El cerebro revela su secreto: así combina lo que vemos y oímos para tomar decisiones más rápidas

La vida cotidiana está llena de situaciones en las que reaccionamos gracias a la combinación de vista y oído. Cruzar la calle porque vemos el semáforo en verde al mismo tiempo que escuchamos el tráfico detenerse, o girarnos porque alguien nos llama mientras se acerca por detrás son ejemplos simples, pero fundamentales, de cómo la integración multisensorial mejora nuestras decisiones. Hasta ahora, los neurocientíficos habían comprobado que recibir información de dos sentidos a la vez acelera la respuesta, pero no estaba claro si el cerebro integra esos datos desde el principio o si cada sentido funciona por separado antes de juntarse en una misma acción.

El estudio liderado por investigadores de University College Dublin, University of Rochester y Trinity College Dublin arroja luz sobre esta cuestión. Utilizando técnicas de electroencefalografía (EEG) y modelos computacionales, los investigadores demostraron que los estímulos visuales y auditivos se procesan de manera independiente al inicio, pero que en la fase final ambos confluyen en el sistema motor, donde se toma la decisión de actuar. Esta precisión en el proceso resuelve dudas que llevaban décadas en debate dentro de la neurociencia.

La importancia del hallazgo es enorme. Comprender cómo se combinan los sentidos no solo responde a una curiosidad científica, sino que ofrece un modelo claro del “cableado” cerebral para la toma de decisiones multisensoriales. Esta información puede servir de base para nuevas terapias dirigidas a personas con trastornos sensoriales o cognitivos. En otras palabras, el trabajo no solo nos ayuda a entender cómo reaccionamos al mundo, sino que también tiene implicaciones para mejorar la calidad de vida en quienes perciben los estímulos de manera distinta.

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EEG revela cómo se acumula la información multisensorial. Fuente: iStock (composición).

El experimento detrás del descubrimiento

Para desentrañar este mecanismo, los investigadores diseñaron un experimento aparentemente sencillo. Los participantes, un total de 43 en dos estudios distintos, miraban una animación de puntos mientras escuchaban una serie de tonos. Su tarea consistía en presionar un botón tan pronto como detectaran un cambio en los puntos, en los tonos o en ambos. Aunque pueda sonar básico, este tipo de tareas permite a los científicos medir con gran precisión los tiempos de reacción y la actividad cerebral asociada.

Mediante electroencefalografía, los investigadores registraron la actividad cerebral durante cada decisión. Observaron una señal característica llamada “positividad centro-parietal”, que indica cómo el cerebro acumula información hasta alcanzar un umbral necesario para generar una acción.

Analizando esta señal, comprobaron que los procesos de decisión de la vista y el oído comenzaban por caminos separados, como dos corredores que parten en paralelo. Pero la diferencia crucial llegó cuando ambos estímulos aparecían al mismo tiempo: en lugar de competir, sus señales se integraban en la fase motora, acelerando el momento de apretar el botón.

Los científicos también introdujeron retrasos intencionados en uno de los dos estímulos, ya fuera el visual o el auditivo. Este detalle fue clave. Si ambos sentidos hubieran estado “corriendo una carrera” por separado, los retrasos habrían cambiado los resultados de manera drástica. Pero lo que encontraron fue distinto: aunque cada proceso se iniciaba de forma independiente, el cerebro lograba combinarlos en la fase final, confirmando que no se trata de una simple carrera entre sentidos, sino de un sistema de integración.

El modelo de integración frente al modelo de carrera

Para interpretar los datos, el equipo comparó dos modelos computacionales distintos. El primero, conocido como modelo de carrera, propone que la vista y el oído compiten entre sí para ver cuál llega primero a generar una acción. Según esta idea, la respuesta se desencadenaría en cuanto uno de los sentidos llegara al umbral de decisión. Este modelo parecía lógico y había sido sugerido en el pasado, pero no explicaba por qué reaccionamos más rápido cuando ambos estímulos ocurren juntos.

El segundo modelo, llamado modelo de integración, planteaba algo diferente: los dos sentidos recogen información de forma independiente, pero sus señales se suman antes de llegar al sistema motor. En otras palabras, el cerebro junta las “pistas” recogidas por la vista y el oído para llegar antes al umbral de acción.

Los resultados del experimento encajaron mucho mejor con esta explicación, especialmente cuando se introducían pequeños retrasos en los estímulos. La integración permitía entender por qué la reacción seguía siendo eficiente, incluso si uno de los sentidos llegaba un poco tarde.

