Esta obra maestra es uno de los cuatro retratos femeninos pintados por Leonardo da Vinci que se conservan. Los otros tres son La Gioconda, el retrato de Ginebra de Benci y La belle ferronière.
La dama ha sido identificada con Cecilia Gallerani, retratada cuando era la amante de Ludovico Sforza, duque de Milán, y Leonardo estaba al servicio del noble italiano, quien fue su protector durante los dieciocho años que trabajó en Italia.
Este retrato de Cecilia aparece citado en una composición de un poeta de la corte de Ludovico. Famosa en dicha corte milanesa por su inteligencia y belleza, la propia dama lo menciona en una carta de 1498 y habla de él como de un retrato realizado cuando era inmadura.
Fue el ingeniero francés Pascal Cotte quien descubrió, en 2014, que el genio había pintado tres versiones. Lo hizo gracias a una técnica denominada L.A.M, que permite lograr imágenes de 240 millones de píxeles y escanear el cuadro detectando –como si se pelara una cebolla– todas las capas de pintura. Con esta potente luz pulsada, es posible llegar a apreciar cualquier variación de la obra por muy profunda que esté.
Cambios sucesivos
En la primera versión, Cecilia Gallerani, la joven milanesa de 15 años, aparece sin el animal en el regazo. En la segunda, se añade el armiño, que hace alusión a Ludovico Sforza, que era conocido con el apodo de “el armiño blanco”. Y en la tercera versión se modifica el armiño, haciéndolo un poco más grande. Sin duda, lo más interesante que cuenta este descubrimiento es que el gran artista italiano siempre estaba cambiando su forma de pensar. Añadía cosas, borraba otras; modificaba el curso de su arte una y otra vez.
El cuadro pertenece a la familia polaca Czartoryski desde que el príncipe Adam Jerzy lo comprara en Italia a comienzos del siglo XIX. De forma casi estable, la obra se puede ver en el Museo Nacional de Cracovia aunque, por remodelaciones en este centro artístico, también se ha exhibido en el cercano castillo de Wawel.
Detalles del cuadro
1. Como en La Gioconda, Da Vinci dibuja en los labios de la protagonista una ligera sonrisa para insinuar un sentimiento, ya que el genio florentino prefería sugerir las emociones a hacerlas explícitas.
2. El animal, que bien pudiera parecer más una comadreja o una garduña, era en la segunda versión muy delgado y gris. Al parecer, para Ludovico Sforza daba una sensación poco poderosa, y le pidió un color más noble y una presencia más robusta a Leonardo. Por ello, hoy es blanco.
3. Cecilia tiene la posición de la mirada en escorzo, algo poco habitual en la pintura de su tiempo. Para algunos, es la mirada de alguien que, sorprendido, ve entrar a su amante en la alcoba.
4. Destaca la mano con la que la joven acaricia al animal, que es fruto de un profundo estudio anatómico (y que en la segunda versión era más delgada). De hecho, no se puede olvidar que muchos pintores de la época eran asiduos visitantes de los estudios de los forenses y compraban cadáveres para estudiar su anatomía, plasmando después sus conocimientos en sus cuadernos de dibujo.
5. El fondo, que hoy es totalmente oscuro, en origen tenía una ventana por donde penetraba la luz. Es esta luz la que hace que la joven aparezca iluminada fuertemente por su izquierda, hacia donde gira el rostro, y se vaya ensombreciendo paulatinamente, lo que ayuda a otorgar profundidad a la composición.
Cortesía de Muy Interesante
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