Frida Kahlo es mucho más que una de las pintoras más grandes y reconocidas; fue una fuerza que transformó el dolor en arte, el cuerpo en lienzo y su vida entera en una declaración política y poética que, a más de medio siglo de su muerte, sigue presente en todo el mundo: en museos, camisetas, murales, tatuajes y movimientos feministas, en películas y canciones, en cada vida que continúa inspirando con la manera única en que retrató su realidad. Detrás de esa imagen de ceja unida, flores en el cabello e imaginarios plásticos donde combinó la belleza con lo visceral, la sangre con los colores, la carne con la naturaleza, hay una historia profunda de sufrimiento, lucha, amor, revolución y creatividad inagotable. Frida Kahlo es, sin duda, una de las figuras más emblemáticas de México y un símbolo universal de resistencia, identidad y arte comprometido.
Nacida el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, Ciudad de México, Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón -su nombre completo- creció en una familia de raíces mestizas y europeas. Su aniversario luctuoso se conmemora el 13 de julio; murió en la Ciudad de México, en 1954.
Su vida personal fue intensa, enfrentándose desde joven a desafíos enormes que habrían de marcarla por el resto de su vida. A los seis años contrajo polio, lo que le dejó secuelas en la pierna derecha. Pero el evento que marcaría su destino llegó en 1925, cuando un accidente de tranvía le dejó heridas fulminantes que, más que en el cuerpo, le llegarían al alma: su columna vertebral, pelvis y pierna fueron destrozadas, y pasaría meses en cama, sometida a decenas de cirugías a lo largo de su vida. Fue en esa convalecencia donde Frida empezó a pintar, usando un caballete adaptado y un espejo en el techo que le permitía autorretratarse. Pintar se convirtió en su escape, su terapia y su forma de reconstruirse.
En 1929, Frida se casó con el muralista Diego Rivera, uno de los artistas más influyentes de México. Él tenía 42 años y ella apenas 22. Su relación fue intensa, caótica, apasionada y compleja. Se amaron, se traicionaron, se separaron y se volvieron a casar. Diego fue infiel múltiples veces -incluyendo una relación con la hermana menor de Frida, Cristina-, y Frida también buscó consuelo en otras relaciones. Pese a todo, se influyeron mutuamente, tanto artística como ideológicamente. Ambos compartían ideales comunistas y un profundo amor por la cultura mexicana. Frida, sin embargo, logró construir una voz artística propia, alejada del estilo monumental de Rivera, y más íntima, visceral y autobiográfica. Su obra no fue un espejo de lo que veía, sino de lo que sentía.
TOMA NOTA
Talleres y ciclos de cine
Para celebrar a la pintora, la Casa Azul preparó diversas actividades. Para más información, visita la página web de este museo.

NOVEDADES
Un nuevo museo y el presunto robo de su obra
Próximo a abrir sus puertas el 27 de septiembre de 2025, el Museo Casa Kahlo, conocido popularmente como La Casa Roja, se ubicará en Coyoacán, muy cerca de la emblemática Casa Azul. Esta antigua residencia familiar, comprada originalmente por el padre de Frida y heredada a su hermana Cristina, ahora será un espacio dedicado a revitalizar los orígenes y facetas menos visibles de la artista. Diseñado por el afamado estudio Rockwell Group, el museo promete una experiencia multisensorial e inmersiva: proyecciones, sonidos, arte contemporáneo, objetos íntimos como cartas, fotografías de infancia, la primera pintura al óleo de Frida y hasta un mural que fue descubierto hace poco. A diferencia de la Casa Azul, este espacio busca narrar la formación artística y el mundo interior de Frida, destacando el papel de su familia y su entorno en la construcción de su identidad como mujer y creadora.
En medio de la expectación por La Casa Roja, ha surgido una controversia acalorada luego de las denuncias presentadas por Hilda Trujillo Soto, ex directora del Museo Frida Kahlo (Casa Azul), quien asegura que al menos dos pinturas al óleo, ocho dibujos, litografías y varias páginas del diario personal de Frida desaparecieron del acervo patrimonial. Trujillo acusa al fideicomiso administrado por el Banco de México de permitir la salida ilegal de estas piezas, algunas aparecidas en colecciones privadas y subastas en Estados Unidos, sin los permisos oficiales del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Entre las obras desaparecidas se menciona “Frida in Flames” (también conocida como “Frida in a Landscape”), así como páginas de su diario personal fechadas en marzo de 1953. El fideicomiso niega las acusaciones, señalando que Trujillo no presentó denuncias formales y que su contrato fue terminado por supuestas irregularidades; sin embargo, la polémica ha desatado peticiones de intervención presidencial e investigación internacional para proteger el patrimonio cultural mexicano.
Entre la realidad y el amor
La pintora creó poco más de 150 obras, pero cada una de ellas es un universo en sí mismo. Su estilo, que muchos intentaron encasillar como surrealista -aunque ella decía no pintar sueños, sino su propia realidad-, es una mirada a su vida y sus dolores, a la prisión de su cuerpo atormentado, a sus romances tórridos. Más de un tercio de su producción son autorretratos, en los que Frida no busca idealizarse, sino exponer sus cicatrices físicas y emocionales. En obras como “La columna rota”, “Las dos Fridas” o “Sin esperanza”, vemos a una mujer quebrada pero desafiante, frágil pero feroz.
Además, Frida integró elementos del folclore mexicano, la iconografía prehispánica, la medicina, la religión y la política. Pintó animales, sangre, espinas, raíces, corazones expuestos y todo aquello que le ayudara a expresar su complejo mundo interior. Se vestía como hombre, tenía una carcajada escandalosa, era mordaz con el lenguaje, mezclaba los rebozos con flores y joyas exóticas, creando un estilo que hoy en día sigue siendo imitado, y su hogar, La Casa Azul, era un universo selvático de plantas y de flora donde habitaban monos, perros, pájaros parlantes, gatos y xoloitzcuintles. Las condiciones de su cuerpo nunca le permitieron ser madre, y a lo largo de su vida sufrió múltiples abortos que le llenaron de dolor el corazón.
Frida no sólo desafió las normas del arte, sino también las del amor. Sin duda su más grande romance fue con su esposo Diego Rivera; sin embargo, también destacó su relación con León Trotsky, el revolucionario ruso exiliado en México, y perseguido hasta su muerte por el régimen soviético. Trotsky y su esposa vivieron durante un tiempo en la famosa Casa Azul (hoy Museo Frida Kahlo), y Frida mantuvo con él un breve pero intenso romance que quedó impreso para siempre en cartas apasionadas. Fue una conexión tanto política como personal, y dejó huellas en su arte. También se le atribuye una relación con Chavela Vargas, la cantante costarricense-mexicana, ícono de la música ranchera. Aunque no existen muchos registros formales, Chavela afirmó en entrevistas haber vivido una historia de amor con Frida, y el vínculo entre ambas ha sido explorado por biógrafos e historiadores.

