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- Autor, Sala Laura
- Título del autor, BBC Travel
Limitar el número de visitantes, rechazar el dinero de los cruceros e incluso prohibir las maletas con ruedas.
El alcalde de Dubrovnik, Mato Frankovic, está tomando medidas radicales para transformar una de las ciudades más turísticas de Europa, ubicada en la costa sur de Croacia, en un lugar donde puedan convivir los habitantes locales con los viajeros.
El diario británico The Telegraph no dudó a la hora de evaluar a Dubrovnik en 2018: “El turismo mató a Dubrovnik”, escribió el periodista Greg Dickinson.
El veredicto siguió a la advertencia de la Unesco de 2016 de que los muros de piedra medievales de la ciudad podrían ser eliminados de la lista de Patrimonio de la Humanidad si la ciudad no gestionaba mejor su turismo.
Conocida como la “Perla del Adriático”, el casco antiguo de Dubrovnik, perfecto para postales, ha sido durante mucho tiempo una escala habitual para las rutas de cruceros, paquetes de vacaciones y aerolíneas baratas, así como para una gran cantidad de cineastas.
Para las decenas de millones de personas que vieron Game of Thrones este es el lugar del “Desembarco del Rey” y el escenario de la famosa caminata de la vergüenza [Walk of Shame] de Cersei Lannister.
Pero esta popularidad ha tenido un precio alto. Con 27 visitantes por cada habitante, Dubrovnik se ha convertido en una de las ciudades con mayor cantidad de turistas de Europa.

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Límites al turismo
En los últimos años, el turismo excesivo ha obligado a muchos de los destinos más visitados de Europa a tomar medidas.
Esos son los casos de Venecia, que decidió cobrarles una tarifa a los visitantes de un solo día; Barcelona, que ha puesto un límite a las plazas hoteleras, y Ámsterdam, que está restringiendo los alojamientos de Airbnb.
Sin embargo, ninguna ciudad ha llegado tan lejos como Dubrovnik, que ahora ha fijado un límite máximo al número de personas pueden estar dentro de sus murallas al mismo tiempo.
“El turismo de masas no es lo mejor para Dubrovnik”, dice el alcalde de la ciudad croata.
“Al principio sientes que estás ganando, pero al final, estás perdiendo tanto en calidad de servicio como de vida. Es simplemente un juego en el que sales perdiendo. Por eso lo cambiamos todo”, agrega Frankovic.