Este hallazgo tiene una importancia clave: nuestro cerebro no se limita a dejar que los sentidos compitan entre sí, sino que aprovecha la fortaleza de ambos para generar respuestas más rápidas y eficaces. Este sistema ofrece una ventaja evolutiva clara. Un animal que oye un ruido sospechoso y ve un movimiento extraño al mismo tiempo tendrá más probabilidades de escapar a tiempo que si solo confiara en un único sentido.

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Científicos trazan el “circuito” cerebral de las decisiones. Fuente: iStock (composición).

Un puente hacia aplicaciones clínicas

Más allá de la teoría, los resultados del estudio abren la puerta a aplicaciones médicas. Muchas personas con trastornos del procesamiento sensorial —como quienes tienen autismo, esquizofrenia o secuelas de daño cerebral— presentan dificultades para integrar la información de diferentes sentidos. Conocer el “circuito real” de esta integración multisensorial puede ayudar a diseñar terapias más precisas. Por ejemplo, ejercicios de rehabilitación cognitiva podrían entrenar al cerebro a mejorar la coordinación entre vista y oído.

Los investigadores destacan que este modelo de integración también puede servir como base para el desarrollo de herramientas de diagnóstico más finas. Si los patrones de integración sensorial son distintos en personas con alteraciones neurológicas, entonces medir esas diferencias podría ser útil para detectar problemas de forma temprana. Esto es especialmente relevante en niños, donde las dificultades de integración pueden afectar al aprendizaje y la comunicación.

En un futuro, incluso podrían diseñarse interfaces tecnológicas que aprovechen este conocimiento. Por ejemplo, sistemas de realidad aumentada o prótesis auditivas y visuales que trabajen juntas de manera más eficiente, basadas en el modo real en que el cerebro humano integra la información multisensorial. Así, este hallazgo no se limita a la investigación básica: tiene un potencial muy concreto en la vida real.

Lo que este hallazgo significa para todos nosotros

Aunque pueda parecer un tema abstracto, entender cómo el cerebro integra vista y oído afecta directamente a nuestra vida diaria. Cada vez que reaccionamos al mundo en milésimas de segundo —cuando esquivamos un coche, respondemos a una alarma o seguimos una conversación en un lugar ruidoso— estamos usando este sistema de integración multisensorial. Saber cómo funciona nos ayuda a comprender por qué somos capaces de sobrevivir y adaptarnos a entornos cambiantes y complejos.

El estudio también nos recuerda que los sentidos no funcionan en compartimentos aislados. No vemos por un lado y escuchamos por otro: vivimos en un mundo donde las experiencias llegan mezcladas, y nuestro cerebro está diseñado para aprovechar esa mezcla en beneficio propio.

Esta visión puede cambiar incluso cómo entendemos la educación, el diseño de tecnologías o la atención a personas con necesidades especiales.

En definitiva, la investigación publicada en Nature Human Behaviour muestra que el cerebro no es solo un receptor de información pasiva, sino un sistema activo que combina, filtra y acelera la información para ayudarnos a actuar con mayor eficacia. Un recordatorio de que, detrás de cada decisión rápida que tomamos, hay una maquinaria cerebral que lleva millones de años perfeccionándose para mantenernos un paso adelante.

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La cooperación de los sentidos ofrece ventaja evolutiva. Representación artística. Fuente: Sora.

Ciencia construida en equipo

Un aspecto llamativo del estudio es su carácter colaborativo. Los autores destacan que este trabajo no surgió de la nada, sino que se apoyó en décadas de investigación y en una red de cooperación científica entre Irlanda y Estados Unidos. John Foxe, director del Del Monte Institute for Neuroscience de la University of Rochester, recordó que la idea se gestó a lo largo de muchos años de colaboración entre distintos laboratorios y generaciones de científicos.

Simon Kelly, profesor en University College Dublin, había desarrollado en 2012 un método para medir cómo el cerebro acumula información en el tiempo, lo que resultó fundamental para este nuevo estudio. Gracias a ese avance previo, ahora pudieron rastrear con detalle cómo evolucionaban las señales visuales y auditivas hasta converger en la fase motora. 

La ciencia, como recalcan los autores, es también un proceso de integración humana, donde la cooperación internacional permite que las ideas maduren y se concreten en descubrimientos.

Este enfoque subraya una lección importante: los grandes avances suelen necesitar tiempo, paciencia y trabajo conjunto. No basta con tener una buena pregunta; también hacen falta herramientas adecuadas, colaboración entre expertos de distintas áreas y, a menudo, años de experimentación.

Referencias

  • Egan, J.M., Gomez-Ramirez, M., Foxe, J.J., Kelly, S., et al. Distinct audio and visual accumulators co-activate motor preparation for multisensory detection. Nat Hum Behav (2025). doi: 10.1038/s41562-025-02280-9
OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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