Pese a que las noches son más cortas -porque hay más horas de luz- y contrariamente a la lógica por ello, el verano es una estación perfecta para ver fenómenos astronómicos. Pocos, eso sí, precisamente por eso: porque al haber más luz y más horas diurnas, son más difíciles de que se produzcan.
Pero los pocos que hay suelen verse con claridad porque el verano, que dará comienzo este sábado, día 21, a las 4 horas y 42 minutos (hora peninsular española), suele estar acompañado de cielos despejados.
Así pues, tras el cambio de estación y el solsticio de verano -el día más largo del año- llega la primera luna llena, la conocida como luna del ciervo.
Durante gran parte de las noches en verano, y desde casi el comienzo del mismo, se puede ver el llamado triángulo de verano o triángulo estival, formado por las estrellas Vega (de la constelación Lyra), Deneb (de la constelación Cygnus) y Altair (de la constelación Aquila). Cada una de esas tres estrellas es la principal de su constelación.
Para ver la tríada estelar, basta mirar al cielo hacia el este, donde aparecerá Vega, una gran estrella a 25 años luz del Sistema Solar. Por debajo y a la derecha se puede ver Altair, la duodécima estrella más brillante del cielo, a 17 años luz de nosotros. Al noreste, algo más elevada y para completar el triángulo, Deneb, una estrella supergigante con 20 veces la masa y unas 200 veces el radio del sol. Esta última es una de las estrellas más lejanas que pueden verse a simple vista.
A mediados de julio, el día 10, podremos disfrutar de la primera luna llena del verano, la luna del ciervo, desde las 22.37 horas (hora peninsular española) y bajo el signo de Capricornio. Pero la estación tendrá dos lunas llenas más: la del 9 de agosto, llamada del esturión -porque es la época en que los nativos de Estados Unidos pescaban con más facilidad ese pez de gran tamaño en los grandes ríos y lagos del país-, que tendrá lugar bajo el signo de Acuario y desde las 9.55 horas; y la del 7 de septiembre, llamada de la cosecha, que viene de cuando no había electricidad y los agricultores dependían de la luz de la luna para poder trabajar en la cosecha hasta más tarde. Esta última, que coincide con un eclipse total de luna, tendrá lugar a partir de las 20.08 horas y bajo el signo de Piscis.
La última luna llena del verano, la del 7 de septiembre, coincide con un eclipse total de luna, que será visible desde gran parte del mundo, España incluida. La observación del eclipse desde nuestro país se podrá realizar a simple vista y podrá verse como total excepto en las zonas más occidentales de Galicia y en las Islas Canarias, donde se verá parcial porque el orto lunar -la salida de la luna- tendrá lugar justo cuando el eclipse deje de ser total.
Pero en el resto de la Península, Illes Balears, Ceuta y Melilla la luna saldrá totalmente eclipsada, es decir, se verá el final de la fase total del eclipse, pero no el comienzo. Durante el eclipse total, la luna no estará completamente oscura, sino que tomará un tono rojizo, debido a que parte de la luz solar que es desviada por la atmósfera terrestre.
14 días después, como es habitual -porque los eclipses de sol y luna se acompañan, es decir, uno se produce media lunación después que el otro- y un día antes de que acabe el verano, se producirá un eclipse parcial de sol, que será visible desde el sur del Océano Pacífico, Polinesia, Nueva Zelanda y desde partes de la Antártida y el Océano Antártico.
Así, el 21 de septiembre -el otoño empieza el día 22 a las 20.19 horas- se producirá un eclipse parcial de sol, que se iniciará a la 19 y 29 minutos hora peninsular española en el océano Pacífico y terminará a las 23 horas y 53 minutos entre Tierra del Fuego y la Antártida.
La duración total del fenómeno será de 264 minutos (algo menos de 6 horas y media). El máximo del eclipse se dará a las 21 horas y 41 minutos en el océano Antártico, momento en que la magnitud del eclipse será 0,86.
El astrofísico y director del Planetario Hayden Neil deGrasse Tyson sostiene que el 12 de julio se produce el Manhattanhenge con el sol completo, una contracción entre Manhattan (distrito de Nueva York, en EEUU) y Stonehenge (Reino Unido), lugar este último donde el sol se alinea con las piedras en los solsticios.
Y, como su nombre indica, se trata de eso: alineación del sol en la hora del ocaso en dirección este-oeste con las calles del trazado urbano principal en Manhattan. Es un evento que ocurre solo dos veces al año -la anterior fue el 29 de mayo- y las ubicaciones recomendadas para su visualización son las calles 14, 23, 34, 42 y 57.
Al día siguiente, tan solo se verá la parte superior del disco solar, la otra mitad quedará oculta por debajo del horizonte.
El 30-31 de julio se produce el momento álgido de la lluvia de meteoros de las delta acuáridas, que se da entre el 12 de julio y el 23 de agosto. Las delta acuáridas son estrellas fugaces visibles a una altura media de 100 kilómetros y que pueden disfrutarse desde zonas de baja contaminación lumínica. La zona de donde aparentan provenir las fugaces se produce en la constelación de Acuario.
En comparación con las perseidas, es una lluvia menos intensa en cuanto a cantidad de meteoros observados, pero al ser estos más lentos, más largos y con estelas más persistentes, pueden producir un mayor impacto visual en el observador.
Este año es relativamente bueno para ver esta lluvia, puesto que el máximo se producirá con la luna pasando de nueva -fase en la que empieza el día 24 de julio a las 21.11 horas, hora peninsular española- a cuarto creciente, día en que llega el 1 de agosto. Por tanto, será mejor su observación después de la medianoche, que es cuando el radiante de la lluvia irá subiendo por el cielo.
La máxima actividad tendrá lugar el 31 de julio, con un pico bastante extendido, por lo que tanto la noche del 30 al 31 como las siguientes serán propicias para la observación.
El 12 de agosto, hacia las 22 horas (hora peninsular española), tiene lugar el punto álgido de otra espectacular lluvia de meteoros, las Perseidas, conocidas popularmente como Lágrimas de san Lorenzo, una lluvia de estrellas que se produce en verano como consecuencia de la entrada de cuerpos celestes en la atmósfera terrestre. El hecho de que la luna se encuentre pasado de llena (fase a la que llega el 9 de agosto) a cuarto menguante -donde llega el 16- hará que no sea un año excesivamente bueno para su observación.
Se conocen como Lágrimas de san Lorenzo por la proximidad del máximo de la lluvia de meteoros al 10 de agosto, día de la festividad del mártir español del mismo nombre.
En el caso concreto de las Perseidas, los fragmentos proceden del cometa 109P/Swift-Tuttle que, en un determinado momento, entran en contacto con la atmósfera de la Tierra. Aunque no se ha podido comprobar científicamente, se especula que el término Perseidas también podría tener relación con la constelación de Perseo.
Las velocidades de estos meteoros pueden superar los 50 kilómetros por segundo y su tasa de actividad puede llegar a los 200 meteoros por hora. Aunque su momento de máxima actividad tiene lugar en las noches del 11 al 13 de agosto, las perseidas comienzan habitualmente a verse hacia el 17 de julio y terminan hacia el 24 de agosto.
Cortesía de El Periodico
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