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Desde que asumió el cargo en 2017, el alcalde ha lanzado iniciativas para controlar el tránsito de turistas en la ciudad.
Además de limitar los cruceros a dos por día –en comparación con un máximo de alrededor de ocho–, Frankovic ha hecho obligatorio que los barcos atraquen durante al menos ocho horas, lo que les da a los pasajeros tiempo para explorar con tranquilidad la ciudad y gastar más dinero en lugar de apresurarse por los lugares de interés.
La ciudad también está gestionando el flujo de visitantes con cámaras instaladas durante la pandemia.
El conocido como Pase de Dubrovnik es otra herramienta clave: además de ofrecer a los visitantes una forma sencilla de acceder a todos los museos y a las murallas de la ciudad, proporciona a las autoridades datos para la toma de decisiones.
De la forma más radical, un plan de gestión creado con la Universidad de Dubrovnik ha fijado el número máximo de personas dentro de las murallas de la ciudad en 11.200.
En 2019, unos 9.000 visitantes de cruceros llegaron diariamente en temporada alta, además de los que entraban por aire o por tierra. Es un sistema que está funcionando.
Según Frankovic, los números no superaron los 10.500 este año, en gran parte gracias a la llegada de una menor cantidad de cruceros.
Próximos cambios
El próximo año, los visitantes tendrán que reservar franjas horarias para visitar las murallas de la ciudad y los museos a través del Pase, que utiliza un sistema de semáforos para mostrar los horarios más concurridos y tranquilos.
Otros cambios previstos en la experiencia turística incluyen acabar con el ruido que hacen las maletas con ruedas sobre los adoquines de la ciudad con un servicio de entrega de equipaje de bajo costo.
También hay nuevas reglas e impuestos en torno a los alquileres a corto plazo, que harán que sea menos deseable para la gente del lugar alquilar sus apartamentos. Ello podría hacer que aumenten los precios de los hoteles.
Quizás lo menos convencional de todo sea que la ciudad está comprando edificios en el casco antiguo para alquilarlos a familias jóvenes y ha establecido una escuela en un antiguo palacio.
Junto con la nueva legislación de alquiler de viviendas, el objetivo es reubicar a los residentes y devolverle la vida a una ciudad vaciada por el turismo, revirtiendo lo que se ha descrito como la “Disneyficación” de Dubrovnik.
“Esto es muy importante a largo plazo”, dice Frankovic. “Estratégicamente, ganaremos más y más hogares dentro de las murallas de la ciudad. Esta es la principal forma en que podemos traer a la gente de vuelta a la ciudad vieja”.
Las críticas a la regulación
Sin embargo, no todo el mundo es optimista sobre los cambios. El cuidador de la escuela Marc van Bloemen, quien alquila apartamentos en su casa a los turistas, siente que las medidas no han ido lo suficientemente lejos.
Por ese motivo, participó de una protesta local contra el turismo a principios de año reclamando que se escucharan las opiniones de los ciudadanos.
“La ciudad vieja es un cajero automático”, dice. “Están convirtiendo esta ciudad en un parque temático, y las personas que intentan vivir aquí sienten que estorban”.
Cree que la idea de los horarios con entrada limitada no hace otra cosa que atraer a más gente a la ciudad, en lugar de gestionar el flujo, y que los problemas a largo plazo no se están considerando. “
“Nos mudamos aquí en 1972 pero ahora no lo haríamos”, agregó.
Marko Milos, propietario de la compañía turística Dubrovnik Local Guides y residente de la antigua ciudad, lo ve de manera diferente. “En mi opinión, es mucho mejor de lo que solía ser”, dice.
“A veces es agitado y está sobrepoblado, pero en comparación con 2017 y 2018, como guías locales, hemos encontrado que ha mejorado. Vivo dentro de las murallas de la ciudad con 1.000 personas”, dice Milos.
“Nací y crecí aquí. ¡Creo que lo están haciendo lo mejor que pueden! La vida local está volviendo con la escuela que abrió el año pasado. Yo, como parte interesada en el turismo y residente del lugar, quiero una ciudad donde todos lo pasemos bien y donde el turismo pueda beneficiar a todos”, agrega.

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Andrea Godfrey, gerente de marketing de Regent Holidays, una agencia de viajes con sede en Bristol que ha estado organizando recorridos en la región desde la década de 1970, celebra con cautela los cambios.
“Todavía no está claro cómo funcionará la entrada cronometrada. Tal vez limite la flexibilidad y tal vez conduzca a tiempos de espera más largos, es difícil saberlo”, dijo.
“Nuestro equipo de ventas siente que la idea de una entrada regulada en las murallas de la ciudad es una buena idea en general”, dice.
“Pero dado el exceso de turismo en la zona, estamos enviando a más personas a lugares más tranquilos en Istria y otras islas croatas en estos días, en lugar de a Dubrovnik”, agrega.
Debido a la popularidad de Dubrovnik, los visitantes no deberían esperar ver calles vacías.
Pérdidas económicas
Pero las medidas de Frankovic marcan un punto de inflexión poco común en el turismo masivo: una ciudad que rechaza los ingresos del turismo en favor de sus ciudadanos.
En una época en la que la mayoría de los destinos persiguen el crecimiento a cualquier costo, Dubrovnik está apostando por lo contrario: que la calidad, y no la cantidad, defina su futuro.
Aun así, las medidas turísticas tardan años en restablecer el equilibrio que los habitantes desean. Dubrovnik puede ser un referente a nivel mundial, pero sigue estando demasiado concurrida, y Frankovic admite que la apuesta requerirá paciencia.
“Veo la ciudad de Dubrovnik en tres años con ciudadanos felices, buenos números de turismo y como una ciudad viva. Todo el mundo estará feliz, pero tendremos que tomar algunas decisiones difíciles”, dice.
“Estoy tratando de convencer a nuestros ciudadanos de que hago esto por el bien de todos. Al principio, sin duda, estaban perdiendo ingresos. Ahora pueden ver que están obteniendo mucho más beneficio que antes, porque sus restaurantes están llenos, las cafeterías están llenas y la gente se está divirtiendo. Así que más no siempre equivale a más. A veces, más equivale a menos, y menos es más”.

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Cortesía de BBC Noticias
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