En el vasto panorama del Jurásico tardío, donde colosales criaturas como Diplodocus y Stegosaurus dominaban los paisajes prehistóricos de América del Norte, hubo también pequeños protagonistas que han permanecido, hasta ahora, en la sombra. Uno de ellos, un dinosaurio bípedo y herbívoro de apenas medio metro de altura y poco más de un metro de largo, acaba de ser reconocido oficialmente como una nueva especie para la ciencia: Enigmacursor mollyborthwickae. Su hallazgo no solo llena un vacío en el conocimiento sobre los pequeños dinosaurios del Jurásico, sino que ha servido para desenmarañar un problema taxonómico que llevaba más de un siglo sin resolverse.
Un fósil que esconde un misterio centenario
El esqueleto fue excavado entre 2021 y 2022 en el oeste de Estados Unidos, concretamente en la célebre Formación Morrison de Colorado, una región fósil que ha proporcionado algunos de los dinosaurios más conocidos del mundo. Durante décadas, numerosos fragmentos fósiles de pequeños dinosaurios hallados en esta formación fueron agrupados bajo el nombre Nanosaurus, una etiqueta aplicada con cierta ligereza a una colección heterogénea de ejemplares mal conservados y escasamente documentados.
El ejemplar en cuestión fue inicialmente etiquetado como Nanosaurus cuando fue adquirido por una galería especializada. Pero algo no encajaba. Los paleontólogos del Museo de Historia Natural de Londres, al recibir el fósil en 2024 gracias a una donación privada, se dieron cuenta de que estaban ante algo muy diferente. No solo el fósil estaba mejor conservado que cualquier otro material atribuido a Nanosaurus, sino que su morfología presentaba una combinación única de características que nunca antes se había descrito.
El equipo científico del museo, liderado por los expertos Susannah Maidment y Paul Barrett, inició un exhaustivo estudio anatómico y comparativo. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que Nanosaurus, una denominación que databa de los años 1870, no cumplía con los estándares modernos de clasificación. Aquel nombre debía ser descartado como nomen dubium (es decir, un nombre inválido por falta de evidencia suficiente), y en su lugar, este nuevo espécimen merecía su propia identidad taxonómica.

El nacimiento de Enigmacursor mollyborthwickae
El nuevo nombre otorgado al dinosaurio encierra un doble homenaje. “Enigmacursor” combina la palabra “enigma”, por el desconcertante rompecabezas científico que ayudó a resolver, con “cursor”, del latín para “corredor”, en referencia a su morfología adaptada a la velocidad. El epíteto específico, “mollyborthwickae”, honra a Molly Borthwick, cuya generosa donación permitió la adquisición del fósil para el museo británico.
El ejemplar es, además, uno de los más completos jamás hallados de un dinosaurio pequeño del Jurásico. Su esqueleto incluye vértebras, extremidades anteriores y posteriores, costillas, caderas e incluso algunos dientes, permitiendo reconstrucciones detalladas tanto físicas como digitales. Según los estudios, el animal era joven al momento de su muerte, ya que las estructuras vertebrales no estaban completamente fusionadas, lo que indica que aún estaba en crecimiento.
Pero lo más interesante es su ubicación evolutiva. El análisis filogenético lo ha situado como un neornitísquio primitivo, estrechamente emparentado con Yandusaurus hongheensis, un dinosaurio del Jurásico de China. Esto sugiere conexiones biogeográficas inesperadas y plantea nuevas preguntas sobre la dispersión de estos pequeños herbívoros en el Mesozoico.
Reescribiendo lo que sabemos del Jurásico
El descubrimiento de Enigmacursor obliga a replantear muchas de las ideas preconcebidas sobre la diversidad de dinosaurios en la Formación Morrison. Durante mucho tiempo, la atención se centró en los grandes depredadores y saurópodos de enorme tamaño, mientras que los pequeños dinosaurios eran pasados por alto o agrupados indiscriminadamente. Este nuevo hallazgo sugiere que esa fauna “menor” era más diversa de lo que se pensaba y que aún queda mucho por descubrir bajo los sedimentos del oeste estadounidense.
El problema radica en que muchos de los fósiles pequeños de la región son fragmentarios o han sido mal interpretados. Algunos fueron asignados a géneros basados en impresiones óseas en roca dura, lo que dificulta su análisis. Con la llegada de Enigmacursor mollyborthwickae, se establece una nueva referencia anatómica que puede ayudar a revisar otros materiales previamente etiquetados de manera ambigua.

El Museo de Historia Natural ha colocado a Enigmacursor en su sala principal, junto a gigantes del Jurásico como Stegosaurus y Diplodocus, una manera simbólica de reivindicar su papel en aquel ecosistema. Su presencia destaca como un recordatorio de que los dinosaurios no eran solo criaturas colosales, sino también pequeños supervivientes que corrían ágilmente entre los pies de los titanes.
Un escaparate global para un dinosaurio diminuto
Desde el 26 de junio de 2025, Enigmacursor mollyborthwickae puede ser visitado por el público general en el primer piso del Earth Hall del Museo de Historia Natural de Londres. Esta es la primera vez en más de una década que un nuevo dinosaurio entra en la exposición permanente del museo, y la expectación es palpable. Su esqueleto montado, acompañado por reconstrucciones artísticas, se ha convertido rápidamente en una de las piezas más fotografiadas por los visitantes.
Más allá de su impacto museístico, el descubrimiento de Enigmacursor demuestra el valor de los estudios taxonómicos meticulosos y del trabajo colaborativo entre instituciones científicas y benefactores privados. También abre la puerta a una nueva etapa de revisiones y hallazgos en la paleontología del Jurásico norteamericano.
A veces, los cambios más profundos en la ciencia no vienen del hallazgo de gigantes, sino del redescubrimiento de lo pequeño. Y Enigmacursor, con sus ágiles patas y su historia misteriosa, es el perfecto recordatorio de que los enigmas del pasado aún están esperando a ser resueltos bajo la tierra.
Cortesía de Muy Interesante
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