Descubre las grandes hazañas de la aviación anteriores a la II Guerra Mundial

La ambición de llegar más y más lejos ha movido a los pilotos a dirigir sus alas hacia retos inimaginables hasta ese momento. La década de los años 30 del siglo pasado fue el escenario de algunos de los hitos más importantes de la aeronáutica antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, en la que la aviación jugó un papel fundamental.

La pionera perdida

Bastó con la vivencia de un vuelo turístico de 10 minutos para que la norteamericana Amelia Earhart (1897-1937) descubriese su destino y se embarcase en una acelerada carrera que la llevó a ser la primera mujer aviadora en cruzar el Atlántico, en hacerlo en solitario y en sobrevolar el Pacífico (de Honolulú a California). Un ídolo nacional había nacido, y era mujer. 

Con una fama que luchaba por eclipsar la de Charles Lindbergh (el primer piloto en cruzar el océano Atlántico), Earhart se lanzó al golpe definitivo dando la vuelta al mundo. Tenía 39 años y vivía un momento dorado. Escribía para los periódicos, daba conferencias e incluso diseñaba ropa. Su nombre era una marca consolidada, y ella, tímida y de sonrisa entera, una leyenda viva, valiente y rompedora. Sin embargo, su final se adelantó al fin del ambicioso viaje alrededor del mundo.

La última vez que se la vio con vida fue el 2 de julio de 1937. Ese día despegó del aeródromo de Lae, en Papúa (Nueva Guinea), para completar una etapa más de su circunvalación al globo. Su destino era la isla Howland, entre Australia y Hawái. Pero antes de alcanzarlo, su Lockheed Electra bimotor desapareció. Ni el cuerpo ni el aparato fueron jamás hallados. 

La piloto Amelia Earhart
La piloto Amelia Earhart frente a su Lockheed Electra bimotor con el que desapareció. Foto: Getty.

Tras una titánica operación de búsqueda, el gobierno de Estados Unidos concluyó que se había estrellado en el Pacífico por un fallo mecánico o por falta de combustible. Pero la versión oficial no apagó el misterio y, desde su desaparición, el final de Earhart ha fascinado a generaciones de mitómanos que han hecho que la pionera aviadora jamás haya tocado tierra. Desde que despegó por última vez, el misterio se ha agigantado a medida que han fracasado las expediciones para hallar sus restos.

Proezas al amparo del Tercer Reich

Del mismo modo que en 1937 sobrevoló los Alpes en un planeador –la primera mujer en lograrlo–, Hanna Reitsch (1912-1979) también fue la primera piloto que manejó el helicóptero construido por Henrich Focke denominado Focke-Wulf Fw 61. Con este aparato, hizo el primer vuelo bajo techo de un helicóptero en 1938, en la Deutschlandhalle de Berlín.

Primer vuelo bajo techo en la Deutschlandhalle de Berlín
Primer vuelo bajo techo de un helicóptero en la Deutschlandhalle de Berlín en 1938. Foto: AGE.

Considerada como una de las mejores pilotos de la flota aérea alemana, Reitsch obtuvo varios récords deportivos y, por su afiliación militante al Partido Nazifue piloto de pruebas en la Fuerza Aérea Alemana (Deutsche Luftwaffe). En las operaciones militares sufrió lesiones y heridas, a lo que la nación germana correspondió otorgándole la Cruz de Hierro de Primera Clase –se convirtió en la única mujer de la historia de Alemania en recibir tal reconocimiento– y la Cruz de Hierro de Segunda Clase. El gobierno nazi también le confirió el Distintivo Aéreo Militar de Oro con Diamantes.

En abril de 1945, cuando Berlín, último bastión nazi, se encontraba sitiada por las fuerzas soviéticas, los mejores pilotos de la aviación alemana recibieron una llamada desesperada que los instaba a presentarse en la Cancillería. Hanna Reitsch acudió a esa convocatoria y, tras un vuelo de alto riesgo, en el que logró eludir las baterías antiaéreas de los aliados, aterrizó su avión Fieseler Fi 156 Storch con maestría en pleno centro de Berlín, a pocos metros del búnker. Allí se entrevistó con Hitler –dos días antes de su suicidio junto a Eva Braun– y la historia oficial cuenta que, tras esa reunión, la piloto escapó de Berlín sin más compañía que la de su avión.

