
A medida que los efectos del cambio climático se han acentuado en el desarrollo de la vida diaria de las personas, el confort térmico dentro del sector inmobiliario ha ganado terreno al grado de que, en la actualidad, es un elemento clave para la rentabilidad dentro de los bienes raíces.
La situación es una realidad en un contexto donde la Organización Internacional del Trabajo estima que para el 2030 se perderá 2.2% de las horas laborales por el estrés térmico y, además, si no se actúa, las emisiones de CO2 de los edificios comerciales y residenciales en México podrían multiplicarse hasta 6.7 veces para el 2050, según datos recopilados por la firma Trane.
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“Definitivamente el confort térmico es una parte esencial en las oficinas, en los espacios comerciales, para que la gente esté desempeñándose de manera efectiva. … Influye en la productividad, influye también en qué tan atractivo pueda ser para rentar tus espacios”, destacó Luis Becerra, gerente de Canal Comercial de Trane, fabricante de sistemas de calefacción.
De acuerdo con el especialista, el confort térmico en un edificio se compone de tres elementos principales:
- Temperatura.
- Calidad del aire.
- Niveles de humedad.
“Estos componentes son de los principales para mantener ambientes confortables en los espacios de oficinas”, indicó Becerra.
¿Beneficia a la rentabilidad?
En este escenario, el confort térmico toma relevancia no sólo por la comodidad de los ocupantes de los edificios, sino también porque impacta de forma directa tanto en la productividad como en la rentabilidad de las propiedades.
“Si no estás brindando ambientes confortables, puede que la gente empiece a buscar otros espacios para moverse a lugares más confortables… Cada vez vemos más interés de los desarrolladores en diferenciarse unos de otros por la calidad que brindan a sus inquilinos en cuanto a calidad del aire y eficiencia energética”, acotó el especialista de Trane.
Ante dicha realidad, las certificaciones de sustentabilidad se vuelven básicas para desarrolladores y propietarios. “Ya en las nuevas edificaciones en el país muchos buscan certificaciones como LEED o Edge, que exigen cumplir con muchos requerimientos básicos tanto energéticos como de calidad del aire, y esto es un gancho bien importante para muchas empresas”.
En la actualidad, existen componentes de sistemas de climatización inteligentes, que permiten monitorear en tiempo real la temperatura dentro de los edificios, la humedad y las concentraciones de CO 2, lo que facilita ajustar la ventilación y el enfriamiento según la necesidad de los ocupantes.
“Ahora podemos saber minuto a minuto cómo está funcionando un edificio… Ese monitoreo constante es una de las tendencias más fuertes”, apuntó Becerra.
Sin embargo, para el especialista, el reto se encuentra en edificios antiguos, con décadas en operación y donde su modernización implica inversiones considerables. “Hay muchos edificios que ya tienen mucho tiempo y que no contaban tal vez con estas instalaciones y hay que adaptarlos, lo cual a veces no es tan fácil”.
De acuerdo con Becerra, las inversiones que se realicen al respecto, tanto por desarrolladores como por propietarios, son una estrategia de rentabilidad a largo plazo, pues asegura mayores niveles de ocupación y mejores rentas en el mercado.
“Esa es una inversión porque la vas a recuperar después cuando se vuelva un edificio más atractivo en el mercado para brindar confort a la gente que renta esos espacios”.
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Cortesía de El Economista
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