OBRA DESTACADA
Identidad y fuerza convertidos en arte
Aunque su obra no es extensa, Frida Kahlo dejó un legado artístico simbólico, visceral y emocional, que la ha convertido en una de las pintoras más estudiadas y reconocidas del siglo XX. Entre sus cuadros más famosos destaca “Las dos Fridas” (1939), un autorretrato doble que representa la dualidad de su identidad: una Frida vestida con ropa europea, con el corazón expuesto y sangrando, y otra Frida con atuendo tradicional mexicano, serena y entera. Otra pintura esencial es “La columna rota” (1944), donde Frida se retrata con el torso abierto, revelando una columna quebrada en lugar de su columna vertebral. El cuerpo aparece atravesado por clavos, en un grito pictórico contra el sufrimiento físico crónico que la acompañó toda su vida.
“Autorretrato con collar de espinas y colibrí” (1940) también es una de sus piezas más reproducidas: Frida aparece rodeada de símbolos de la muerte, el dolor y la regeneración, con un colibrí negro colgado del cuello como amuleto o herida. Además, obras como “Henry Ford Hospital” (1932), donde representa una pérdida gestacional con crudeza y vulnerabilidad, y “El venado herido” (1946), donde se pinta como un ciervo atravesado por flechas, revelan su valentía al explorar el trauma físico y emocional sin filtros. Cada cuadro es un testimonio íntimo de su cuerpo, su historia, su amor por México y su posición como mujer libre, en lucha constante contra la imposición de roles o límites.

La leyenda en la gran pantalla
La vida de Frida Kahlo ha sido llevada al cine en varias ocasiones, tanto en documentales como en películas de ficción, dado que su historia, tan intensa y dramática como su arte, cumplía con las condiciones para ser llevada a la gran pantalla. La versión más conocida es la película “Frida” (2002), dirigida por Julie Taymor y protagonizada por Salma Hayek, quien ofreció una interpretación apasionada, física y comprometida de la artista mexicana. La cinta recibió seis nominaciones al Oscar y ganó dos (Mejor maquillaje y Mejor banda sonora original), consolidando aún más el estatus internacional de Frida como figura cultural.
Antes de Hayek, otras actrices han encarnado a Frida en distintos formatos. Ofelia Medina protagonizó “Frida, naturaleza viva” (1983), una película mexicana dirigida por Paul Leduc que retrata a la pintora desde una óptica más experimental y política. Medina, con una actuación intensa y casi teatral, fue una de las primeras en mostrar a Frida en el cine como algo más que una figura artística, dándole dimensión humana y revolucionaria. También en teatro y televisión, múltiples intérpretes han explorado su figura en distintos países, desde documentales como Frida Kahlo: entre el dolor y el placer, hasta ficciones más recientes en plataformas digitales.
Además, Frida ha aparecido como personaje o referencia cultural en series, animaciones y exposiciones virtuales. Su rostro e historia han trascendido el arte plástico para convertirse en narrativa global, inspirando a cineastas, escritoras, diseñadores y artistas visuales que continúan reinterpretándola como ícono de rebeldía, feminidad y libertad.
Cortesía de El Informador
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