenzó en el 53 a.C. con la desastrosa expedición de Marco Licinio Craso, que culminó en la batalla de Carras.
Las causas del conflicto incluyeron no solo la ambición territorial de Roma, sino también el deseo de controlar las rutas comerciales y garantizar la seguridad de sus fronteras orientales. En el caso de Partia, la preservación de su influencia en Mesopotamia y Armenia resultaba fundamental para mantener su posición como potencia en las regiones orientales.
Tácticas militares: diferencias entre el ejército romano y el ejército parto
El conflicto de los romanos contra los partos mostró las diferencias significativas que existían en sus tácticas y estructuras militares. Estas diferencias no solo influyeron en el desarrollo de las batallas, sino también en los resultados de los enfrentamientos más importantes.
Roma y la infantería pesada
El ejército romano era una fuerza altamente organizada que se basaba, sobre todo, en la infantería pesada. Las legiones romanas estaban constituidas por soldados profesionales. Eran famosas por su disciplina, su férreo entrenamiento y su capacidad para operar en formaciones cerradas como la testudo (formación de tortuga). Los romanos también empleaban auxiliares que complementaban a las legiones con caballería ligera, arqueros y tropas especializadas.
Partia y la caballería
Por otro lado, el ejército parto era conocido por su caballería y, en especial, por los catafractos (caballería pesada) y los arqueros a caballo. Los catafractos, tanto los jinetes como sus caballos, luchaban acorazados con armaduras, y eran capaces de realizar cargas devastadoras. Los arqueros a caballo, por su parte, se habían especializado en el uso de la movilidad para hostigar al enemigo. Una de sus tácticas más efectivas era la “retirada parta”, en la que fingían retirarse mientras disparaban flechas al enemigo desde la distancia.
Estas diferencias reflejaban las estrategias más amplias de cada imperio. Los romanos buscaban la confrontación directa y el combate cuerpo a cuerpo, mientras que los partos priorizaban la movilidad, el desgaste y los ataques a distancia. Estas discrepancias serían decisivas en batallas como la de Carras.
Las principales batallas que enfrentaron a romanos y partos
El enfrentamiento entre romanos y partos incluyó varias batallas significativas que marcaron el curso de la historia de ambos imperios. Entre las más notables se encuentran la batalla de Nisibis (217 d.C.), que enfrentó al emperador Macrino con el soberano parto Artabano IV, o las campañas de Marco Antonio (36 a.C.), quien lanzó una expedición ofensiva contra Partia. La más La brutal de todas, sin embargo, fue la batalla de Carras (53 a.C.).
La debacle de la batalla de Carras
La batalla de Carras se libró en junio de 53 a.C. cerca de la actual Harrán (Turquía). Supuso un enfrentamiento decisivo entre las fuerzas romanas, comandadas por Marco Licinio Craso, y el ejército parto bajo el general Surena. Este enfrentamiento se recuerda como una de las peores derrotas en la historia romana.
Contexto y estrategia militar
Craso, miembro del Primer Triunvirato junto con Julio César y Pompeyo, buscaba acumular tanto gloria militar como riquezas mediante la invasión de Partia. Así, lideró un ejército compuesto por un número de efectivos de entre 36000 y 43,000 hombres, en su mayoría miembros de la infantería pesada. Sin embargo, Craso carecía de experiencia en combates en el desierto y subestimó las capacidades del ejército parto.
Los partos, por su parte, desplegaron alrededor de 10000 jinetes, incluidos catafractos y arqueros a caballo. Bajo el liderazgo de Surena, emplearon tácticas de hostigamiento y desgaste. Los arqueros a caballo hostigaron a las legiones romanas desde la distancia, mientras que los catafractos realizaron cargas decisivas para desestabilizar las formaciones romanas.
Desarrollo de la batalla de Carras
La batalla comenzó con una emboscada pergeñada por los partos en el desierto. Los romanos, incapaces de acortar la distancia que los separaba del ejército enemigo, fueron asediados sin pausa por una lluvia de flechas. La famosa “retirada parta” desorientó a los romanos, mientras que los catafractos supieron explotar en su propio beneficio cada debilidad en las filas enemigas.
El desenlace resultó catastrófico para Roma. Craso fue asesinado tras un intento fallido de negociación. Su hijo Publio también murió en combate y se estima que alrededor de 20000 soldados romanos perecieron. Se capturó a otros 10000 y el resto huyó en desbandada. La derrota destruyó la reputación de Craso y marcó un punto de inflexión en las relaciones entre Roma y Partia.
Consecuencias de la victoria parta
La derrota de Carras tuvo profundas repercusiones. A corto plazo, Roma perdió prestigio en Oriente, mientras que Partia consolidó su posición como potencia regional. A largo plazo, la debilidad mostrada por Craso contribuyó al colapso del Primer Triunvirato y al ascenso de Julio César como figura dominante en Roma.
Conflictos posteriores a la batalla de Carras
Tras Carras, las hostilidades entre romanos y partos continuaron. En el 40 a.C., los partos, aliados con el romano rebelde Quinto Labieno, invadieron territorios en Siria y Asia Menor. Sin embargo, las fuerzas romanas, lideradas por Publio Ventidio Baso, también lograron infligir algunas derrotas a sus enemigos en varios enfrentamientos. La batalla de Gándara fue uno de ellos.
En 36 a.C., Marco Antonio lanzó una campaña de represalia contra Partia. Aunque, en un principio, la balanza pareció inclinarse del lado romano, la expedición fracasó por una combinación de problemas logísticos, enfermedades y la tenaz resistencia parto. A pesar de estos fracasos, Roma logró mantener el control de Siria y Armenia durante la mayor parte del conflicto.
Las guerras romano-partas continuaron durante los siglos siguientes, con enfrentamientos esporádicos y períodos de paz inestable. La rivalidad entre las dos potencias fue tal que el Imperio sasánida, sucesor del Imperio Parto, la heredaría. Los sasánidas siguieron enfrentándose a Roma y su heredero, el Imperio bizantino, hasta la irrupción del islam en el siglo VII.
Referencias
- Sampson, Gareth C. Defeat of Rome in the East: Crassus, the Parthians, and the Disastrous Battle of Carrhae, 53 BC. Casemate Publishers, 2008.
- Schlude, Jason M. “Parthian-Roman Wars.” Oxford Research Encyclopedia of Classics. 2019.
- Weir, William (2004). 50 Battles That Changed the World: The Conflicts That Most Influenced the Course of History. Savage, Md: Barnes and Noble Books.
Cortesía de Muy Interesante
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