Desenmascarando al mentiroso


Las cosas sí han cambiado en este primer año sin el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, empezando por dejar de escuchar sus palabras manipuladoras, insidiosas y polarizantes, y padecer las consecuencias de las mismas con su constante metralla de ofensas, calumnias y odio.

Y es que su entrega diaria de mentiras, su ego y su necesidad enfermiza de pasar a la historia como un héroe le hicieron tropezar -más temprano que tarde- con sus propios dichos, ya que sus cercanos se están encargando de desmantelar el discurso con hechos: la corrupción, la vida de lujos y la faceta criminal de sus hijos, su “hermano” y ex secretario de Gobernación, el senador morenista Adán Augusto López, así como el ex titular de la Marina, el almirante José Rafael Ojeda, solo por recordar algunos.

La verdad, para ser el primer año sin López Obrador, hemos hablado mucho de él, pues la presidenta Claudia Sheinbaum y el Congreso -con su supermayoría morenista- iniciaron aprobando todas las reformas que el antecesor había dejado pendientes; como herencia para seguir influyendo desde su retiro -convertido en escondite- de la vida pública y política del país.

Antes de irse, arrasó con el sistema de salud, con la construcción de la democracia y el contrapeso de poderes; asaltando al Poder Judicial, reforma de la cual ya padecemos las primeras consecuencias, con juzgadores que no tienen idea de cómo llevar una audiencia. Pero, contrario a lo que se supone debería suceder, no se les acusa de corruptos o ineptos, sino que se nos pide a los ciudadanos que les tengamos paciencia. Aún falta, por cierto, conocer los alcances de la reforma a la Ley de Amparo, la cual le quitaría al ciudadano todo escudo contra los abusos de la autoridad.

Lo que seguramente López Obrador no se esperaba es que la Presidenta abriera puertas y ventanas para ventilar la putrefacción, sacar ese olor a humedad, fumigar a los insectos que enfermaron tanto al país robando el dinero del pueblo a través del huachicol fiscal, de contratos a modo y de su alianza con el crimen.

Desde luego, Claudia Sheinbaum tiene pendiente explicar por qué han aumentado en 73 por ciento las desapariciones -con respecto al primer año de AMLO-, pues esto ha puesto en duda la baja en asesinatos, la cual ha sido de casi 28 por ciento. Se reconoce el logro, pero no puede dejar de cuestionarse el vacío de información.

Y es así como la Presidenta pasa su primer año de gobierno superando en popularidad a López Obrador, sorteando las contradicciones del movimiento morenista y de quienes, desde el interior de su partido, se oponen a que haga un buen papel, mostrándose solidarios en público, mientras en privado descalifican el proyecto que ella encabeza. La buena noticia para la mandataria es que cuenta con el apoyo involuntario de la oposición, que sigue sin encontrar la forma de conectar con aquellos que desea gobernar.

Castigar a los corruptos “tope donde tope” generará, sin duda, mayor respaldo ciudadano, pues esa fue la bandera enarbolada por el primer presidente surgido de Morena, quien, como hoy vemos, defraudó la confianza de millones de mexicanos. La primera presidenta de México puede demostrar que sí; que las mujeres actuamos diferente.

El trago amargo está a punto de completarse y, si llega hasta el final… lo demás sí que sería historia.
 

Cortesía de El Informador



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