El mundo de los estudios colombinos vuelve a ser noticia. Un hallazgo en la biblioteca de la Abadía de Montserrat ha revelado el primer poema épico escrito en español protagonizado por Cristóbal Colón. Se trata de El Nuevo Mundo (1701), obra del poeta portugués Francisco Botelho de Moraes e Vasconcelos (1670–1747). El descubrimiento de un manuscrito inédito de su Libro VI ha permitido recuperar unas doscientas octavas desconocidas que no figuraban en las ediciones impresas del poema.
El estudio, realizado por la investigadora Claudia García-Minguillán, ha devuelto al panorama literario ibérico una obra casi olvidada. Comparable en ambición a los grandes modelos de la épica peninsular, como Os Lusíadas y La Araucana, coloca a Colón en el centro del discurso heroico del siglo XVIII. El hallazgo, además de ampliar el corpus de la literatura colombina, también reescribe parte de la historia editorial y política de su tiempo.
Un poema épico ibérico para el siglo XVIII
El Nuevo Mundo se inscribe en la tradición de las épicas dedicadas a Colón, junto a obras latinas e italianas como De navigatione Christophori Columbi (Gambara, 1581-1586) o Columbeis (Stella, 1585-1589). Sin embargo, fue el primero escrito en lengua española en exaltar las hazañas del navegante genovés, una rareza que lo convierte en testimonio excepcional de la épica hispánica.
El poema narra la travesía y posterior llegada de Colón a las Antillas mediante episodios alegóricos de tono profético, en los que confluyen mitología, historia y política. Compuesta en diez libros, la obra había sido publicada en 1701 en Barcelona por dos impresores distintos —Gabriel Bro y Juan Pablo Martí—, en sendas ediciones que presentaban diferencias notables.
Botelho, un poeta luso que escribía en español, encarna una identidad literaria híbrida propia de comienzos del siglo XVIII, cuando las fronteras culturales entre Portugal y España resultaban aún difusas pese a la ruptura dinástica. Así, el autor, portugués de nacimiento y castellano de pluma, situó su epopeya en el corazón de la cultura barroca peninsular, durante la Guerra de Sucesión española (1701-1714).

El manuscrito de Montserrat: una fuente inédita
El Ms. 0648 de la Abadía de Montserrat constituye el único testimonio manuscrito conocido del poema. Consta de 39 folios (310 × 210 mm) que contienen el texto íntegro del Libro VI de la obra, acompañado de una nota autógrafa en la que el propio Botelho declara: “Está concluido, mas no limado”.
El manuscrito incluye más de 200 octavas que están ausentes en las versiones impresas. Este dato demuestra que el texto original fue alterado o censurado antes de su publicación. En las ediciones de 1701, el comentarista Pedro de Castro señalaba que el libro VI “faltaba por escribir”, una afirmación ahora refutada por la evidencia material.
La comparación entre el manuscrito y las ediciones de Bro y Martí revela, pues, un proceso editorial accidentado. Es probable que se hubiese manipulado el poema con fines políticos o propagandísticos, en el turbulento contexto de la sucesión borbónica. La propia correspondencia del poeta, recogida en su prólogo a El Alphonso (1731), denuncia que su obra fue “adulterada hasta en el lenguaje” por los editores y cortesanos catalanes que mezclaron fragmentos de distintos poemas sin su consentimiento.

Censura, usurpación y propaganda
El análisis de García-Minguillán plantea si la omisión de esas octavas inéditas en las ediciones publicadas respondió a una autocensura o a una usurpación editorial. Las nuevas estrofas incluyen elogios a Manuel de Toledo, hermano del duque de Alba y dedicatario original del poema, así como las genealogías de la Casa de Alba y las referencias favorables a Felipe V y Luis XIV.
En plena Guerra de Sucesión, semejantes alusiones podían resultar comprometedoras, sobre todo en una Cataluña inclinada hacia el bando austracista. El manuscrito, además, recogía un texto políticamente arriesgado, en el que el poeta pretendía exaltar la unión dinástica hispano-francesa a través de la figura de Colón y de los linajes nobiliarios fieles al nuevo monarca.
Las ediciones impresas, sin embargo, suprimieron toda mención a Manuel de Toledo. Por todo ello, García-Minguillán concluye que la edición de Gabriel Bro —y no la de Juan Pablo Martí— debe considerarse la auténtica editio princeps de El Nuevo Mundo, pues conserva la dedicatoria original que luego se habría eliminado. Este cambio editorial parece confirmar que la poesía épica de Botelho fue instrumentalizada por los intereses cortesanos, que transformaron un poema heroico en una pieza de propaganda dinástica.

El Nuevo Mundo como una biografía en verso de Botelho
Según el estudio, las octavas inéditas revelarían un segundo nivel de lectura. El personaje de Carlos, uno de los tripulantes de Colón, parece funcionar como un trasunto autobiográfico del propio Botelho. En un tono introspectivo, el poeta habría barrado su exilio, su juventud en Coímbra y su llegada a Madrid y Barcelona.
En versos de resonancia virgiliana, Carlos-Botelho lamenta su destierro —“Infeliz, desterrado y perseguido”— y evoca su educación humanista, su amor frustrado por una mujer llamada Jacinta y su refugio final en la poesía. La travesía marítima de Colón se convierte, de este modo, en una metáfora del viaje vital del poeta, que navega entre dos patrias —Portugal y España— y dos lenguas.

Genealogía y elogio dinástico
A lo largo de las nuevas octavas, Botelho traza una genealogía mítica de la Casa de Alba, vinculándola a los Paleólogos, a los reyes de Francia y, finalmente, a la sangre borbónica. Los héroes de la reconquista, García y Fadrique de Toledo, anteceden a Felipe V, nieto de Luis XIV, cuya llegada al trono se presenta como continuación providencial del linaje imperial de los Austrias.
El poeta invoca, además, a Calíope, Apolo y las Musas en un despliegue clasicista que legitima su ambición heroica. Con ello, Botelho se inscribe en la tradición de la épica virgiliana, donde el elogio de los orígenes sirve para justificar la nueva monarquía.
El manuscrito concluye con la lectura del poema ante el propio monarca, episodio que el autor recuerda como su consagración: “Mi poema admitió su luz benigna y logrando a sus pies mi voz leerlo”. El Nuevo Mundo, por tanto, no solo ensalza la fugura de Colón, sino también al nacimiento de una nueva era política y poética en la península ibérica.
Un texto que abre nuevas vías de investigación
El hallazgo del manuscrito de Montserrat restituye a la literatura ibérica una pieza esencial de la literatura del siglo XVIII. Su recuperación permite comprender el tránsito entre el Barroco tardío y la Ilustración, así como los vínculos entre la poesía, la política y la diplomacia en el cambio de dinastía. El estudio de García-Minguillán supone la apertura de un nuevo camino para presentar una edición crítica completa que desentrañe las variantes, las manipulaciones y los contextos de esta obra, cuya historia refleja el propio destino de su autor: una existencia navegando entre dos mundos, dos lenguas y dos fidelidades.
Referencias
- García-Minguillán, Claudia. 2025. “Hallazgo de un manuscrito inédito del poema ‘El Nuevo Mundo’ (1701) de Francisco Botelho de Moraes e Vasconcelos: descripción y estudio del ms. 0648 de la biblioteca de la Abadía de Montserrat”. Neophilologus, 109: 175-196. DOI: 10.1007/s11061-025-09829-z.
Cortesía de Muy Interesante
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