Nipponopterus mifunensis, un gigantesco pterosaurio del Cretácico tardío, es el nuevo protagonista del legado paleontológico de Japón, país que ahora se une al selecto grupo de territorios donde se han identificado estos majestuosos reptiles voladores. El descubrimiento, documentado recientemente en la revista científica Cretaceous Research, no solo llena un vacío en la historia evolutiva de los pterosaurios, sino que también redefine la visión de Japón como un enclave de hallazgos significativos en este campo.
El enigma de los pterosaurios y su llegada a Japón
Los pterosaurios, frecuentemente confundidos con dinosaurios, dominaron los cielos durante más de 140 millones de años. Fueron los primeros vertebrados en lograr el vuelo controlado, antecediendo a las aves y murciélagos modernos. Sin embargo, su registro fósil es notoriamente fragmentado debido a la fragilidad de sus huesos, compuestos de estructuras neumáticas extremadamente ligeras.
Este contexto explica por qué Japón había aportado poco al registro fósil global de los pterosaurios. Hasta ahora, los restos encontrados en el país eran escasos y fragmentarios, lo que hacía que cada hallazgo, por pequeño que fuese, tuviera un valor significativo. De ahí la importancia de este nuevo descubrimiento, realizado en la isla de Kyushu, cerca de la presa Amagimi, en el grupo de Mifune.
‘Nipponopterus mifunensis’: un gigante de cuello largo
El Nipponopterus mifunensis pertenece a la familia Azhdarchidae, un grupo de pterosaurios que incluye a los mayores animales voladores conocidos, como el famoso Quetzalcoatlus northropi. Este grupo se caracteriza por cuellos desproporcionadamente largos y adaptaciones esqueléticas que les permitían surcar los cielos con alas de hasta 11 metros de envergadura.
El fósil analizado, una vértebra cervical parcial, tiene las características que los científicos asocian a los azdárquidos: espinas neurales reducidas y una estructura elongada y robusta que era esencial para sostener su largo cuello. Según el equipo de paleontólogos liderado por el Dr. Naoki Ikegami, del Museo de Dinosaurios de Mifune, y el Dr. Rodrigo Pêgas, de la Universidad de São Paulo, estas adaptaciones colocan al Nipponopterus dentro de la subfamilia Quetzalcoatlinae.
“Nipponopterus mifunensis representa la primera especie nominal de pterosaurio de Japón”, comentó el Dr. Pêgas. Además, “esta nueva especie muestra numerosas características del quetzalcoatlino, siendo sorprendentemente similar al azdárquido Burkhant, aún sin nombre, del Turoniano-Coniaciano de Mongolia”.
Un fragmento que reconstruye un mundo perdido
El fósil fue extraído de una capa de arenisca gruesa, intercalada entre depósitos de cenizas volcánicas. Esta combinación permitió una datación precisa del espécimen en unos 90 millones de años de antigüedad, correspondiente al Cretácico tardío. Aunque el hallazgo incluye solo una vértebra, este fragmento ofrece pistas reveladoras sobre la biología y el comportamiento de los azdárquidos.
Los expertos sugieren que los Nipponopterus eran animales terrestres y acuáticos que combinaban un vuelo potente con la habilidad para caminar erguidos, gracias a sus extremidades traseras fuertes y una postura que recordaba a una jirafa. Esta mezcla de capacidades les habría permitido cazar peces, pequeños vertebrados y hasta carroña en ríos y llanuras.
La importancia del contexto japonés en la paleontología global
Japón no es un lugar donde los pterosaurios se encuentren comúnmente. Esto hace que cada descubrimiento sea especialmente relevante. La geología de la región, con su rica historia volcánica y su posición en el Pacífico, genera condiciones únicas para la preservación y exposición de fósiles. Sin embargo, también implica desafíos logísticos para los paleontólogos, quienes deben trabajar en entornos complejos y erosionados por la actividad tectónica.
“El registro de pterosaurios japoneses es extremadamente escaso, por lo que cada resto tiene un significado particular”, explicó el Dr. Ikegami. Este nuevo hallazgo, además de contribuir a la biodiversidad conocida de los azdárquidos, reafirma la necesidad de seguir investigando los depósitos de Japón con metodologías avanzadas.
En este sentido, el descubrimiento abre nuevas líneas de investigación. ¿Cómo estos gigantes alados se adaptaron a ecosistemas como el de Japón? ¿Cuáles eran las relaciones entre las especies de pterosaurios de Asia y las de otros continentes? Estas preguntas serán abordadas con más fósiles y estudios interdisciplinarios, que combinen paleontología, geología y análisis biomecánicos.
Además, el descubrimiento pone de relieve la importancia de los depósitos locales para comprender la historia global. Aunque Japón haya sido visto como un actor menor en la paleontología de pterosaurios, hallazgos como este podrían transformar esta percepción.
El hallazgo del Nipponopterus mifunensis no es solo una adición al catálogo de pterosaurios. Representa un testimonio del poder de la investigación paleontológica para conectar fragmentos de un pasado remoto y darnos una visión más completa de la vida en nuestro planeta hace millones de años. Japón, con sus escarpadas costas y valles volcánicos, demuestra una vez más que aún guarda secretos por desvelar.
Mientras los paleontólogos continúan excavando y analizando, este descubrimiento nos recuerda que el conocimiento es un proceso continuo, lleno de sorpresas y oportunidades para redescubrir el pasado.
Referencias:
- Xuanyu Zhou et al. Reassessment of an azhdarchid pterosaur specimen from the Mifune Group, Upper Cretaceous of Japan. Cretaceous Research, published online November 16, 2024; doi: 10.1016/j.cretres.2024.106046
Cortesía de Muy Interesante
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