La guerra comercial de Estados Unidos ha revelado gradualmente las carencias que tiene el país en su cadena de suministro para muchos sectores clave.
Entre estas carencias se encuentra principalmente el acceso a minerales y tierras raras, un mercado que China domina con puño de hierro. Existen casos de todo tipo; por ejemplo, Estados Unidos financió durante años unas minas en Brasil, pero al momento de recoger los frutos de su inversión, se percató de que la producción ya se había vendido al país asiático. Sin embargo, ahora un nuevo hallazgo podría cambiarlo todo.
Tal como informa The New York Times, se trata de Berkeley Pit en Butte, Montana. Es un cráter minero, abandonado desde 1982, que contiene aproximadamente 190 mil millones de litros de agua altamente ácida y tóxica a causa del drenaje de las minas. Aunque parece un desastre ambiental, lo valioso está debajo: un cóctel mineral que podría transformar la mina en un punto estratégico para la obtención de elementos de tierras raras, esenciales para tecnologías críticas de Estados Unidos, como vehículos eléctricos y hasta misiles guiados.
Para aprovecharlo, el país utiliza nuevos métodos de extracción, por lo que científicos y empresas estadounidenses ya estudian cómo se puede explotar el desecho de la mina para obtener, entre otras cosas, neodimio, praseodimio, zinc, cobalto y níquel.
Para ponerlo en perspectiva, un solo avión de combate F-35 requiere aproximadamente 400 kilos de tierras raras. Por ello, en medio de la creciente presión política para reducir la dependencia de China, el interés por explotar recursos que antes Estados Unidos consideraba “inútiles” se ha vuelto prácticamente una prioridad.
De desastre ambiental a tesoro estratégico
Para hacer frente a estas necesidades, investigadores de universidades como las de Indiana, Texas y West Virginia han desarrollado técnicas que permiten separar tierras raras de los residuos líquidos, gracias al uso de tecnologías como las “membranas biomiméticas”, los intercambiadores iónicos o la filtración por solventes.
Por ejemplo, el equipo del investigador Paul Ziemkiewicz ha logrado convertir lodos ácidos en concentrados de tierras raras gracias a un proceso de extracción progresiva. Esta técnica, empleada ya en las minas de carbón en Virginia Occidental, también se prueba ahora en Butte, lo que permitiría construir una planta que genere aproximadamente 40 toneladas de concentración mineral al año en Berkeley Pit.

El pozo Berkeley que actualmente está lleno de agua tóxica
Este renacimiento tecnológico no es gratuito, sino que surge de la necesidad de Estados Unidos de separarse del control que ejerce China sobre la mayoría de los suministros de tierras raras. Su dominio del mercado le permite, por ejemplo, manipular precios o restringir exportaciones para hacer frente a sanciones o disputas comerciales. Por esta razón, el descubrimiento de nuevas fuentes viables en su propio territorio es de gran importancia para el país.
Esto ha hecho, dice el Times, que gran parte de la investigación en Butte haya sido financiada por el Departamento de Defensa. Se espera una nueva inversión de 75 millones de dólares para la construcción de una planta que pueda purificar los metales extraídos y así escalar la producción.
La ciencia de minar sin excavar
Recordemos que los elementos de tierras raras son un grupo de 17 metales que, en realidad, no son tan escasos, pero sí se encuentran dispersos por todo el mundo. Además, su extracción geológica es bastante compleja, lo que los convierte en recursos estratégicos. En el caso específico de Estados Unidos, estos se encuentran contaminados por el drenaje ácido de minas, lo que ahora resulta ser una oportunidad para el país.

Esto se debe a que la oxidación y solubilización de los minerales, entre ellos el zinc o el cobre, permite recuperarlos si se cuenta con la tecnología correcta. Además, se prioriza el desarrollo de soluciones limpias y sostenibles, como las “nanoesponjas” (esponjas moleculares que pueden capturar metales específicos) o la electrólisis impulsada por energías renovables para producir magnesio a partir de salmueras.
Esto apunta a una nueva ola de tecnologías capaces de extraer recursos sin la necesidad de minas a cielo abierto, lo que también se traduce en una mayor eficiencia y un menor impacto ambiental.
Una solución para el futuro
En el caso específico de Berkeley Pit, que en el pasado fue un pozo tóxico que envenenó a miles de aves migratorias, podría representar exactamente la transformación que busca la industria: menos destrucción ambiental sin abandonar la extracción de minerales.
Es más, si este modelo se llega a replicar en otros sitios contaminados de Estados Unidos, podría ser una buena solución para abastecer una parte de las 1,400 toneladas anuales de estos materiales que el país necesita para temas de defensa. La demanda global de tierras raras podría aumentar hasta un 600% en las próximas décadas, lo que hace que esta ruta sea más estratégica que nunca.
La ironía es evidente: la basura de unos en el pasado es la riqueza para otros en el presente.
Cortesía de Xataka
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