El cometa 3I/Atlas roza el sol: la NASA activa su protocolo de defensa

El cosmos se prepara para ofrecernos un espectáculo que podría ser memorable, pero como suele ocurrir con los grandes eventos astronómicos, la expectación viene acompañada de una ola de desinformación y fake news. El protagonista es el cometa 3I/Atlas , un visitante de las profundidades del sistema solar que ha capturado la imaginación del público y, lamentablemente, también de quienes propagan bulos infundados. En un fenómeno que se repite cíclicamente, como ya ocurrió con los cometas ISON en 2013 o Neowise en 2020, las redes se llenan de teorías sobre naves alienígenas, profecías apocalípticas y supuestos protocolos secretos de la NASA.

La realidad, sin embargo, es mucho más fascinante desde el punto de vista científico y mucho menos alarmista. El cometa C/2023 A3 (cometa 3I/Atlas) no es una nave, su nombre no contiene mensajes ocultos y no provocará ningún cataclismo. Es un cuerpo celeste compuesto de hielo, roca y polvo que, por la particularidad de su órbita, tiene el potencial de convertirse en un cometa visible a simple vista a finales de 2024. La verdadera cita de octubre no es con el fin del mundo, sino con la ciencia y la belleza del universo, una oportunidad única para observar un objeto prístino que viaja desde los confines de nuestro vecindario cósmico.

Desmontando los mitos: ni alienígenas ni profecías

Uno de los principales focos de desinformación gira en torno al nombre del cometa y a su naturaleza. Lejos de ser un código extraterrestre, el nombre C/2023 A3 (Tsuchinshan-ATLAS) es puramente técnico y descriptivo. “C” indica que es un cometa no periódico, “2023 A3” se refiere al año y quincena de su descubrimiento, y los nombres entre paréntesis, Tsuchinshan y ATLAS, corresponden a los dos observatorios que lo detectaron de forma independiente: el Observatorio de la Montaña Púrpura en China y el sistema de alerta de asteroides ATLAS en Sudáfrica. Es un procedimiento estándar en astronomía.

La teoría de que es una nave alienígena es un tropo recurrente en la ciencia ficción que se filtra a la realidad sin base alguna. Los análisis espectrográficos y observacionales confirman que su composición es la típica de un cometa: un núcleo helado que, al acercarse al Sol, sublima sus gases creando una atmósfera (coma) y una cola brillante. Asimismo, se han difundido bulos sobre un supuesto “gran apagón” programado para el 29 de octubre. Esta fecha es irrelevante; los momentos clave del cometa serán su máxima aproximación al Sol (perihelio) a finales de septiembre y su mayor acercamiento a la Tierra (perigeo) a mediados de octubre. Lo único que ocurrirá es que la comunidad científica estará volcada en su estudio, no preparándose para una catástrofe.

La verdadera cita de octubre

Entonces, ¿qué pasará realmente en otoño de 2024? El cometa C/2023 A3 está realizando su primer viaje conocido hacia el interior del sistema solar desde la lejana Nube de Oort, una gigantesca esfera de cuerpos helados que rodea nuestro Sol. Esto lo convierte en un objeto científicamente muy valioso, ya que su material no ha sido alterado por pases previos cerca de nuestra estrella. Su trayectoria lo llevará a su perihelio el 28 de septiembre de 2024. Este será un momento crítico: el intenso calor solar podría hacer que su brillo aumente exponencialmente, o por el contrario, podría fragmentarlo y hacer que se desvanezca.

Si sobrevive a su encuentro con el Sol, el verdadero espectáculo comenzará. El 13 de octubre de 2024, el cometa alcanzará su perigeo, el punto más cercano a nuestro planeta. Durante esas semanas, podría volverse lo suficientemente brillante como para ser observado a simple vista, especialmente desde el hemisferio norte. Los astrónomos predicen que su brillo podría rivalizar con el de las estrellas más luminosas del cielo, desarrollando una cola larga y vistosa. Este fenómeno convierte al cometa en uno de los eventos astronómicos más esperados de la década, una oportunidad dorada tanto para astrónomos profesionales como para aficionados.

Coordinación, no combate

El término “protocolo de defensa” ha sido sacado de contexto para alimentar teorías conspirativas. Cuando la NASA y otras agencias espaciales hablan de activar protocolos ante la llegada de un objeto cercano, no se refieren a desplegar armas láser para combatir una amenaza. Se trata de un protocolo de observación coordinada. Dado que el cometa Tsuchinshan-ATLAS es un visitante de un solo paso, la ventana para estudiarlo es única y limitada. Por ello, se organiza una campaña internacional para que cientos de telescopios terrestres y espaciales apunten hacia él de forma simultánea.

El objetivo es recopilar la mayor cantidad de datos posible para entender su composición química, su estructura, su velocidad y cómo interactúa con el viento solar. Esta información es crucial para perfeccionar nuestros modelos sobre la formación del sistema solar y mejorar los sistemas de astrometría y detección de objetos. Lejos del secretismo, la NASA y otras instituciones suelen compartir públicamente la trayectoria y los datos en tiempo real. La activación de estos protocolos es sinónimo de una gran oportunidad científica, no de una alerta de peligro. Así que, en lugar de temer, lo que debemos hacer es prepararnos para mirar al cielo y disfrutar de un evento que podría quedar grabado en nuestra memoria.

Cortesía de El Periodico



Dejanos un comentario: