Desde hace más de seis décadas, una extraña formación rocosa en el este de Turquía ha alimentado teorías, debates y expediciones de todo tipo. Se trata de la Formación de Durupınar, un montículo con forma de barco que ha sido objeto de múltiples investigaciones y que, según algunos, podría ser la prueba definitiva de la existencia del Arca de Noé. Ahora, un equipo de científicos liderado por el grupo estadounidense Noah’s Ark Scan, en colaboración con universidades turcas, ha anunciado el inicio de la primera excavación controlada en el lugar desde su descubrimiento en 1959.
El punto de partida fue un comunicado de prensa publicado el 8 de mayo por el Kültür Sanat Servisi en Turquía, donde se dio a conocer que los trabajos arqueológicos arrancarán en las laderas del monte Ararat, específicamente en el campo de Durupınar, ubicado al sur de esta emblemática montaña. Aquel montículo, de unos 160 metros de largo —coincidiendo sorprendentemente con la medida que la Biblia atribuye al arca—, fue identificado por primera vez en fotografías aéreas tomadas por el cartógrafo turco İlhan Durupınar. Desde entonces, la idea de que bajo esa colina podría yacer la embarcación que, según las tradiciones judeocristiana e islámica, salvó a la humanidad y a los animales del Gran Diluvio, nunca ha dejado de causar fascinación.
Un mito milenario bajo lupa científica
La nueva expedición ha sido posible gracias a una alianza entre científicos estadounidenses y académicos turcos, quienes han comenzado a realizar pruebas no invasivas como escaneos con radar de penetración terrestre (GPR), análisis del suelo y modelos tridimensionales del terreno. Durante años, este tipo de tecnología ha permitido detectar formaciones rectangulares bajo la superficie, lo que ha reforzado la hipótesis de que allí podría encontrarse una estructura artificial. En el comunicado oficial, el equipo de Noah’s Ark Scan aseguró que están diseñando un plan de conservación para garantizar que cualquier hallazgo sea protegido antes de iniciar una excavación a gran escala.
La zona donde se encuentra la Formación de Durupınar no es ajena a la controversia. Situada a unos 30 kilómetros al sur del monte Ararat, se halla en un entorno geológico activo, con condiciones climáticas extremas y una historia sísmica compleja. No obstante, eso no ha impedido que siga siendo un foco de atracción tanto para científicos como para creyentes. El terreno, descrito por los investigadores como un “flujo de tierra activo”, ha sido objeto de interés desde los años 80, cuando investigadores como Ron Wyatt emplearon radar terrestre para mapear el área y encontraron patrones geométricos alineados con la idea de una construcción humana.

Datos del subsuelo que inquietan
En años recientes, se extrajeron más de 20 muestras de suelo del interior y el exterior de la formación. Analizadas por la Universidad de Atatürk en Erzurum, los resultados revelaron variaciones notables: un pH más bajo, mayor concentración de potasio y materia orgánica, condiciones que los investigadores interpretaron como señales consistentes con madera en descomposición. También se detectaron sedimentos de origen marino y restos de vida acuática de hace entre 3.500 y 5.000 años, lo que sugiere que la zona pudo haber estado sumergida durante un evento catastrófico de grandes proporciones.
Uno de los detalles más llamativos es la presencia de una colina de forma ovalada, perfectamente simétrica, que sobresale en un terreno montañoso y accidentado. Los escaneos realizados en 2019 con tecnología de radar revelaron cavidades rectangulares situadas a unos siete metros de profundidad, algunas de ellas alineadas como si fueran compartimentos. En uno de los análisis, incluso se detectó una especie de pasillo central, lo que algunos interpretan como indicio de un diseño arquitectónico deliberado.
Arqueología, religión y turismo: una combinación poderosa
Este hallazgo potencial va más allá de lo arqueológico. El posible descubrimiento del Arca de Noé reaviva una narrativa que forma parte esencial de las tres religiones abrahámicas —judaísmo, cristianismo e islam—, y que plantea preguntas profundas sobre la supervivencia, la fe y la capacidad de la humanidad para enfrentarse a catástrofes globales.
Además, el impacto turístico podría ser colosal. La zona del monte Ararat ya atrae a miles de excursionistas, montañistas y viajeros interesados en la historia bíblica. Si los estudios en curso confirman que el montículo de Durupınar oculta una estructura artificial, el sitio podría convertirse en un punto de peregrinación global, integrando arqueología y espiritualidad en una experiencia única.
No obstante, las autoridades culturales de Turquía ya han tomado precauciones. En 1989, el área fue declarada sitio protegido por el gobierno turco, reconociendo su importancia tanto histórica como natural. Gracias a esta protección, cualquier intervención futura estará sujeta a estrictas regulaciones que aseguren la preservación del entorno.

El futuro de una incógnita milenaria
Pese a lo prometedor de los hallazgos preliminares, los científicos son cautelosos. La prioridad inmediata es recopilar más pruebas antes de iniciar excavaciones directas. Esto incluye nuevos análisis geológicos, extracción de núcleos de tierra para evaluar las capas sedimentarias y posiblemente la introducción de cámaras diminutas en las cavidades detectadas, a fin de observar su interior sin dañar la formación.
Aunque la confirmación definitiva de que allí se encuentra el Arca de Noé podría estar aún lejos, el simple hecho de que se esté abordando la investigación con rigor científico ya representa un paso significativo. Más aún, este enfoque multidisciplinario —combinando historia, geología, arqueología y tecnología avanzada— podría ofrecer respuestas que han eludido a los investigadores durante generaciones.
Con cada capa de tierra removida y cada imagen escaneada, los investigadores se adentran más en un relato que ha fascinado a la humanidad durante milenios. El mito del Arca de Noé, lejos de desaparecer en el polvo de las leyendas, podría estar más cerca que nunca de ser desempolvado en la ladera de una montaña turca.
Cortesía de Muy Interesante
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