
Ante un auditorio lleno, Eduardo Mendoza encabezó este domingo la apertura del Salón Literario Carlos Fuentes en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Su presencia responde al vínculo entre su obra y la manera en que Barcelona ha narrado su transformación cultural y social durante las últimas décadas. Autor de títulos como La verdad sobre el caso Savolta y Sin noticias de Gurb, Mendoza acumula reconocimientos como el Premio Cervantes, el Planeta, el Kafka y, recientemente, el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025.
El escritor condujo al público hacia una historia personal y a la vez imaginaria de Barcelona. Explicó que evitaría datos enciclopédicos para concentrarse en aquello que, según dijo, forma parte de la memoria común. “Les contaré cosas que no están en las bases de datos, pero forman parte de la memoria colectiva de la manera que tenemos los barceloneses de ver Barcelona”.
Uno de los ejes de su charla giró en torno a la identidad femenina que, según él, muchos habitantes atribuyen a la ciudad. Lo ilustró con un ejemplo tomado del impulso turístico tras los Juegos Olímpicos, cuando el Ayuntamiento lanzó la campaña “Barcelona ponte guapa”. Para Mendoza, el efecto cultural de esa frase fue inmediato. “Nos dedicamos un poco a eso, a ver si encontrábamos pareja”, comentó entre risas.
El autor compartió también algunas historias sobre el origen del nombre de Barcelona. Relató las teorías que remiten a los íberos, a los cartagineses y a la figura de Amílcar Barca, aunque admitió que ninguna está completamente comprobada. En su charla incluyó una anécdota que, según dijo, forma parte del imaginario local: la llegada de los elefantes de Aníbal antes de emprender la travesía hacia Roma. “En algún momento, estos 37 elefantes aparecieron en Barcelona. Y yo creo que este es el momento fundacional de la ciudad”, planteó, pues para él marcó el instante en que los habitantes se percibieron como una comunidad capaz de enfrentar lo que llegara del exterior.
Mendoza recordó también las impresiones que viajeros y cronistas dejaron sobre la ciudad, en especial aquellas que la describían como poco atractiva o carente de interés. Señaló que, en contraste, un personaje literario fue uno de sus visitantes más devotos: Don Quijote, cuya presencia en Barcelona es obra de la ficción. Sobre la relación de Cervantes con la ciudad, relató dos episodios posibles: uno ligado a una orden de búsqueda y captura, y otro a un concurso convocado por el duque de Lemos. Aunque el autor del Quijote no resultó elegido, sí tuvo una impresión positiva, al grado de que en una de sus Novelas ejemplares llegó a llamarla “Flor de las bellas ciudades del mundo”.
El escritor describió después el surgimiento de la burguesía y del modernismo como parte de la construcción de la ciudad moderna, caracterizada por edificios civiles, palacios, un palacio de la música y numerosos dragones ornamentales. Recordó que esta etapa trajo consigo prosperidad, pero también conflictos sociales derivados de la industrialización y el anarquismo, lo que dio a Barcelona el apodo de “ciudad de las bombas” y, de forma más poética, “rosa de fuego”.
Mendoza avanzó hacia la posguerra y la prolongada etapa de oscuridad posterior a la Guerra Civil española, marcada por el hambre, la enfermedad y el miedo. La describió como la Barcelona que conoció en su infancia. “Recuerdo grandes terrenos vacíos, con cascotes, las casas cortadas donde se podía ver todavía la división por pisos… era lo normal”. Pese a la precariedad, compartió que su generación encontró en la lectura y el cine un espacio formativo, en un contexto en el que España vivía bajo bloqueo internacional. Recordó las películas mexicanas y argentinas que se proyectaban entonces, y confesó que quizá nadie en la sala había visto tantas cintas de María Félix, Pedro Infante o Cantinflas como él: “Me hicieron muy feliz durante mucho tiempo”, dijo al cierre de su intervención.
El Salón Literario, creado en homenaje a Carlos Fuentes, ha albergado conversaciones con figuras de la literatura contemporánea, entre ellas Jonathan Franzen, Irene Vallejo y Alberto Manguel.
Al finalizar Eduardo Mendoza recibió la Medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus, viuda del reconocido escritor mexicano Carlos Fuentes.
MF
Cortesía de El Informador
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