Volar más lejos y en menos tiempo

Cuando cumplió los 25 años, Howard Hughes (1905-1976) confió a uno de sus ayudantes estas palabras: “Quiero ser el mejor aviador del mundo, el mayor productor de cine y el más rico de la Tierra”. Multimillonario desde que a los 17 años heredara la cuantiosa fortuna familiar, proveniente del petróleo tejano, el joven Hughes logró alcanzar sus objetivos uno a uno

Con 14 años, había recibido sus primeras clases de vuelo contra el deseo de sus padres. Volar se convirtió en su pasión, y su fortuna le permitió diseñar y pilotar aeroplanos y llegar a ser el adalid de la aviación estadounidense.

En 1935, el espíritu intrépido del magnate americano le llevó a lograr un récord de velocidad de 566 km por hora al mando del Silver Bullet, un aeroplano diseñado por él mismo. Al año siguiente, voló desde Los Ángeles (California) a Newark (Nueva Jersey) en 9 horas y 27 minutos, una marca increíble en vuelos transcontinentales para la época. Dos años después, batió su propio récord al cubrir el mismo trayecto en dos horas menos. Pero fue su vuelo alrededor del mundo, efectuado entre el 10 y el 14 de julio de 1938, el que convirtió a Hughes en héroe nacional, cuando alcanzó un nuevo récord al realizarlo en 3 días, 19 horas y 17 minutos.

Lockheed Model 14 Super
El Lockheed Model 14 Super de Howard Hughes con el que dio la vuelta al mundo. Foto: Getty.

Para este vuelo no utilizó ninguno de sus aeroplanos, sino el Lockheed Model 14 Super Electra, dotado de radio y equipos de última tecnología (voló acompañado por una tripulación de cuatro hombres). Hughes pretendía que aquella hazaña fuese una gran victoria tecnológica, para demostrar así que los viajes aéreos de larga distancia podían ser completamente seguros.

El sabor de la fama en tierra firme

En la mañana del 17 de julio de 1938, el aviador Douglas Corrigan (1907-1995) despegó desde Brooklyn (Nueva York) en una pequeña aeronave para realizar un vuelo en solitario y sin escalas con destino a Los Ángeles. 28 horas y 13 minutos más tarde aterrizó en el aeropuerto de Dublín. “Soy Douglas Corrigan”, dijo a un grupo de sorprendidos trabajadores del aeropuerto irlandés, que se arremolinaron a su alrededor cuando tomó tierra. “Acabo de llegar desde Nueva York. ¿Dónde estoy? Tenía la intención de viajar a California”.

Declaró después que su vuelo, no autorizado, fue debido a un error de navegación provocado por la niebla, que le impidió ver el terreno, y por la pobre luz natural, que no le dejó usar la brújula. Sin embargo, Corrigan era un experto mecánico de aviación –fue uno de los constructores del Spirit of St. Louis, el avión en el que Charles Lindbergh cruzó el océano Atlántico– y un atrevido aventurero, que había hecho varios cambios en el avión que resultaron perfectos para aquel “inesperado” vuelo trasatlántico.

El aviador Douglas Corrigan firmando autógrafos
El aviador Douglas Corrigan firmando autógrafos. Foto: Getty.

Entre 1935 y 1937, Corrigan había solicitado varias veces permiso para el vuelo trasatlántico pero siempre le fue denegado; aunque nunca lo confesó, lo más probable es que su vuelo sin permiso fuese realizado deliberadamente en protesta contra la burocracia. El vuelo y la forma en que lo llevó a cabo le dieron gran fama en su tiempo: fue conocido por el apodo Wrong Way (Camino Equivocado o Dirección Errónea). Llegó a firmar contratos para la publicación de su biografía y para una película, El irlandés volador, en la que se interpretaba a sí mismo.

Cortesía de Muy Interesante



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