Detectan bajo Omán una columna “fantasma” que estaría transformando la Tierra desde hace 40 millones de años: sin volcanes, sin señales en superficie… pero con un impacto global silencioso

Bajo las montañas Al Hajar, en el este de Omán, un equipo internacional de científicos ha identificado una estructura térmica ascendente que nunca llegó a provocar erupciones, pero que podría estar alterando la geodinámica del planeta desde hace millones de años. El hallazgo, publicado en la revista Earth and Planetary Science Letters, representa la primera detección clara de una “pluma fantasma”: un ascenso de material caliente desde el manto profundo sin actividad volcánica asociada.

Este descubrimiento desafía una de las premisas fundamentales de la geología moderna: que las grandes columnas térmicas del interior terrestre siempre dejan una huella visible en superficie. En este caso, no hay volcanes, cráteres ni flujos de lava. Y sin embargo, los datos sísmicos revelan una columna de roca caliente de entre 200 y 300 kilómetros de diámetro, que se eleva desde más de 660 kilómetros de profundidad.

Una anomalía sísmica con consecuencias geológicas

Todo comenzó con la observación de un patrón extraño en la propagación de ondas sísmicas. Al analizar datos de terremotos lejanos registrados en Omán y los Emiratos Árabes Unidos, los investigadores notaron que las ondas se ralentizaban significativamente en una región concreta bajo el este del país. Esa ralentización es característica de materiales más calientes y menos rígidos.

Utilizando tomografía sísmica tridimensional, el equipo reconstruyó la forma y extensión de esta anomalía. La estructura se alza verticalmente desde el límite entre el manto superior y el inferior, afectando dos zonas clave conocidas como discontinuidades sísmicas, a 410 y 660 kilómetros de profundidad. El desplazamiento de estas fronteras internas —una hundida y la otra elevada— refuerza la hipótesis de una fuente térmica activa.

Según las estimaciones, la temperatura del material ascendente podría superar en hasta 300 °C la del manto circundante. Esta diferencia, aunque insuficiente para generar fusión a las presiones presentes bajo la litósfera continental, es suficiente para modificar su densidad y elasticidad, alterando la forma en que se propagan las ondas sísmicas.

Montañas de Al Hajar, la imponente cadena rocosa que atraviesa el este de Omán
Montañas de Al Hajar, la imponente cadena rocosa que atraviesa el este de Omán. Foto: Istock/Christian Pérez

Una elevación sin tectónica

La región situada justo encima de la pluma ha experimentado un ascenso gradual de su superficie desde hace aproximadamente 40 millones de años. Pero esta elevación no puede atribuirse a procesos tectónicos clásicos, como la colisión continental o el levantamiento por compresión. La corteza terrestre allí no es anormalmente gruesa, y no hay indicios de empuje o plegamiento recientes.

Esto llevó a los investigadores a considerar una explicación alternativa, la llamada “topografía dinámica”. Se trata de un fenómeno por el cual el flujo ascendente de material en el manto empuja lentamente la litosfera hacia arriba, creando un abombamiento sutil pero sostenido en el tiempo. El caso de Omán encajaría perfectamente con esta hipótesis.

Además, reconstrucciones del movimiento de las placas tectónicas sugieren que esta pluma térmica pudo haber influido en el cambio de rumbo de la placa India hace 40 millones de años, justo antes de su colisión con Eurasia. El flujo ascendente habría modificado el equilibrio de fuerzas bajo la placa, alterando ligeramente su trayectoria.

¿Cuántas más hay ocultas bajo los continentes?

El hallazgo de una pluma ascendente sin signos en superficie obliga a replantear cómo identificamos estas estructuras en el interior terrestre. Hasta ahora, la presencia de volcanismo intraplaca —como en Hawái o Yellowstone— era la principal pista para localizar estos flujos térmicos. Pero Omán demuestra que una litósfera lo suficientemente gruesa puede esconder por completo sus efectos visibles.

Este descubrimiento abre la puerta a la existencia de muchas otras plumas “fantasma” bajo los continentes. De hecho, los autores del estudio consideran muy probable que no sea un caso aislado. Detectarlas requerirá una combinación de análisis sísmicos avanzados, medición de topografía residual y estudios geoquímicos de rocas profundas.

La implicación más importante es que el flujo de calor desde el núcleo terrestre hacia el manto podría ser mucho más eficiente de lo que se pensaba. Las plumas canalizan este calor de manera directa, a diferencia de la convección lenta y difusa que dominaba los modelos anteriores. Si hay muchas más de estas estructuras, habría que revisar al alza la estimación del calor que escapa del núcleo.

Los científicos dedujeron la presencia de roca más caliente al observar que las ondas sísmicas se desplazaban más lentamente en esa zona, representada en los modelos con tonalidades rojizas
Los científicos dedujeron la presencia de roca más caliente al observar que las ondas sísmicas se desplazaban más lentamente en esa zona, representada en los modelos con tonalidades rojizas. Fuente:

El corazón del planeta, más activo de lo que creíamos

Comprender cómo fluye el calor desde el núcleo es esencial para modelar la evolución térmica de la Tierra, la generación de su campo magnético y los procesos que impulsan la tectónica de placas. Si estas plumas fantasma son frecuentes, podrían ser responsables de redistribuir elementos radiactivos, modificar zonas de debilidad en el manto y, a largo plazo, influir en la historia del planeta.

El estudio, fruto de una colaboración entre centros de Arabia Saudí, Italia, Australia, China, India, Suiza y Japón, demuestra el poder de la sismología moderna para desvelar secretos del subsuelo. Pero también deja claro que aún conocemos poco del sistema térmico interno de nuestro planeta.

Durante siglos, los geólogos han interpretado la superficie terrestre como el reflejo de procesos profundos. Pero ahora sabemos que hay movimientos en el interior que permanecen invisibles, silenciosos… y sin embargo, decisivos.

Los resultados del estudio han sido difundidos a través de la revista científica Earth and Planetary Science Letters.

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: