Editar libros independientes, una labor de resistencia

Sostener una editorial independiente, con apenas un puñado de personas, que apuesta por nuevas plumas y por generar vías propias de comercio, es un trabajo de resistencia; más aún si esta editorial se gesta en uno de los momentos de mayor incertidumbre para el negocio de los libros, en la irrupción de una pandemia.

FERIA DE SAN FRANCISCO

Éstas fueron las condiciones a pesar de las cuales se gestó la editorial Los libros del perro, cofundada por la poeta, traductora y periodista Zel Cabrera y el diseñador Joel Osorio, dos amantes de los libros e inmersos en el gremio de las letras que de tiempo atrás, antes de la irrupción sanitaria, venían juntando motivaciones para fundar un sello editorial.

Curiosamente, el año más álgido de la pandemia, el de la certeza más inasible, donde cundían las noticias sobre el cierre de librerías y el drástico descenso en las ventas de los libros, fue la motivación definitiva para echar a andar el proyecto.

El sello Los libros del perro nació en el año 2020 como un atalaya, un pretexto de cercanía, acompañamiento, colectividad, un consuelo frente a la incertidumbre, todo alrededor de los libros. Así lo cuenta Zel Cabrera a propósito de las celebraciones por los cinco años cumplidos de la editorial:

“La idea era hacer frente de alguna manera a la pandemia, ocuparnos, mantenernos activos, hacer de todo eso un momento de reflexión. Así decidimos poner en marcha de una vez todo lo que deseábamos, porque ya llevábamos muchos meses así (en la incertidumbre) y no sabíamos cuándo íbamos a salir. En hacer libros vimos la oportunidad de generar comunidad, de tener buenas excusas para dialogar, aunque fuera desde la virtualidad. Pero, conforme fue cediendo la pandemia, pudimos encontrarnos, reunirnos con más personas que compartían nuestros afectos por los libros”.

En aquel 2020 solamente se editaron libros digitales, pero con el relajamiento de las restricciones, sobre todo al año siguiente, la editorial comenzó a imprimir.

“Todo empezó así, sin saber muy bien en qué nos estábamos metiendo. Y aquí estamos. Ahora mismo la editorial tiene más de 60 títulos en su catálogo. Publicamos crónica, poesía, novela, cuento, dramaturgia, ensayo. Apostamos por una literatura joven, que nos emocione. Nos interesan los autores que publican por primera vez pero que hemos leído o escuchado en otros espacios. Se trata no sólo de publicar libros sino de generar una comunidad alrededor del catálogo”, comenta Cabrera.

Una lucha por la diversidad

Si bien el uso del término bibliodiversidad se remonta al siglo XX, esta idea fue enfatizada y usada como estandarte a principios de la primera década del presente siglo por iniciativa de editores independientes de todo el orbe, pero por iniciativa –es sensato reconocerlo– de los gremios de editores del sur global, con el respaldo de la UNESCO, para abogar por el derecho de acceso a la riqueza cultural más amplia posible a través de la producción y distribución de libros y, con ello, fomentar la edición independiente de contenidos editoriales.

Producto de senda convicción, en 2010 se acordó que el 21 de septiembre fuera denominado como Día Internacional de la Bibliodiversidad.

Valga lo anterior para señalar que es gracias a iniciativas como la de Los libros del perro que se sostiene la lucha incesante para garantizar la más digna pluralidad sobre el contenido de los libros.

Modelos alternativos

“Éste es un trabajo de constancia. Hemos aprendido sobre la marcha, a fuerza de prueba y error. Creemos que el error es el mejor maestro. Así hemos aprendido a editar libros, a gestionar la impresión, a venderlos, pero sobre todo a generar comunidad. Aprendimos a echar mano de las redes sociales como la plataforma para darnos a conocer”, subraya la cofundadora del sello.

Los libros del perro apuesta por tirajes cortos, de entre 100 y 200 ejemplares impresos en una primera oportunidad. “Los tirajes cortos nos permiten editar la cantidad de libros que verdaderamente vamos a vender, así evitamos tener ejemplares estancados en la bodega. Es un modelo de negocio mucho más amable, a diferencia de como se hacía a la antigüita, con tirajes de hasta mil libros para luego almacenarlos”, comenta la editora Zel Cabrera.

Otro de los puntos clave de la iniciativa que este año cumple un lustro de vida es buscar alternativas directas de venta, “porque el negocio con las librerías es todo un tema, por los tiempos de corte, por estar atrás de ellas para que te paguen, porque las librerías operan por consignación. Entonces, nosotros hemos optado por tener nuestra tienda virtual y trabajamos mucho para pedirle a los lectores que soliciten los libros por esta vía, que sea una venta directa. Ahora, eso no impide que podamos estar presentes en algunas librerías, pero ponemos énfasis en la exhibición en ferias y organizamos presentaciones para promover los libros por nuestra cuenta. Gran parte de las librerías promueven a las editoriales hegemónicas y contra eso no se puede hacer mucho”.

Los libros de este sello encuentran espacio en los stands de las ferias del libro gracias a la colaboración con una distribuidora que promueve los títulos de otras editoriales independientes.

“Quizás no tenemos los mejores números (en ganancias) ni las mejores proyecciones, pero tampoco lo hacemos por el capital económico. El que piense en hacer libros independientes por el capital, mejor que se dedique a otra cosa. En el ecosistema editorial sigue haciendo falta más diversidad, por eso nosotros no cesaremos de hacer libros y seguiremos resistiendo”, concluye.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de El Economista



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