
Desde lados opuestos del Mar de Irlanda convergen dos talentos excepcionales que han decidido trascender las fronteras de sus géneros y geografías. Por un lado, la violinista Aoife Ní Bhriain, originaria de Dublín, encarna la fusión perfecta. Su rigurosa formación clásica internacional se encuentra profundamente arraigada en la rica y melancólica tradición musical irlandesa, creando un lenguaje personal y poderoso.
Por el otro lado, la arpista Catrin Finch, de Gales, es una figura consolidada en el mundo clásico y una exploradora incansable. Reconocida por su brillante carrera en solitario y sus proyectos innovadores, Finch ha dedicado parte de su trayectoria a buscar nuevas sonoridades y diálogos a través de colaboraciones internacionales, llevando el arpa, instrumento emblemático galés, a terrenos inexplorados. Juntas, estas dos artistas han creado una obra inspirada en las culturas de sus países, generando un mushup perfecto entre lo clásico y lo tradicional.
El corazón retumbando
El Templo del Señor Santiago Apóstol, en Guanajuato, testigo de siglos de historia, se transformó en un escenario inmejorable para la convergencia cultural que solo el Festival Internacional Cervantino es capaz de orquestar.
Sentada en el recinto, presencié cómo el zumbido de un panal de abejas llenó el aire, con un sonido ejecutado con la fuerza impecable de estas dos mujeres virtuosas. Lo clásico se volvió contemporáneo en sus manos, recordándonos la vigencia de estas artistas y la impresionante vitalidad con la que la música se sigue escribiendo hoy.
Un arpa, un violín, y de pronto, sentí el corazón retumbando y a varios con el nudo en la garganta. “Nosotras estamos encantadas de tocar aquí para ustedes y felices de estar en este maravilloso festival,” dijo en español Aoife Ní Bhriain, con una sonrisa que conectó instantáneamente con el público mexicano.
Violinista Aoife Ní Bhriain
Es único presenciar cómo este festival logra unir a artistas que, cada una por su lado, representan lo más poderoso y representativo de su país y sus instrumentos. Aquí se celebró a la música tradicional y a lo contemporáneo en una perfecta simbiosis, presentaron piezas basadas en la figura de la abuela, que destilan nostalgia, amor y tranquilidad. Estos sentimientos universales, al ser explicados por las autoras, conectaron aún más profundamente con el público.
Me pongo a pensar mientras tocan cómo es que la música, traída de un país tan lejano, conecta tan bien con nosotros del otro lado del mundo. Las preocupaciones y las ilusiones resultan ser tan parecidas en cualquier latitud. La abuela de Aoife, presente en sus piezas, es descrita con la calidez y devoción con que cualquiera de nosotros describiría a la suya.
También hay una preocupación palpable por el planeta, un mensaje de reflexión sobre nuestras actividades como humanos y la protección de nuestras especies; las abejas estuvieron presentes no solo en el sonido, sino en la conciencia. Son un cúmulo de emociones que se entienden y se sienten sin necesidad de traducción.
El arpa de Catrin Finch, tan vibrante y poderosa, mantiene esa calma angelical que, paradójicamente, mueve el corazón de cualquiera. Catrin observa, se desconecta por momentos del mundo exterior, fija un punto y solo habla con el arpa. La delicadeza del violín de Aoife Ní Bhriain nos hace pensar en el tiempo y el cariño que dedica a su instrumento. Se ve que lo quiere mucho. Ambas lo dan todo en el escenario, y solo hacen pequeños movimientos entre piezas, evidenciando la entrega y el esfuerzo físico que implica tal nivel de maestría.
Catrin Finch, arpista.
La misión del Cervantino, un puente cultural
El Festival Internacional Cervantino (FIC), conocido como la “Fiesta del Espíritu,” es uno de los encuentros culturales más importantes de América Latina y del mundo. Su misión es ser un punto de encuentro plural, diverso e incluyente, que ofrece una programación artística de alta calidad para conectar las expresiones artísticas comunitarias y las de pueblos originarios, con las de compañías internacionales. Este concierto, donde dos artistas de las naciones celtas logran dialogar y conmover a un público en México, ejemplifica a la perfección esta misión, creando un puente cultural donde la música sigue vigente y resonando con una fuerza impresionante. Esperamos ya el siguiente año, porque por ahora, el Cervantino se nos acabó.
Cortesía de El Economista
Dejanos un comentario: