En el corazón salvaje del noroeste de Queensland, entre acantilados de piedra arenisca y selvas fósiles ocultas por el tiempo, un pequeño hueso ha revelado una gran historia. Se trata de un descubrimiento que, aunque diminuto en tamaño, tiene una resonancia colosal: el fósil de un antepasado terrestre de los famosos pájaros lira australianos. La pieza, una diminuta pero reveladora articulación de la muñeca, fue encontrada en el sitio fósil de Riversleigh, dentro del Parque Nacional Boodjamulla (tierra aborigen), y ha sido identificada como perteneciente a una especie completamente extinta de ave terrestre: Menura tyawanoides.
Este hallazgo, anunciado oficialmente por el Departamento de Medio Ambiente, Turismo, Ciencia e Innovación del Gobierno de Queensland, nos transporta a un ecosistema tropical que existió hace entre 17 y 18 millones de años. En aquella época, lo que hoy es un árido paisaje rocoso era un exuberante bosque lluvioso de tierras bajas, rebosante de vida, sonido y secretos. Allí caminaba este antiguo pariente de los pájaros lira modernos, un animal de gran tamaño y escasa capacidad para volar, más cercano en comportamiento a un emú que a las aves cantoras del presente.
Una reliquia de otro tiempo
El fósil encontrado no es un descubrimiento cualquiera. En paleontología, los huesos pequeños, como los de la muñeca, son a menudo clave para identificar de forma precisa a qué especie pertenece un animal, y cómo vivía. En este caso, la morfología del hueso apunta con claridad a una conexión evolutiva con los pájaros lira actuales, aves endémicas de Australia conocidas por sus colas ornamentales y su capacidad vocal casi sobrenatural, capaces de imitar desde otros pájaros hasta sonidos artificiales como motosierras o alarmas.
Pero Menura tyawanoides no era un maestro del aire. A diferencia de sus descendientes modernos, este ave caminaba sobre el suelo húmedo del bosque y probablemente pasaba la mayor parte de su vida esquivando depredadores entre la maleza densa. Sus alas estaban poco desarrolladas para el vuelo, lo que sugiere un modo de vida terrestre. Esta adaptación al suelo no solo lo emparenta con otras aves no voladoras como los casuarios o los kiwis, sino que aporta pistas sobre cómo el linaje de las aves cantoras evolucionó en Australia.

El lugar donde fue hallado este fósil no es menos extraordinario que el hallazgo en sí. Riversleigh es parte de los Sitios Fósiles de Mamíferos de Australia, declarados Patrimonio Mundial, y está considerado uno de los diez yacimientos paleontológicos más importantes del planeta. Este rincón remoto, incrustado en el árido outback australiano, ha producido miles de fósiles de mamíferos, reptiles y aves, ofreciendo una ventana casi intacta al Mioceno australiano, una época clave en la evolución del continente.
Durante millones de años, los depósitos calcáreos del lugar han conservado con asombroso detalle restos de especies ya extintas, muchas de las cuales no se conocen en ningún otro sitio del mundo. El descubrimiento de Menura tyawanoides refuerza aún más el valor científico de este sitio único, y subraya la importancia de su conservación.
El legado sonoro de un linaje perdido
La historia de este ave extinta va más allá de un simple fósil. Lo fascinante del hallazgo es que ayuda a trazar el linaje evolutivo de un grupo de aves que, millones de años después, aún fascinan por su belleza y talento vocal. Las actuales aves lira son íconos de la biodiversidad australiana, no solo por su espectacular plumaje, sino también por su comportamiento: construyen exhibiciones sonoras tan complejas que compiten con la música humana.
La existencia de un antepasado terrestre tan antiguo sugiere que el origen del canto sofisticado en las aves australianas tiene raíces más profundas de lo que se pensaba. Es posible que, antes de que evolucionaran las habilidades vocales extremas, el linaje ya contara con estrategias de comunicación acústica adaptadas al entorno denso del bosque tropical. Esto, en un contexto más amplio, podría ayudarnos a entender cómo surgió el canto en las aves en distintas partes del mundo.
Además, el descubrimiento aporta pistas valiosas sobre cómo ciertas especies han sobrevivido –o no– a las grandes transformaciones climáticas del pasado. Mientras que muchas especies no voladoras del pasado desaparecieron ante el cambio del entorno, los descendientes de Menura tyawanoides lograron adaptarse y persistir. Este linaje es un testimonio viviente de la resiliencia evolutiva, y de cómo los ecosistemas antiguos siguen resonando en las especies del presente.
Un parque lleno de tesoros… y oportunidades
Más allá del valor científico, el hallazgo tiene también implicaciones turísticas y económicas. El Parque Nacional Boodjamulla, donde se encuentra el yacimiento de Riversleigh, es uno de los destinos más espectaculares del outback australiano. Sus aguas esmeralda, acantilados de piedra y biodiversidad lo convierten en un imán para los amantes de la naturaleza y la aventura. Ahora, con este nuevo capítulo paleontológico, se suma un poderoso atractivo: el paleo-turismo.
El Gobierno de Queensland prevé que el turismo relacionado con la paleontología genere más de 80 millones de dólares en los próximos 15 años. Iniciativas como senderos educativos, museos locales y visitas guiadas a zonas fósiles buscan combinar conservación con desarrollo sostenible, fomentando un vínculo más profundo entre los visitantes y el patrimonio natural del país.
Este tipo de descubrimientos también subraya la necesidad urgente de proteger estos entornos únicos. Muchos fósiles aún yacen ocultos bajo tierra, esperando a ser desenterrados para contar su parte de la historia. Proteger estos lugares significa preservar no solo la biodiversidad presente, sino también el legado del pasado.

Mirando al pasado para entender el futuro
En un mundo marcado por la pérdida acelerada de especies y el cambio climático, entender cómo se adaptaron las especies del pasado puede ofrecer claves para el presente. Este ave ya extinta vivió en un mundo distinto, pero enfrentó desafíos similares a los que hoy sufren muchas especies en Australia: sequías prolongadas, pérdida de hábitats, incendios forestales. La historia escrita en su hueso fósil nos recuerda que la evolución es también una historia de supervivencia y transformación.
Y así, un pequeño fragmento óseo hallado en el corazón de Queensland se convierte en símbolo de algo mucho más grande: el profundo arraigo de la vida en este continente, la maravilla de su historia natural y la necesidad de conservarla para las generaciones futuras. A veces, basta un hueso para que el pasado vuelva a cantar.
Cortesía de Muy Interesante
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