La feroz peste bubónica, causada por la bacteria Yersinia pestis, ha sido una de las enfermedades más devastadoras de la historia humana. Aunque Europa ha permanecido libre de esta enfermedad desde hace siglos, durante la Edad Media y la Edad Moderna la peste diezmó poblaciones enteras y alteró profundamente la organización social y económica del continente. La llamada Peste negra, que inició en 1346 y se mantuvo activa hasta mediados del siglo XVIII, causó la muerte de una tercera parte de la población europea, aproximadamente. Su irrupción al continente se ha atribuido al comercio de bienes orientales, como la seda y las pieles, que se transportaban por las vías de la Ruta de la seda.
Durante años, se ha especulado sobre el papel específico que jugaron los animales de carga en esta propagación. Ahora, un estudio interdisciplinario dirigido por investigadores de Francia y Rumanía ofrece pruebas directas de que camellos infectados de peste participaron en la difusión de la enfermedad a lo largo de estas rutas comerciales. Estos resultados, por tanto, abren nuevas perspectivas sobre los vectores históricos de la epidemia.
Un hallazgo excepcional en Rumanía
El descubrimiento clave que dio origen a esta investigación tuvo lugar en el año 2008. Durante unas obras de construcción en Agighiol, en la región de Dobruja, al este de Rumanía, se identificaron los restos óseos de 155 camélidos. La cifra resultaba extraordinaria, dado que anteriormente solo se conocían dos hallazgos arqueológicos de camellos en territorio rumano. El asentamiento de Agighiol aparece mencionado por el cronista otomano Evlia Celebi en 1657, quien lo describió como un enclave habitado por los turcos y los tártaros.
Este enclave funcionó como un caravasar, es decir, un lugar de descanso para las caravanas que transitaban por la Ruta de la seda. Esta ruta terrestre, utilizada durante siglos para articular el comercio entre China, Asia Central y Europa, fue también una vía reconocida de propagación de la peste.
Metodología científica: paleogenómica y paleoproteómica
El equipo de investigación procedió a seleccionar y analizar seis dientes de camélidos adultos (a los que se identificó como R01 a R06). Los especímenes correspondían a, al menos, tres ejemplares de Camelus bactrianus, un Camelus dromedarius, un híbrido y un individuo no identificable. Las muestras se sometieron a dos tipos de análisis: metagenómica de la pulpa dental y paleoproteómica por espectrometría de masas, ambos procedimientos acompañados de controles negativos.
La metagenómica permitió secuenciar fragmentos de ADN antiguo (aDNA). En las muestras R04 y R05 se detectaron fragmentos de los genes valS, argS y NCS2, que coincidieron al 100% con secuencias de Yersinia pestis y Yersinia pseudotuberculosis. Estos hallazgos demostraban, por tanto, la presencia de material genético del agente causante de la peste en los dientes de estos camellos.
Posteriormente, el análisis proteómico confirmó estos resultados al detectar el péptido QLSDNLMLLK, correspondiente a una enzima específica de Y. pestis (16S rRNA guanine(966)-N(2)-metiltransferasa), en su forma oxidada y no oxidada, en las muestras R02, R03, R04 y R05. Además, se identificó otro péptido, YQEVAQK, universal al complejo Y. pseudotuberculosis.

Evidencia concluyente de infección
El uso de dos metodologías independientes —metagenómica y proteómica—, así como la consistencia de los resultados entre ambas técnicas, ha permitido afirmar con alto grado de certeza que al menos dos camellos (R04 y R05) estaban infectados con peste en el momento de su muerte. La detección del patógeno en la pulpa dental indica que estos animales sufrieron una forma septicémica de la enfermedad, que resulta letal y conlleva una diseminación sistémica de la bacteria.
Este tipo de evidencia aporta un elemento crucial a la discusión sobre el papel de los camellos en la propagación histórica de la peste. La hipótesis de que estos animales pudieron haber sido vectores de transmisión resulta ahora respaldada por datos moleculares concretos.

Camellos y peste: una relación ignorada
Los camélidos se han asociado históricamente a las rutas de comercio transcontinentales. Su capacidad de carga y resistencia en climas extremos los convirtió en elementos clave del transporte de personas y bienes tanto en Asia Central como en el Medio Oriente. Sin embargo, se ha tendido a subestimar su potencial como vectores zoonóticos.
Además de servir como animales de carga, los camellos también podían sacrificarse para consumo humano. Algunos documentos europeos atestiguan la matanza y consumo de carne de camello incluso entrado el siglo XIX. Si estos animales estaban infectados, la manipulación de sus cadáveres —mediante el desuello, la preparación de la carne o el consumo de hígados poco cocidos— habría expuesto a los humanos a una fuente directa de infección.
Hoy en día, se sabe que la peste puede transmitirse entre camellos por contacto directo y por parásitos como los piojos. Este patrón sigue siendo relevante en regiones donde la enfermedad aún es endémica, como Arabia Saudita, Mongolia, Argelia y Libia. De hecho, se han registrado brotes de la enfermedad entre humanos tras haber consumido carne de camello en mal estado, incluyendo casos de peste faríngea y enteritis.

Replanteando el papel de los vectores
La expresión tradicional “la peste sigue al hombre” ha dominado la narrativa sobre las pandemias históricas. No obstante, los hallazgos de Agighiol invitan a matizar esta idea. Los camellos también fueron protagonistas de las epidemias que asolaron Europa, sobre todo en los momentos en que las caravanas unían extensos territorios de Asia con los puertos del Mediterráneo.
Gracias a un análisis riguroso basado en tecnologías de vanguardia, este estudio ha logrado identificar la presencia de peste en camellos del siglo XVII, un dato que verifica su posible implicación en la transmisión de la enfermedad a lo largo de la Ruta de la seda. Este descubrimiento transforma nuestra comprensión sobre los vectores históricos de la peste y abre nuevas vías para la investigación en bioarqueología, historia de las enfermedades y zoonosis. A la luz de estos resultados, la narrativa de la peste como una enfermedad exclusivamente ligada al comercio humano debe revisarse para incluir también a los animales que acompañaban estas rutas, como los camellos, en su papel potencial de agentes infecciosos.
Referencias
- Hamadou Oumarou Hama, Mahmoud Boualam, Jean Armengaud, Michel Drancourt, Gérard Aboudharam, et al. 2025. “Diagnosing plague in 17th century camelids from Romania: unmasking the role of camelids in plague dissemination along historical Silk Routes”. Journal of Infectious Diseases, en prensa. URL: https://hal.science/hal-04991715/
Cortesía de Muy Interesante
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